226 REPERTORIO AMERICANO injusto, porque no es cierto que mi educación fué descuidada, puesto que mi madre y mis tutores hicieron cuanto era posible porque yo aprendiese; me buscaron maestros de primer orden en mi país. Robinson, que usted cono.
ce, fué mi maestro de primeras letras y gramática; de bellas letras y geome.
tría, nuestro famoso Bello; se puso una academia de matemáticas solo por mí por el Padre Andújar, que estimó mucho el Barón Humboldt. Después me mandaron a Europa a continuar mis matemáticas en la Academia de San Fernando; y aprendía los idiomas extranjeros con maestros selectos de Madrid: todo esto bajo la sabia dirección del Marqués de Ustariz, en cuya casa vivía. Todavía muy niño, quizá sin poder aprender, se me dieron lecciones de esgrima, de baile y de equitación.
Ciertamente que no aprendí ni la filosofía de Aristóteles, ni los códices del crimen y del error, pero puede ser que de Mollien no haya estudiado como yo a Locke, Condillac, Buffon, Dalambert, Helvetius, Montesquieu, Mably, Filangieri, Lalande, Rousseau, Voltaire, Rollin, Berthot y todos los clásicos modernos de España, Francia, Italia y gran parte de los ingleses. Todo esto lo digo muy confidencialmente a usted para que no crea que su pobre Presidente ha recibido tan mala educación como dice de Mollien.
No muy bien conocido es el hecho de que Bolívar, desde muy niño, se codeaba con lo más granado de la sociedad caraqueña: en reuniones particulares donde se daba lectura a las grandes partituras de los insignes maestros, por cuanto el Padre Sojo, tío del Libertador, había introducido en Venezuela la música clásica 3; en tertulias, decimos, como las tenidas en casa de los hermanos Ustariz, donde Bello regalaba a los selectos contertulios con sus compo.
siciones primeras. De todo esto, el travieso Simoncito. como se le decía, sacaba partido provechoso. Los tutores de Bolívar fueron, según el mismo, escrupulosamente seleccionados por su madre doña María de la Concepción, persona, amén de distingui.
da, de sobrados gustos exquisitos. su instancia se buscó a Bello, quien, si a la sazón muy joven, deseábase como preceptor por las familias linajudas y de abolengo.
El Libertador menciona al Padre Andújar, capuchino del convento de San Jacinto. Conocido de todos era este buen hombre como muy perito en las ciencias exactas, quien, según Blanco Fombona, asiduamen.
te inculcaba en Simón los sanos principios de moral cristiana a las orillas del Guayre. Pásanse por alto otros tutores de no menos valía: los señores Carrasco y Vides, y Guillermo Pelgrón, quien malogró en su intento al proponerse hacer de nuestro hé.
roe un consumado latinista. Años más tar.
de, discípulo y maestro llegaron a compartir similitud de ideales y unieron sus votos en los fogosos conciliábulos prerrevolucionarios. Refierese Bolívar a un tal Robin.
son, el excéntrico don Simón Rodríguez, Recuérdese también que, la notable de conocido como el Pestalozzi americano. De voción del Libertador por los estudios y dicóse éste a poner de manifiesto la efec. buena lectura, especialmente los autores tividad de las teorías que el ginebrino plan. enciclopédicos y los del calibre de Tácito, teaba en su Emilio, ya que había llegado de Ovidio, Plutarco y Bacon, hacía que amiEuropa empapado de manera delirante de gos suyos le abastecieran del material apetoda suerte de ideas enciclopédicas, y muy tecido o le ofrecieran en venta grandes y en particular las propalada por Rousseau. valiosas bibliotecas como colecciones comEn Madrid el Marqués de Ustariz ganóse pletas.
con su sabia dirigencia la confianza del joven Bolívar y obró en él una decisiva reso. Volvamos pues, tras este ligero parénte.
lución, trocándose así el desprendimiento sis, a revisar las ideas educacionales y el de los libros por un apego ahincado y asom. interés de Bolívar por la instrucción del broso a materias literarias y conocimien. individuo y de los pueblos que liberaba. tos científicos. Refinado en gran manera, lo hacemos por creer que este aspecto de compartía en París horas de íntimo con su vida no ha sido estudiado con largueza sorcio en el laboratorio de los doctos varo ni ha recibido la elucidez que debiere. En nes Humboldt y Bonplant, amigos visiona. todo lo que hasta la fecha hemos consultarios, de nuestra América Esta consagra. do sobre el Libertador, el focus temático ción a los estudios en los años juveniles no versa esencial y necesariamente, sobre su dejó de producir aquellos sabios frutos del grandeza de genio militar, su emancipación saber humano que se traslucen en las pro del hombre americano y su virtuosa capaducciones intelectuales de la madurez del cidad como organizador de repúblicas y héroe. Tal lo revela un estudio crítico com razonador de constituciones. Prosiguiendo, parativo de los grandes y razonados docu pues, parécenos que el Libertador concebía mentos salidos de su intimo pensar. Tóme. la escuela como piedra angular de la Rese, por señas, su Discurso de Angostura. pública y alma madre de las democracias, Aquí, en un derroche de atrevida perora que diría De Hostos, 10 puesto que toda ción, se nos lleva a través de la antigua enseñanza, todo fin pedagógico, debe conhistoria a visualizar la legislación de aque cebirse fundamentalmente con definidos llos pueblos del ayer lejano: Roma, Grecia, propósitos sociales. La educación del indi.
Esparta, Tebes; o bien el memorable men. viduo, bien dirigida, dentro de los cánosaje con que presentó su proyecto de cons nes de moral social y justiciera, acrece el titución al Congreso Constituyente de Bo conocimiento en el pueblo de sus derechos livia, esta misma Constitución, y el análi. cívicos que, a su vez, aumenta la conservasis que de la magna carta hace a De ción de su honradez y felicidad. Básico Pradt de quien se consideraba admirador principio: ya nos lo advirtió el Libertador: constante y agradecido. un hombre sin educación es un ser incompleto. De comprobante a este notable y La concentrada y siempre asidua lectuparticular interés de Bolívar a que hemos ra fertilizaba con asombrosa seguridad la aludido, enfoquemos nuestra atención en memoria extraordinaria del Libertador. Así cierto tratado suyo intitulado La Instruclo aseguran Perú de Lacroix y Leary, en ción Pública. 11. Adviértenos desde el prindecanes e íntimos suyos. Testifican éstos cipio que el Gobierno forma la moral de respecto a la maravillosa facilidad con que los pueblos y los emancipa a la grandeza, Bolívar recitaba integros pasajes de tal o a la prosperidad y al poder. Las naciones cual obra. Lo cual substancia el afirmar ca.
marchan hacia el término de su grande.
tegóricamente, que el Libertador jamás per za con el mismo paso con que camina la dió su denuedo al estudio. En su volumieducación. El Gobierno, aunque sea desde nosa correspondencia, frecuentísimo es dar el centro de sus fatigas, ya arrostrando con frases al estilo de: anoche leí en Rou.
escasez de recursos, debe fijar su atención sseau. etc. tiene su explicativa: el sobre ciertos verdaderos fundamentos de Libertador llevaba siempre consigo una cola felicidad: la educación, plan de estupiosa biblioteca. Entre sus papeles encondios, creación de escuelas, fomento de las tróse una lista interesante que contenía los títulos de ciento tres volúmenes que, exartes y aprecio de los literatos y reglamentos útiles. En las aulas escolares, las bancluyendo diccionarios, consistía de libros das de muchachos consagrados por sistede viaje y ciencia militar, las obras de Hobma al ocio, la plaga de las calles, el estorbes, Sismondi, César, Montesquieu, Voltaire, bo de las concurrencias y la aflicción de Napoleón, Camoens, Homero, Virgilio, amén sus padres, se constituyen en sociedad relas fábulas de La Fontaine. Estos volúmeglada y decente. Sostenía el Libertador que nes habían desaparecido, pero afortunadala primera máxima que se inculcara en los mente, para el 15 de febrero de 1828 escri.
niños había de ser el aseo y los modales bía desde Bogotá al Coronel Tomás Mos.
finos y naturales. Sigue a esto la instrucquera: ción práctica de la etiqueta y la dicción He recibido la apreciable comunicapura, clara y correcta. Sugiere que al maesción de Ud. del 28 de enero en que me tro se le llame director, y a la escuela soparticipa haber parecido en Guayaquil ciedad. Una vez congregada la sociedad, mis libros, y lo celebro tan sólo por sería prudente dividirla en clases: 1º, 28 y que ellos distraerán a Ud. en sus ratos 38, compuesta de los principiantes, algo de descanso; sírvalse Ud. aceptarlos comás que principiantes y adelantados, cada mo un recuerdo de mi parte. grupo con su celador elegido con orden e Ibid. pp. 337 338. Véase Repertorio Americano, Londres, 1826, 1, pp. 231 y sgts. Véase Felipe Larrazábal, Vida del Liber.
tador, Madrid. 1, (nota. Véase Leary, Memorias, 10, Caracas, 1885, 18. 12, pp. 234, 295. Véase Documentos para la historia de la vida pública del Libertador, 10, Caracas, 1876, pp. 341 381. Cartas, 3, 126. Ibid, 7, pp. 153 157. Ibid, 4, pp. 208 y 298.
10. Véase, De Hostos, Obras Completas, XI, Habana, 1939, 263.
11. Véase, Lecuna, Papeles de Bolívar, 2, Madrid, 1920, pp. 85 93. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica