REPERTORIO AMERICANS 77 Así lo aprecio Tonadilla del recuerdo Tierra del cielo, de Salvador Jiménez En Rep. Amer. Eras como un pez.
dueña de tranquilas aguas hondas. tu borde sin pájaros, la tarde anidaba.
En el regazo de tu voz se dormía mi alma.
Gustabas dibujarte en el alba creciéndote en el zafiro nocturno.
De nuestra tierra pinturera, tan cielo por su cintura istmica y por sus mil bienaventuranzas geológicas y geográficas, como fresca y bien cuajada espiga de arroz, brota este poema inicial de Jiménez Canossa.
Poema rico en colorido, por apelación directa a los sentidos despiertos y jóvenes, se diría que en el poeta trabaja mucha de la Andalucía mora y mediterránea. En Tierra del Cielo el naranjo es el naranjo y el arrozal, el arrozal, ni más ni menos; la codorniz da su silbo sin otro sentido que el de proclamar su amoroso reclamo; los bambúes (tan lejanos de los de Catay. rezan largamente su pena verde. Nótese que lo que hay de color local proviene, no de propósito artístico a priori, sino de vehemencia de creación estética inmediata.
Vehemencia fogosa que se alquitara en esta poesía de auténtico vigor masculino: el arroz que está dorando, el naranjo en flor, la tierra arada, el silbo de la codorniz en celo, alimentan el ardor masculino que corre iy a caballo. en potro alazán, patilargo, camino del olor de la muchacha que lava a la orilla del río. Esta emoción de pasión telúrica predominante en el poema queda muy bien cautada en las xilografías de Amighetti, que contribuyen con expresión a dinamizarla.
El ímpetu báquico se encauza en versos de música muy irregular, a veces, con dejación total de armonías que encantan al oído; de aquí esos versos balbuceantes, prendidos, sólo al intento expresivo por las in terjecciones.
En cambio, ese ímpetu crea mitos desbordantes de sugestiones estéticas tales como: El Cabro de la Noche, San Cristóbal, el Santo Caminero, la Señora del Mar, la Señora de la Luz, el Macho Perenne; el Naranjo, árbol de la Ciencia del Bien y del Mal. El ambiente agrario evocado en imágenes originales (el arrozal, ni verde ni oro. por ejemplo, que nos hace recordar esta otra impresión de color del poeta español: Gris y morado es mi verde olivar. demando del poeta un lenguaje consonante, afín; mas no eligió el popular entero, arrancado de un tirón, con todo y raíz, como planta de llantén, de la tierra sustentadora: el lenguaje popular en este poema exhibe una estilización temperamental muy certera.
Tierra del cielo viene a enriquecer las letras patrías dándole a nuestra poesía un ambiente de magníficas dimensiones.
Eras como un pez.
Dueña de tranquilas aguas profundas. Campo Mañana)
Surgen fecundas, potentes (para que duerma la luna)
irisadas, las lanzas del día.
El tren, iza su cometa dando fuertes alaridos. El río, de sí mismo, buye. Carlos Luis SAENZ su San José de Costa Rica. 1951.
en los cerros; piedra y cedro, Blanquea tu cruz, que es la mía, pero que pudo ser de otro. Ataja los pasos señala la ruta. Soledades (En Rep. Amer. En el remanso, El día navega tan alto, con su perfume de rosas, con su caballo de sombra, yo. oh Dios mío, pensando!
los peces. Campo Noche)
arrullan las estrellas.
Montaña cedro piedra. Detente!
Mi corazón. Ay Dios! Voy muriendo.
Es de día, de claro día, el sol se columpia con las mariposas, y las hojas secas que cantan otoñas.
El limonero. Ay Dios! Sigo pensando, el rio se desenrrolla.
Altos cedros, vientos bajos. Son los gallos mañaneros. Montaña cedro piedra.
Sola, soledad, te asustas, tu diminuta voz mina.
En el abierto corazón, Solo estoy solitario, antes después, ahora mismo.
El viento y las nubes están de bodas. Ay Dios. Sigo pensando. Estrella?
Dímelo cedro, Estrella. Tómala presto!
Canta lo verde, herida blanca.
En la montaña, los cedros y los pájaros ¡Ay Dios! la piedra Qué frío tan grande. Tonadilla)
Agua tan niña!
casi no lava, clara soledad mía.
No fué ayer, sino hoy; pero pudo ser mañana al alba. Cómo duele el corazón!
El rosal y tres rosas, La noche llega.
El rosal y dos rosas, las nubes velan.
El viento albañil, levanta firmes los muros.
El rosal y una rosa, la luna neva.
añil.
Bajo los cedros, luna prieta.
Sobre los cerros luna nueva.
Añil. añil Ladrillos horas, minutos. Nada, nada, blanquea la tierra.
El patio, se cuadra de sombras, la pila rebalsa.
Cedro alto viento bajo (Gallo del canto, prende tu llama. Encendida. Por fin. La mañana!
Azul azul azul.
La loma pedrera camina a lomo de mulo.
Profunda soledad.
Con su frente de estrellas, el cedro besa mi sombra.
Las cosas. Ay Dios sigo pensando!
11 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica