REGENERACION.
13. en si sus convulsiones formidables iba inspirar respeto al Hombre de la Reforma y imponerle condiciones, este levantándose hasta el apoteosis irguiéndose sublime ante el peligro, anonada su adversario, aplasta al Clero, lo asombra y lo desarma con esa ostentación de pasmosa serenidad ante el precipicio, con ese sublime alarde de confianza mismo y en su causa, con ese reto inaudito para todos inesperado y abrumador, para el fraile y para el beato, que se llamó la Ley de Nacionalización, la Ley del Matrimonio Civil, la Ley de la Igual dad de Cullos.
Así pudo triunfar, arrastrando en pos de sí a la victoria domeñada, al fraile estupefacto, las masas magnetizadas por tanta grandeza, sus partidarios electrizados por tanta audacia.
Así pudo minar para siempre el solio en que los embaucadores de bonete reinan bajo el palio y entre nubes de incienso, y desgarrar también en mil pedazos la venda que ocultaba al pueblo la verdad, para azotar con ellos el rastro de la clerecía y arrojarlos después al inmenso montón de las cosas inservibles.
Juárez, y que sus manos inexorables purifiquen nuestra vida política limpiandola de tanta abyección, de tanta inmundicia y de despotismo tan grande.
Se hace preciso que el hálito vital del grande hombre se difunda por nuestro ser social y lo entone; lo fortalezca lo limpie del contagio. Hace falta un Catón, severo, inflexible, incapaz de corromperse, que no descanse hasta quitar al Clero su poder de absorción sobre las riquezas, su facultad de marchitar mansalva el pudor de las doncellas y su temible virtud de adormecer las conciencias, de hipnotizarlas y reducirlas instinto; pero, instinto ciego, brutal, de desolación y de exterminio, el mismo que produjo la matanza de St. Barthelemy, alimentó las hogueras de la Inquisición, destruyó los tesoros artísticos de los aztecas, condenó Galileo, ignoró Colón y estuvo punto de convertir la Europa en una interminable procesión de idiotas, encabezada por embaucadores y por tiranos, y la América en una inmensa desconocida.
Hace falta también un hombre de la talla de Juárez, austero, impecable, obsesionado por una idea fija de libertad, frenético adorador del derecho, y enemigo jurado del prevaricato y del abuso, que dé cada cualidad y cada vicio social su recompensa y su castigo, a la ineptitud, la imbecilidad y al retroceso, el humilde rincón del olvido, la ductilidad, la desvergüenza y al servilismo el puntapié formidable del desprecio; y la picardía judicial, al bandalismo administrativo y la escandalosa explotación de los empleos en provecho del propio estómago, esos vicios que hoy por hoy, son el orneto de nuestro régimen de gobierno, ellos, el lúgubre calabozo en donde todo queda recluido y sofocado todo, hasta el hedor de la podredumbre humana, todo, hasta la pestilencia de los caciques corrompidos, De otro modo la salvación es imposible y el triunfo quimérico.
Si Juárez venció, fue porque se manifestó invencible; pues ni dió nunca tregua al enemigo ni nunca le hizo concesiones. las predicaciones turbulentas opuso leyes que fulguraban con la luz centellante de las tormentas, las multitudes llevadas al paroxismo las dominó con su impasibilidad estoica de ciertas ocasiones y con sus golpes aplastantes de otras veces; y cuando el Clero pensaba que con En nombre de la Patria, os lo pido ciudadanos: no deis la razón los conciliadores; porque aplaudirlos, es maldecir a Juárez, y renegar de Juárez, compatriotas, es renegar del progreso.
La Civilización y la Patria, exigen de vosotros que no séais complacientes con el enemigo jurado de las libertades públicas, y eterno deturpador de nuestros héroes y que no os convirtais en cómplices de esos infames que, así como deshonraron a su país con el lodo de su traición y la pantomima inmunda del Imperio, se dedican ahora manchar las familias y las más castas doncellas con el rastro abominable de sus aventuras faunálicas. como el enemigo cuenta con aliados, y aliados poderosos, y posee inmensos caudales y tiene pendientes de sus labios legiones de fanáticos, y día a día aumenta sus tremendos recursos, ya es tiempo de exclamar con el Ministro de Juárez: Ahora nunca las instituciones se salvan.
ANTONIO DIAZ SOTO GAMA. Este discurso ocasionó mi prisión arbitraria en Pinos, lo publico únicamente para que el público y la prensa honrada juzguen si hubo delito si se trata