REPERTORIO AMERICANO CUADERNOS DE CULTURA HISPANA Tomo XLVII San José, Costa Rica 1951 Viernes 15 de Junio NO Año XXXI No. 1127 Item: encargo a mis amigos que sobre la blanda tierra de mi sepulcro, o más bien en sus corazones graben el siguiente sen cillo epitafio: La indisciplina de FERNÁNDEZ DE LIZARDI En Rep. Amer. Colaboración de Luis AVILES Aquí yacen las cenizas del pensador mexicano, quien hizo lo que pudo por su patria.
BBRIKER Hállanse estas présagas sentencias terminativas en cierto folleto intitulado Testamento y despedida que aparecía en la metrópolis mexicana allá por los años de 1927: inusitado pedimento de Don José Joaquin Fernández de Lisardi hecho dos meses antes de que su muerte acaeciera!
De este singularísimo mexicano hase dicho con sobrada razón justificativa que fué modesto pero a la vez enérgico e intrépido ante la enemistad personal o la oposición oficial; sinceramente religioso aun cuando atacaba la política eclesiástica y las prácticas clericales; verdadero patriota, si bien señalaba los abusos políticos y sociales que le rodeaban; escritor infatiga ble que. trabajaba bajo circunstancias muy adversas. crítico tenaz, ya fuese del gobierno, de la iglesia, de las condiciones sociales, o de sus mismos compatriotas, presentando de paso un cuadro colectivo de la sociedad mexicana que pocos escritores han podido igualar.
Vertídose han sobre este insigne mexicano juicios autorizados por escritores de enjundia dentro y fuera de casa, entre otros: Ignacio Altamirano, Henríquez Ureña, Alfonso Reyes, Jefferson Spell, Gonzalez Obregón, Luis de Urbina, etc. quienes acertada y meritoriamente analizan y avalúan los múltiples quilates de la vida y obra de nuestro autor. Señaládose han sus varios aspectos: el tenaz y candente panfletista; el periodista de combate en las planas de El Pensador Mexicano, Alacena de frioleras y Caxoncito de la alacena; el autor de fábulas a lo Iriarte y Samaniego; el versificador que en folletos independientes echaba poesías de títulos llamativos y curiosos; el dramaturgo a su modo; y lo que más le encumbra dentro del ámbito literario, el novelista de raras y revelantes dotes. Es en esta última fase de Lizardi y muy en especial en su obra máxime y me.
jor meditada, El Periquillo Sarniento, conde concentraremos para señalar su manifiesta desconformidad, su acristianada acri.
monia e indisciplina ante bien definidos y aviesos aspectos de carácter político, social y religioso. Empero, antes conviene hacer un necesario paréntesis aclaratorio.
Holgaría tratar, breye o prolijamente, puntos al parecer ajenos a la tesis que nos proponemos elucidar. Mas, una ojeada so mos virreyes, quienes, ora menos malos y de algún integrismo administrativo como lo fué notablemente Revillagigedo, ya arbitrarios y de torcidas inclinaciones, constituíanse en coadyuvantes e indispensables palancas de la monarquía y en irremi sibles atalayas avisoras contra todo movimiento que peligrase la estabilidad y prerrogativas de la realeza borbónica y del celoso Santo Oficio.
De entre la balumba heterogénea que comprendía los millones de habitantes de la Colonia, destacábase el elemento criollo: vigoroso, activo, de inteligencia y otros meritorios distintivos. Receloso éste de la falta de comprensión y simpatía a sus justas aspiraciones políticas, económicas y sociales, cúpoles resistir aquella atrabiliaria apatía que se le dispensaba; restóles antago nizar, con derecho, las bendiciones paternales y proteccionistas y las gratuitas dispensaciones civiles y eclesiásticas que, con exclusión a sus miras, se les otorgaban a José Joaquín Fernández de Lizardi los españoles peninsulares y a los de abolengo linajudo. Las razones de la Colonia en todas sus fases, estaban supeditadas a los intereses de la Metrópolis.
Testimonio fehaciente y pictórico del quimera a las condiciones que pervivían en za malhadado derecho de conquista lo forMéxico por los tiempos de El Pensador, maba el núcleo crecido y básico de millasubstanciará su mejor compresión. Porres de subyugados como abyectos aboríge.
que, cabe redecirlo aunque es verdad trines, postergados y sometidos a las veleidallada, que a todo escritor hay que circunsdes y vajámenes de un sistema de hijosdalcribirlo en el ambiente de su época ya que gos, mayorazgos y régimen feudal de granno puede escapar la sujeción a la ley de las des latifundios que imperaban como fiel influencias proporcionales de la agrupación trasunto y consecuencia de los repartimiensocial, y cuya manera de sentir y de pentos y encomiendas de los aciagos días de sar está innegablemente determinada por los conquistadores.
la raza, el medio, y el momento.
Las duras intransigencias individuales El virreinato de la Nueva España que que no escatimaban en repudiar a la sociepor casi tres centurias se mantuvo como dad, cual escorias atrabiliarias y execrabaluarte prepotente del cetro español en bles, al elemento indígena y mestizo, en el Nuevo Mundo, para los postrimerías del síntesis, las castas, inconscientemente en siglo xviii y los albores del xix, experimengendraban rencores y odios, venganzas que taba fuertes pulsaciones de dolencia que se nutrían en las fuentes de la ignorancia anunciaban el parto emancipación de la ahora débil y vacilante madre patria. Agrúy superstición, la pobreza y el abandono.
Producían los centros de enseñanza iluspanse causas disímiles y remotas para producir una fermentación saludable contra un tres ingenios en los estudios experimenta pueblo que fué a la vez mezcla de tirania les, las artes y las letras, amenizadas éstas, sin embargo, por la herencia gongorina y y de piedad, y que luego, esta misma efervescencia se prolongaría, transformada, en conceptista y el éxodus involuntario de la amarga y fratricida contienda llena de inpléyade de notables jesuitas. Los de abajo, numerables calamidades intestinas indicaen anómalo contraste, no experimentaban tivas de la carencia de unanimidad y cohelas saludables ventajas de la instrucción y sión. Si pujante y férreo fué el temple de cultura generales que pudieran disipar los los conquistadores, suspicaz, represiva y bocrasos errores y el oscurantismo que se rrascosa resultó la dirigencia de los últipadecía. País de contradicciones irregulares e ilógicas era México por aquel entonces: riqueza poderosa y deslumbrante por un Véase, Menéndez y Pelayo, Estética de lado, y por el otro, dolorosa miseria; cultuTaine en Historia de las Ideas Estéticas ra superior y envidiable, ignorancia extre.
en España, 4, Madrid, 1899, pp 326 ma; privilegios felices y denigrados indiviy sgts.
duos. Véase, Spell, Jefferson Don Catrin de la Fachenda, etc. México, 1944, Introducción y 257. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica