Repertorio Americano CUADERNOS DE CULTURA HISPANA Vol. XLIX San José, Costa Rica 1955 Setiembre y Octubre NO Año 35. NO 1169 Tras las huellas de Porfirio Barba Jacob Por Fedro GUILLEN (En Rep. Amer. De tarde en tarde por gracia de un poema o revelación de alguna anécdota desconocida, el desconcertante Porfirio Barba Tacob vuelve a nosotros. siem. pre, envuelto en esa nube de superstición, misterio, que lo acompañó en vida, rodeado de leyendas que amorosamente cultivaba para pasmo de ingenuos y júbilo de admiradores: todos los que escuchaban su palabra, su poesía.
Barba Jacob estaba dotado de múltiples virtudes. Supo de fogatas revolucionarias cuando sentó plaza como soldado, Dios sabe en qué tiempo, robando gallinas para el Estado Mayor y embriagándose con olor de las guanábanas en noches hipnóticas del trópico. Recorrio Centro América aleccionando poetas y sembrando acciones. Fué maestro de escuela. Trabajó en El Imparcial de Guatemala, y su diálogo rico en sugerencias influyó en el sensitivo Arévalo Martinez hasta hacerlo escribir varios libros uno de ellos magistralPasó luego a México, dejando en lugares que había cruzado, tiradas como flores, cien anécdotas de todos matices, desde antojo tragicomico de sesiones espíritas, hasta leyendas fabulosas de toPorfirio Barba Jacob (Cuando se llamaba Ricardo Arenales. xicomanías, firme siempre la descomunal cachimba de ámbar en la mandíbula agresiva.
Estuvo en las Antillas, donde lo conoció García Lorca. Cuentan que el día de su arribo a la Habana asombró a los economistas de la isla con un editorial sobre el azúcar. Hizo poemas y paseo entre elásticas negras del malecón, libi. dinosas y centellantes en noches cálidas: todas las del año. Recordando, solía contar escenas lúbricas endiabladas de las hermanas de Maria Belém.
México lo aprehendió en definitiva y ya no pudo irse. Algunas veces en provincias, en inverosimiles empresas mercantiles, en pequeñas jiras alucinado por nuestro paisaje que en ocasiones lo hacía hasta inventar palabras. acuarimántica. maravillosas. verdad. o de animador de redacciones, siempre pobre.
pero siempre orgulloso, esperaba con elegancia su Hora. biengastando el tiempo con el don taumatúrgico de su conversación, deleite de lujo de circulos insomnes.
Barba Jacob escribía poco y no afecto a escribir libros. Sus manuescritos olían a viejo en gavetas donde pasaban esperando segunda lectura Sabia PABRIKEN cra El escritor mexicano Fedro Guillén frente al mapa en relieve de Guatemala. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica