REPERTORIO AMERICANO 265 Ricardo Rojas y su duende obrero (Envío del autor)
Mendidaja Quebraba su paso cierto empaque mienza, él es muchacho de provincia de estatua. Había que entrar por la histórica en ciudad cosmopolita. Diapuerta grande, atravesar el jardín, rias jornadas de lecturas de historia sentarse a escucharle en una de las de la civilización en la Biblioteca Nasalitas de recibo junto a tejidos indícional: registrar todos los tiempos del genas y muebles coloniales, seguirle hombre. Después, el problema de la en la conversación evocadora de amivocación: abogado? Refiere las vacigos muertos Emilio Becher seguía laciones de un compañero: Mario Braviviendo en su palabra. pedirle me.
vo. Tenía el diplom debajo del brazo morias y aceptarle alguna moraleja.
y le confesaba, rondando las calles inEsa era manera de saberlo, recién en.
mediatas al antiguo edificio de la Fa.
tonces, dotado de una extraña vitalicultad, sus vacilaciones. El destino del dad afectiva, cuya luz se reflejaba inhombre en la conciencia del hombre.
mediatamente en unos ojos traviesos ¿A qué servir. Leyes y letras pueden de muchachón provinciano que lo era ir juntas? Don Ricardo las desglosó e de provincia norteña, india y española.
hizo capítulo detinitivo con las últimas, Sus ojos. las estatuas no los tienen que fueron sus primeras. comenzó de ninguna forma se encargaban de la ofrenda. El trabajo será, desde enentregarnos la versión íntima de este Pon a Reponton. Arnescens tonces, verbo único. Deporte. Fiesvarón de apariencias estereotipadas, de ta? El trabajo es fiesta y deporte. Tra ropas oscuras, como enlutado a perhomemase de baja sin método intelectual. Le es supetuidad, de silueta finisecular como ficiente la serena perspectiva de su opara ser grabadas en postales remebra, la clara noción las guías de morativas. Lo que estaba más a la 72 su conjunto, con protagonista princivista no era, precisamente, él. Don pal: el país. Como el trabajo es avenRicardo, era el otro, el de la convertura vital, no hay horarios. La buena sación. cazurra. el de esa lucecimemoria hace innecesaria la papeleta.
ta atrevida, generalmente intencionaHay jornadas de gabinete. Pero, en da que chispeaba en sus ojos, el habi biría lo mismo que usted escribió so cuanto puede, se escapa de la ciudad y tado por un duende jovial, cargado de bre Ricardo Rojas.
compone un libro en un monte andino, generosas espontaneidades y abun otro debajo de un algarrobo santiaguedantes energías, iluminado por un ex.
Cada voz a su hora. Cada estilo a ño, otro en una quinta suburbana. Ve celente buen humor de hombre feliz su tiempo. Lo valedero es la cuota de estos estantes. Nos indica un muey, además, incapaz esto es lo im labor. Es participar con plenitud de portante, lo sorprendente de afec esfuerzos. Es cubrir su hora, su tiem. ble giratorio de cuatro caras. Mi otación y retórica. Ese duende era po. Don Ricardo Rojas tenía anotada bra. Ediciones y reediciones. Se para más señas un duende obrero a su favor la alegría del trabajo. siente estatua, precisamente, en este esa alegría era parte de su mensaje momento en que nos rinde cuenta de Estoy diciendo tal como me acer para los nuevos. Reñir a los que en su inmensa cuota de labor? Pero, haqué a él, por vez primera, a su llama algo le niegan? No. Mostrarles su ale ber trabajado es haber aprehendido do. Le había alcanzado algún desafec gría y explicar los porqué de sus pa al mundo, y una vez aprehendido hay to que con respecto a su estilo el de sos, las condiciones en que debió traque seguir dándole pacto y trato de su generación escribiéramos en bajar, los signos de la época que lo trabajo mayor. Ahora, por las maña«Cuadernos Americanos. en nombre penetraron y se expresaron con él, los nas, escribo las memorias. En todo de disidencia generacionista. conflictos de su generación, los mojoNuestra generación de época de cricaso, estatua que tiembla, que revive, nes que la limitaban, las ambiciones sis tal el cargo no podía enten que la trascendían. En definitiva, un que se ha dejado dos ojos jubilosos derse con el lenguaje resor ante, abunde inocencia y picardia, más que para acta de su aventura. Cuando ella co.
doso, formal de la generación de él.
poder leer textos en ello encegue¿Nos había llamado para el reproche, cían para comunicar a su duende opara devolvernos el cargo, para rebrero con las cosas cordiales y vitales prendernos desde ese empaque de esAgencia del que integran su fiesta y su deporte.
tatua con que, desde la distancia, se Repertorio Americano La comunicación se deshizo. El duenle veía y no había, acaso, otra manera de obrero debió haber tenido induen Londres de verle? El llamado era para la comdablemente muerte alegre de avenprensión Stevens Brown, Ltda.
tura cumplida.
New Ruskin House. Si yo estuviera en el lugar de uste 28 30 Little Rusell Street, C1 Dardo CUNEO des nos dijo. es posible que escribiera eso mismo sobre la generación London, England Buenos Aires, Argentina, a la que yo pertenezco, y acaso escriagosto de 1957.
una Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica