REPERTORIO AMERICANO 291 SELECTA La Cerveza 20 ELECTIONS del Hogar EXQUISITA SUPERIOR dificando, los pueblos transformando, los gobiernos cayendo y renaciendo, las dictaduras o tiranías desmoronando, las nuevas ideas apareciendo, luchando, subiendo o descendiendo, triunfando o siendo derrotadas, y cuando en la mente del que tanta cosa ha visto no ha de encontrarse otro espacio que para el desdén trascendental, vos, Maestro, os habéis dejado encantar por los estados crepusculares del pensamiento y, como Renán, habéis estado meditando vuestra preparación al olvido. Allá no llegaréis sino en vos mismo, que es acaso la mejor manera de asegurar el recuerdo. Rodeado aquí por gentes que os admiran, que os aclaman, que desean la prolongación de vuestros días en esta ribera del lago eterno en que todos nos hallamos, todavía somos muchos, yo el primero, los que confiamos en que seguiréis aquí, despidiéndonos con el pañuelo, mientras vaya alejándose la nave que nos lleve, satisfecha ya de lo que vimos, al lugar de donde no hay retorno.
Junio, 1951.
Revoluciones, guerras y consecuencias Por SANIN CANO (En El Tiempo, de Bogotá, 17 III 52)
cadas, traiciones, rivalidades, asesinatos y venganzas, una empresa que parecía irrealizable a primera vista. el dictador es casi siempre un dictador sacerdote: su autoridad, su bárbara audacia, su habilidad o sus mañas, su ambición y su éxito le rodean de una aureola sagrada; está penetrado de mana. de él depende la felicidad del país, el curso de la vida está pendiente de su voluntad; a su capriho caerá el mana sobre los que le sirven: es un semidiós. lo cual es pertinente observar primera.
mente que el dinero de los europeos venido a la América Ibera no viene ni ha venido en calidad de regalo. En los tiempos pasados los prestamistas extranjeros, según su propio decir, suministraban dinero a estas repúblicas como usureros a elevadas tasas de interés, con la mira de realizar grandes provechos. Ninguna de esas sumas ni sus intereses se perdió nunca definitivamente en conversiones, consolidaciones, flotantizaciones y otros enjuagues de más pomposo nombre, los banqueros eui opeos hacían su agosto. Ahora, que los banqueros y sus asociados, como es sabido, subvencionaran revoluciones en la América Ibera, consta que lo hacían corriendo los riesgos de un aventurado negocio. No todas esas aventuras daban siempre satisfactorios resultados. Tal sucede en todo género de empeños temerarios.
En segundo lugar, el señor Lauwe habla de los gastos de las revoluciones y de los dispendios suntuarios de los dictadores. En materia de gastos, en las revo! uciones iberoamericanas hay ya precedentes sobre su costo y resultados. Constan algunas cifras. Un estadista colombiano de amena memoria se puso una vez, entre chanzas y veras, a hacer la cuenta de lo que a Colombia le habían costado sus revoluciones, hasta la última acaecida en 1900. El político en cita, hombre de vasta experiencia, ministro varias veces, presidente otras, agente fiscal por turnos, diplomático, dele gado de su país en congresos internaciona.
les y hombre de empresa, no enteramente extraño a las revolucionarias, ocupó algu.
na vez sus cortos períodos de ocio en com.
putar el dinero consumido por Colombia en sus revoluciones de cincuenta y tántos años. Al tenor de sus cálculos, el innominado hacendista pensaba que esas luchas internas del país en busca de libertad y de mejoramiento civil a Colombia le habían costado en dinero y otras propiedades, cosa de dos millones doscientas mil libras esterlinas. Representando Colombia entonces, por su población, territorio, riquezas aparentes y reales, el término medio entre sus hermanas del Continente, podía suponerse en un cálculo un tanto aventurado, pero no absurdo, que todas las revoluciones iberoamericanas habrían costado veinte veces más, o sean 44 millones de libras esterlinas, que computadas al cambio del día podrían representar unos 220 millones de dólares. Siendo esto así. cuán tos días habrían menester las naciones que tomaron parte en las guerras de 1914 y 1939, que les costaron un billón y cien mil millones de dólares, para gastar esos doscientos veinte millones que costaron las revoluciones iberoamericanas en cincuenta años? Los cálculos son fáciles y el resulta do es elocuente como una tempestad en el mar Caribe. Para derrochar esos 220 millones de dólares consumidos por las revoluciones americanas, de México a la Argentina, en 50 años, las naciones partici.
En los años de su mayor popularidad y de sus más claras predilecciones y simpatías, fué convidado Henrique Heine per la Gaceta de Augsburgo, célebre por sus aficiones literarias, a escribir la crítica de las poesías del Conde Platen, su enemigo cor.
dial, que acababan de aparecer. vuelta de correo dio Heine por contestación éstas o semejantes palabras: Señor director: He recibido, para dar mi opinión sobre ellas, las poesías del Conde Platen. Me parecen muy malas: yo no las he leído, pero pue.
do compararlas con las del poeta X, que tampoco he leído. Un discreto, bien infor mado y sesudo colaborador de El Tiempo, da una breve y jugosa noticia de dos li.
bros, el uno de un francés llamado Lauwe, que más parece alemán, y el otro, de un colombiano que hace o escribe historia colombiana desde Madrid, en España. No conozco de estos libros sino los pasos citados por el agudo comentarista, señor Morales Pradilla, y por lo tanto, y por carecer de la flema germano israelita de Heine, no me a.
trevo a clasificarlos. Además, se decía en tiempo de Barrés y de Anatole France, que es una tendencia de edades muy antiguas esto de estarles poniendo nombres a las cosas. No solamente es anticuada la tendencia, sino que los calificativos de bueno y maio en punto a literatura van perdiendo, si no lo han perdido ya del todo, su valor determinativo. Lo que es bueno para unas gentes, viene pareciéndoles detestable a otras, como se ha palpado en estos días; y lo que un tiempo fué recomendablemente hermoso, pierde sus caracteres de nobleza y sublimidad, conforme van corriendo las lunaciones.
Mas, en cuanto a la verdad objetiva, es posible, por ejemplo, comentar al señor Lauwe. De quien puede afirmarse con apa.
riencias de verdad, leyendo sus párrafos de historia reciente, que acaso viene de la lu.
na o ha estado viviendo en uno de esos posibles sistemas planetarios colocados por intrepidez del pensamiento humano en la inmensidad, a manera de ejemplo, de esa nebulosa llamada vía láctea.
Dice, por ejemplo, el señor Lauwe, refiriéndose a las repúblicas iberoamericanas:. el dinero del extranjero (en Latinoamérica) servirá aún largo tiempo para pa gar los gastos de las revoluciones, los dispendios suntuarios de los dictadores, el panen et circenses de las multitudes ibe.
roamericanas; y las más insignificantes repúblicas construirán para sus simulacros de asambleas palacios más hermosos que los de nuestros viejos países, respaldados por veinte siglos de historia. El iberoame.
ricano carece de esa magnífica probidad civil que ofrece como modelo a Inglaterra, de cuyo gobierno puede afirmarse que, si no está exento de errores, conquista la admiración desde el punto de vista de la hon.
radez y del desinterés. más adelante. Por desgracia, en medio de las vicisitudes por que atraviesa, Iberoamérica no tiene un ideal que la sostenga. No ha sabido crear una mística capaz de unir las voluntades en torno de una acción común.
Sobre los gobernantes dice Lauwe, entre otras cosas. veces un criollo hábil y ambicioso o un aventurero astuto, ávido de oro y de poder, realiza con éxito, en medio de embos Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica