REPERTORIO AMERICANO El hombre en medio de las realidades y no de los mitos Por Jorge CARRERA ANDRADE (Colaboración. En Rep. Amer. Fragmento de un discurso pronunciado en La Sorbona, en París, en un homenaje del Círculo Paul Valery al autor. La sombra augusta de Valéry otorga una grandeza solemne a este recinto de arte y de meditación. Para mí, el nombre de Paul Valéry es una fuente de enseñanza y de pensamiento. Porque el poeta de La Jeune Parque aporta a la poesía una contribución maravillosa: el rigor, envuelto en los más ricos y sutiles velos, tejidos por la inteligencia. Durante más de un siglo, la poesía se había deformado al ve erse en las más extrañas vasijas o al correr libremente por el sólo placer de abrir un nuevo cauce. Valéry lleva por canales de oro la onda transparente y la conduce a los vasos más preciosos y musicales. Mas, su trabajo no consiste únicamente en la modelación de formas armoniosas, sino que, de paso, modifica también el contenido, enrita de continuidad en la obra. El motivo es muy simple: la literatura no es una profe.
sión en muchos países de la América española, y la poesía es considerada más bien como la marca de un destino funesto; además, el poeta como los demás hombres. se halla mezclado a la lucha política y a la construcción social y material de su país.
El poeta es frecuentemente periodista, maestro de escuela, agricultor, abogado, funcionario público o soldado de la revolución. Sabe que es uno de los fundadores de la cultura de su pueblo y no se niega a ejecutar los más humildes oficios. Al contrario del hombre encerrado en la galería de cristal de su biblioteca convivio de sombras ilustres el poeta hispanoamericano es un hombre que canta en medio de la muchedumbre.
RAMM RATELE queciéndolo con los matices y los fulgoras PAUL VALEPY No podía yo sustraerme a la influencia de mi tierra ecuatorial. El escenario dei trópico. Quito, centro de la zona tórrida. decían los colonizadores españoles, me dictó mis primeros poemas. Luego, el anhelo de conocer el mundo motivó mi gran pasión por la geografía. Entonces escribí la poesía del viaje; mas, ésta es la aliada fatal de la poesía del regreso, en ese movimiento continuo de ondas concéntricas que aparecen en el agua y terminan allí donde comenzaron.
espirituales más inesperados. De esta manera se presentan juntas en su poesía lo que no ha ocurrido frecuentemente en la historia esas dos raras virtudes, hostiles a veces entre sí: la perfección y la profundidad. Dibujo de Ramón Batlle) cordillera o los campos de caña de azúcar del litoral.
Valéry me enseñó las más elevadas normas líricas, como un preceptor invisible venido de la más joven y eterna antigüedad. mi devoción me llevó a intentar la traducción de sus poemas a la lengua de Góngora y Darío. En algunos meses de trabajo pude dar a conocer en español el Cementerio Marino del que existían ya una hermosa versión de Jorge Guillén y otras tentativas más o menos felices, realizadas en castellano por Emilio Oribe, Jorge Rojas, Olivares Figueroa. Cántico de las Columnas, Estudio para Narciso, Las Granadas, La Abeja, Helena y otros poemas. emprendí una obra más ardua: la traducción de La Jeune Parque, a la que dediqué tantos días de mi vida, iluminados por el descubrimiento del símbolo y el gozo del hallazgo del vocablo español, exacto, que correspondía fielmente a la palabra francesa original, como la imagen al diamante colocado frente a un espejo.
Buscar los libros deseados, construirse un mundo propio, educar el gusto artístico sin maestros, defenderse del cerco cada vez más estrecho de la barbarie, domar el lenguaje imperfecto, encontrar la belleza de las cosas circundantes y elevarlas a la categoría estética: tales son algunas de las tareas primordiales del poeta en los países todavía escasamente desarrollados. Acaso, el escritor europeo no comprenda a veces ciertas actitudes del escritor hispanoamericano, ciertas inconstancias en el pensamiento, cierta escasez de producción y falEn los escritores franceses del siglo xix aprendí el impulso generoso hacia el pue.
blo, el buceo de las profundidades espirituales, el respeto a la conciencia insobornable. Luego, Baudelaire, en la extraña compañía de Francis Jammes, Rimbaud al lado de Jules Renard, vinieron a visitarme y dejaron sus huellas en mi poesía. Huéspedes tan dispares, ellos encarnaban sin embargo, mis preocupaciones de esos tiempos, las oscilaciones de mi corazón entre la vida campesina y el supremo refinamiento de las ciudades más cosmopolitas, entre la simplicidad rural y el complicado universo.
Hombre solamente de dos estaciones, presentí el otoño antes de conocerlo en los bosques europeos. no me sorprendió el espectáculo del Arco del Triunfo o de la Torre Eiffel, pues ya los había visto en mis sueños sudamericanos, como había presentido igualmente a Apollinaire, a Cendrars, a los poetas unanimistas, a Valéry.
Mas, a pesar de tan sutil aprendizaje, mi poesía siguió un camino apartado del dominio intelectual del autor de Monsicur Teste. Mi experiencia poética es distinta de la de Valéry, habitante de un país de la más antigua civilización, donde la naturaleza amaestrada, los monumentos de una historia ilustre y las obras de los grandes creadores de la cultura humana ofrecen al espiritu su cotidiano alimento de sueños, conocimiento y filosofía. Los años de mi juventud, por el contrario, transcurrieron en medio de un paisaje elemental y entre seres primitivos. Existencia campesina, lejos de las rutas del mundo, a merced de los fenómenos naturales volcanes y ríos devoradores de hombres y de los abusos de los gobernantes autócratas, entretenidos a veces en pequeñas guerras civiles, en el escenario de follaje de las haciendas de la Los románticos, Hugo, las figuras mayores del simbolismo fueron mis maestros, en la época de mi juventud. Mas, la irradiación lírica del surrealismo ya no alcanzó a mi trabajo poético. Mientras la generación capitaneada por Breton, Eluard, Peret y otros, iba en busca del Inconsciente, me interesaba yo más en la conciencia y en el realismo. Un realismo más auténtico, rico de experiencias sensoriales, venía a enriquecer la poesía. Se hubiera dicho que el mundo estaba recién descubierto. Alrededor del hombre, todo era nuevo, virginal.
El hombre en medio de las realidades y no en medio de los mitos: Tal es le sentido de mi poesía.
Jorge Carrera Andrade París. 1953. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica