AnarchismAnti-communismVíctor Raúl Haya de la Torre

REPERTORIO AMERICANO Otra vez en medio del camino (En El Tiempo.
Bogotá, 30 de octubre de 1948. Luis Alberto Sánchez, rector de la Universidad Mayor de San Marcos, de Lima, y eminente colaborador nuestro, nos envía desde Santiago etapa inicial de su peregrinaje en el nuevo exilio su primer artículo después de los sucesos de El Callao que sorprendieron al partido aprista y que sin embargo dieron ocasión al gobierno del señor Bustamante para intensificar su política de persecución antidemocrática contra quienes nada tenían que ver con la frustrada revuelta, como lo ha venido a demostrar ahora el levantamiento del general Odria conectado con el de El Callao y no sólo ajeno a! Apra sino francamente antiaprista. El artículo de Sánchez dice así: Yo sé, por ejemplo, de un sabio y joven profesor, verdadero cazador de sueños, a quien se tiene recluido en un asilo, en cierta parte del mundo, apartándole de sus más dilectas ocupaciones, que rendían y rendirán mucho bueno para la patria. Yo sé de otro y eso me llega muy de cercano tan joven, pero empeñoso y tozudo, que tenía en marcha la obra de restauración progresista de una vieja Universidad, y que hoy ve detenerse, mellarse, acaso derrumbarse obra de grandeza patria. En otras palabras: yo tenía, además, escritos dos tomos de la Historia de la Literatura Peruana; en marcha el cuarto; aderezados el quinto y el sexto, después de años de consagración, y heme aquí, ahora, detenido en labor de provecho americano porque a alguien le molestaba que yo fuera capaz de pronunciar regulares discursos, y no me resignara, como no me resigno, ni a abandonar a amigos en momentánea desgracia, ni a pedir clemencia por culpas no cometidas. aquí estoy, de nuevo en libertad, con papel de inocencia y tinta de patriótica angustia, encarando, otra vez, en nuevo nacimiento, a los 48 de mi edad, al destino, sin hiel ni arrebato tratando de serenarme para no interrumpir más la obra a que me creo llamado. Este artículo, señor lector, me cuesta más trabajo que ninguno, pues se me agolpa la pasión en el pecho, tocando a rebato en el corazón. Callar, callar, quizá sea la más alta forma del valor. Callar, y no ser cruel, que se lo puede ser hasta con el pasajero vencedor, si, como en el presente caso, tiene pies de barro, pero sin cabeza de oro.
Luis Alberto SANCHEZ. BAIXENCH Una vez Alfredo Goldschmidt, el famoso economista alemán de tantas vinculaciones en nuestra América, escribió un artículo sobre La crueldad Sudamericana. Lo glosó Haya de la Torre exponiendo sus muchas y dolorosas experiencias al respecto. Debo insistir en el tema a la luz de una también directa experiencia.
Aquí, en Santiago de Chile, me planto, como siempre, de cara al destino, no para vituperarlo ni maldecirlo, sino para decir muy recio: somos a menudo inferiores porque aún somos crueles; y somos cobardes, porque somos inferiores; y somos retrógrados porque somos cobardes. En suma, la crueldad es fuente y consecuencia de nuestros mayores males.
Acabo de sentirlo en carne propia, una vez más, y no me encojo. No discuto, pues sería inelegante, nada respecto a las causas, pues de eso se ocupará la historia cuando pueda escribirse con tinta, y no con otras materias poco dignas. Discuto el procedimiento. Cuando en un país, o un continente, se pasa tan violentamente de la adulación a la diatriba, y no respetan jerarquías intelectuales y morales, y se confunde la cultura con la maquinación, y se lanza toda una obra en marcha a la inseguriLuis Alberto Sánchez (1948)
dad y tal vez al fracaso, por satisfacer pasiones subalternas, y se pisotea sin piedad al supuesto vencido, sin recordar que éste, una vez vencedor fué generoso y clemente; cuando todo eso ocurre es, sin duda, porque algo está podrido en Dinamarca.
No menciono el país ni el hecho concreto.
Prefiero hablar extra tempo y extra sitio. Me apasiona el problema general. La consecuencia filosófica, la tremenda lección desalentadora.
Santiago de Chile, exilio de 1948.
razado Potemkim, iniciativo de las tendencias sociales del cine de los últimos años. En lo técnico, trajo al séptimo arte, el montaje, considerado como ampliación de los sistemas expresivos con imágenes. En América, realizó una admirable obra, de la cual se conoció sólo una parte, con el título de Tempestad sobre México. Un escritor norteamericano, Upton Sinclair, logró interesar a algunos capitalistas para rodar, en la patria de Diego Rivera la película que Eisenstein había concebido, sin personajes centrales, con el pueblo, con los campesinos, como autores. El drama de la tierra y la Revolución Mexicana eran un escenario admirable para las inquietudes sociales y la capacidad de dirección de conjuntos del director ruso. Pero cuando hubo adelantado el trabajo, los hombres que subvencionaban la empresa, desistieron. No era solamente una obra artística cuanto quería lograr Eisenstein. La sangre del pueblo, sus sufrimientos, la epopeya de las indiadas, iba quedando en un tremendo film más documental que ficticio, copia de una realidad cuyas aristas no deseaban descubrir para los públicos del mundo. Así quedó incompleto el esfuerzo de México. Algunas de sus porciones se emplearon por diferentes directores, en fecha posterior, para distintas películas.
Para algunos, el cine sonoro significaba, cuando surgió, la limitación de las facultades creadoras de Eisenstein. Se equivocaron. Precisamente en Iván el Terrible aprovecha no sólo la música admirable de Prokofiev, sino las voces de individuos, como en la escena de la coconación, o de las masas populares. La mayor parte de los directores de cine dejan pasar las voces como males necesarios o como ruidos incidentales, como simple medio de comunicación. Eisenstein las coloca dentro de un plano estético, acorde con el acompañamiento musical. Durante el presente siglo muchos historiadores se han lanzado a averiguar cuál ha sido el significado de las grandes luchas de clases y de intereses en la historia del mundo y de cada país en particular. De ello ha resultado una historia más verdadera y más rica. No se parte, para elaborarla, de premisas condicionadas.
El gran film exhibido solamente durante una semana en Caracas, fué impugnado por unos pocos. Los demás prefirieron saludarlo con silencio hostil. Dos causas coadyuvaron a tales actitudes. La una, se refiere al empeño todavía de no reconocer las grandes realizaciones culturales de Rusia. Se quiere presentar al país soviético solamente como reservorio de conspiraciones, de obscuros designios, de barbudos anarquistas. Su literatura, su ciencia, su arte, no se nombran, no se quieren recordar.
Ciertamente muchos tienen razón: si ellos desconocen absolutamente el desarrollo de la cultura rusa y de muchas otras ¿cómo habrían de predicar ideas distintas a las que les enseña el manual antisoviético y guerrista que es Selecciones, fuente de su más profunda cultura? En el cine, tema del cual hoy nos ocupamos, Rusia ha resultado poseedora de los más grandes directores. Y, además, de un sentido artístico naturalmente distinto al de las menudas aventuras personales. Los directores soviéticos incorporaron al mundo de las sombras y las voces, el sentido social que preocupa a su pueblo y transformaron los modos de concebir los relatos históricos y las luchas de los campesinos, los obreros, los intelectuales.
La otra razón por la cual no puede resultar Iván el Terrible grato a cierto grupos, es la lección de sentido popular que da a los gobernantes, y la interpretación histórica que suministra a los estudiosos. La historia hasta cierto momento, no ha sido la historia de los pueblos, sino la historia de sus clases dominantes, como el arte no ha sido el arte general, sino de los privilegiados. Cuando se asiste a exhibiciones de Museos, se está en presencia, no del arte de todos, sino del arte de unos cuantos. Los relatos históricos no han sido hechos por sus actores, por las masas, por los oprimidos, sino por los opresores o sus agentes. Poco se ha escrito en tiempos anteriores al siglo XIX, que reflejase un pensamiento distinto a lo que se enseñaba en las academias y universidades tradicionales. Muchos episodios históricos no han sido narrados con fidelidad y actores interesados han desvirtuado la significación de muchos esfuerzos colectivos o individuales. Los historiadores de hoy, sabedores de cómo se ha Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica