La más rica de las argentinas Carecía de todo: le faltaba hasta el pan de cada día. Lo ganaba entonces con el apremio febril de la madre que multiplica en ciento su hambre con el Por Herminia Brumana hambre de cada uno de sus hijos. Lo ganaba a destajo, con el acelerado ritmo (Del sugestivo libro de comentaque imprimía a sus manos habilidosas, rios docentes, Buenos Aires le falmaestras en todas las industrias del tejita una calle. Ilustraciones de do, ignorantes en el gesto que copia la Melgarejo Muñoz. Editorial Losada, postura estática del ocio. Carecía de toS. Bs. Aires, 1953)
do. Cuando le llegó la época de la vida en que sus sentimientos de doncella ur. La casa de mi madre, la obra de perior no tanto a las fuerzas, cuanto a la gian concretarse en un hogar, techo y su industria, cuyos adobes y tapias purefugio par sus sueños y realidades, muconcepción de una niña soltera: dieran computarse en varas de lienzo teros para cerrar en el espacio de su mun jidas por sus manos para pagar su cons Con el producto de sus tejidos había do su responsabilidad de mujer, debió trucción.
reunido mi madre una pequeña suma de hacerlo ella también a fuerza de tarea, dinero. Con ella y dos esclavos de sus hurtándole al tiempo las horas de la fies En 1801, doña Paula Albarracín, jo, tías echó los cimientos de la casa que deta o del descanso.
ven de 23 años, emprendía una obra subía ocupar al formar familia. Como aquellos escasos materiales eran pocos para obra tan costosa, debajo de una de las higueras que había heredado en el sitio, estableció su telar y desde allí, yendo y viniendo la lanzadera, asistía a los peones y maestros que edificaban la casita, y el sábado, vendida la tela hecha en la semana, pagaba a los artífices con el fruto de su trabajo.
Así se alzó el que Sarmiento llama Mi hogar paterno. humilde en su origen, modesta en su factura, vulgar en su apariencia, una casa más, una de las tantas casas de adobe que formaban la ciudad de San Juan. Una casa que, por el trascurso del tiempo sufrió varias transformaciones. en esta casa, iluminándola con su sonrisa paciente y esperanzada, la madre de Sarmiento, ejemplo vivo de esas mujeres bíblicas que da mi tierra y que permanecen en la oscuridad confundidas con el suelo, el agua, el aire, con los elementos que por ser razón de vida no aparecen sobre la vida y se confunden en ella.
Mujeres con personalidad y cuyo mérito está en que no intentan brillar sino como la luna, por reflejo.
Pero en este caso especial, el reflejo viene del arte, una pluma genial que revive esa alma, que la recrea para que subsista a través de los tiempos en la memoria de los hombres, para que sirva de jalón y de fanal y a la vez que todos sepan. La historia de mi madre: Siento una opresión de corazón estampar los hechos de que voy a ocuparme. La madre es para el hombre la personificación de la Providencia, es la tierra viviente que se adhiere, el corazón, como las raíces al suelo.
Algo más que una madre. la mejor para cada hijo, había bajo esa pasta femenina privilegiada y era su ejemplo silencioso, pero eficiente, necesario a la vivificación del carácter del gran hombre, como el aire a la oxigenación de los pulmones, y aquella actuado como éste PSIXENCH por sola acción de presencia, sin máximas, ni sermones, ni castigos, ni promesas.
Verdadera aptitud educativa que ha poca distancia de la puerta de entrada, elede gravitar en las almas por la fuerza vaba su copa verdinegra la patriarcal higuera que imponderable de una calidad de espísombreaba aún en mi infancia aquel telar de mi ritu que todo lo rebalsa en vida y sigue influyendo en los seres que tuvieron su madre, cuyos golpes y traqueteo de husos, pedales y lanzadera, nos despertaba antes de salir el sol cercanía corpórea, hasta después de muerpara anunciarnos que un nuevo día llegaba, y con ta. Sin embargo tal aptitud educativa es él la necesidad de hacer por el trabajo frente a veces, independiente de la instrucción y ajena a toda ilustración, pues la masus necesidades.
dre de Sarmiento era casi inalfabeta. Sarmiento, Recuerdos de Provincia. Sabía leer y escribir en su juventud, tomo III de sus Obras, Buenos Aires, 1855. habiendo perdido por el desuso esta últi0 a a Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica