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REPERTORIO AMERICANO 73 (Se trata de Jesús Menéndez: líder azucarero, asesinado por el Capitán Casilla, del ejército cubano. Jesús Por Nicolás GUILLEN (En Hoy. La Habana, 23 de enero de 1949, Envío del autor. oscuro lo hace temblar, escarbando la tierra; una fuerza Cesconocida para él le detiene el ímpetu arimal, el ansia física de persistir. De donde se le amenaza, de qué sitio va a partir el mazazo sobre el cráneo bruta. De ninguno. Es apenas una angustia telórica: la de los primitivos Casillas rupestres cuando habían logrado de sus víctimas el dominio de la cueva.
Los grandes muertos son implacables. Parece que se marchan, que se deshacen, como si la última paletada de tierra los separara por siempre de nosotros, pero quedan vivos, tenaces y presentes. El aniversario? Bien lo sabéis: es una marca, un hito en ese camino sin término hecho de tiempo sutil; camino polvoriento de instantes menudos, como una arena fina. No hay que esperar cada año para que Jesús nos oiga, porque él no espera tanto tiempo para hablarnos: lo hace siempre, lo hará toda la vida, es decir, toda su muerte. No se nos aparece. ocurre simplemente que no desaparece.
El desaparecido es el otro. El vivo es el muerto. Casillas, que creyó matar a Jesús, se mató a sí mismo. Fué un suicidio, no un asesinato. Qué es su persistencia mineral, sino una muerte anticipada, un adelanto lúgubre!
Anda acosado por su pistola. Libre? Más.
preso que nunca! Rojo de sangre ajena, hablando sin voz, como los espíritus, sin que nadie le oiga ni le entienda. Qué de palabras terribles y acusadoras, en cambio, resonándole en el cráneo vacío! Caña, plomo, ejército, bala, yanqui, azúcar, mocha, salario, huelga, ingenio, partido, capitán, cárcel, viuda, entierro, hijos, venganza. Un torbellino de voces que lo acorralan y persiguen, o que de repente se le quedan fijas, luminosas en la noche, como las estrellas, que nos miran desde todas partes. Oh estrellas, qué miedo dáis. Todas estáis ahí, todas estáis!
Ecce Homo (Por Jacob Epstein. Jesús se le halla todos los días. Trabaja y espera. Pasea su isla, pero también se sale de ella. Recorre sus cañas míseras, se inclina sobre la tierra, habla con el cortador sudoroso, lo anima y sostiene. Pero llegan telegramas, llegan noticias volando sobre el mar de que lo han visto los trabajadores del Zulia contando las veces que el balancín petrolero pica la tierra hasta llegarle al corazón. De Chile se supo que Jesús recorrió las sombrías oficinas del salitre en Tarapacá y Tocopilla, y que lo esperan en Antofagasta. Ya ha preguntado por Pisagua y por las minas de carbón de cobre. Cuentan los bogas del Magdalena que cuando lo condujeron a lo largo del río, bajo el sol de hierro, les habló del plátano servil y del café esclavo en el valle del Cauca, y del negro acorralado al borde del Atlántico. Hierven los morros. las favelas en Río de Janeiro, porque allá anunciaron su venida. Un indio de México habló sin mentarse. Dijo: Una noche lo tuve en mi choza. veces se demora en el Perú de plata fina y sangrienta. volando hacia la punta sur, se junta con los peones en los pagos enérgicos, y les aprende la queja viril llena de angustia decorosa.
Jesús sonríe. No está en el cielo, sino en la tierra; no pide oraciones, sino lucha; no tiene sacerdotes, sino compañeros; no levanta iglesias, sino sindicatos.
Nadie lo podrá matar.
que él dejó sin padre? Va custodiado entre fusiles, que velan por su vida advertiréis además. iQuién lo duda. Pero habéis indagado en qué instante sonríe puro, sin que un freno caballar le convierta la sonrisa en una mueca restringida? Sale al campo, monta en su cabalgadura, lleva machete y revólver concluiréis angustiados. Así es. pero quién le vió mirar las nubes blancas y veloces, seguir en suspenso el vuelo de una paloma, sentarse a la orilla del río a escuchar la música de un ruiseñor?
Casillas no llora por lo que hizo, pues matar es su manera de vivir. Pero un temor ¿Quién sabe de Casillas. Está en Manzanillo me diréis. Anda suelto, olfateando la selva. Es cierto. Pero habéis averiguado si duerme? Está en su casa insistiréis todavía sin que la ley lo moleste. Lo sé. Pero os han dicho si puede mirar cara a cara a sus hijos sin que recuerde a los otros, los hijos normas de estilo y conducta, se intentan soluciones de arcaísmo (repetición automática de un pasado muerto) o de futurismo (salto en el vacío. o bien de retraimiento en los casos individuales. También se da el que Toynbec llama cisma de palingenesis. el proletariado, al segregarse, funda otra religión superior, creación sólo en apariencia debida a la mayoría social. El proletariado externo se guarece en bandas de guerra y poesía heroica. movimientos que no entran en la circulación de la sociedad ya condenada a desaparecer. Es la Era de Turbulencias, otra señal de muerte, que en su carácter violento desata guerras atroces entre los Estados conscientes de su independencia, y en su fase de alianza se incorpora en la mejor creación de las minorías gobernantes, o sea el Estado Universal, por desgracia efímero y que pronto se desempeña en tira y afloja renovado de discordia y concordia.
En tanto, como en crisálida, una nueva civilización sucesora se ha estado preparando, por obra de la Iglesia Universal elaborada por el Proletariado Cismático.
La acción individual, en tales casos, cuenta poco. Hay cuatro tipos de salvadores; dos salvadores de la sociedad: 1) por el sable y por el poder; 2) por la apelación al pasado o al futuro, y dos salvadores contra la sociedad: 1) los fundadores de filosofías para las minorías dominantes; 2) los fundadores de religiones, cuyo reino no es de este Mundo.
Así como las fases de desintegración se repiten con más regularidad que las de creación, así también, en las decadencias, la psicología individual toma por los cauces monótonos de la standardización. contraria a la diversificación fecunda de los crecimientos. El pulso mortal late con los mismos compases: discordia, concordia; sub discordia, sub concordia; catástrofe.
Toynbee fué precedido por el modesto Flinders Petrie (The Revolution of Civilization, 1911) y por el conspicuo Spengler, que no deja de evocar a Gobineau (Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, 18531855. aunque difiere de Spengler en muchos respectos y desde luego por sustituir al concepto de determinación racial el de determinación cultural, más difiere aún del materialismo histórico, por su constante alegato de libertad moral y su constante finta hacia la meta religiosa. Por lo demás, pretender que rea mente haya logrado hacer hablar la totalidad de la historia sin canalizaciones y adulteraciones subjetivas, sería pedirle algo que supera los supuestos mismos de la inteligencia concedida a los humanos. De aquí que a veces parece seleccionar lo que le conviene en la historia, y otras, interpretarlo de un modo que no es la única interpretación posible en el caso. De éste, como de todos los libros sistemáticos, bien puede decirse que preferimos los episodios al sistema.
Aun la brillante fórmula del desafío y respuesta no nos parece de una aplicación absoluta. cada una de las generalizaciones de Toynbee (aun declaradas como tendencias. habría que añadir aquel signo de probabilidad o aquel signo de sugestión que Renan echaba de menos, en su afán por matizar los grados, desde la ignorancia a la certeza, pasando por la doxa u opinión y la episteme o conocimiento. Problema que Mallarmé, en el orden poético, resolvía con letras de distintos tamaños.
Ni qué decir que nos asombra un poco esa candorosa teología con que se procura explicar el origen del mal, para mejor garantizar Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica