152 REPERTORIO AMERICANO ¡Que viene Don Quijote!
Por Pedro GARFIAS (En el Suplemento de El Nacional de México, y por los ojos de mis semejantes.
Todo el mundo es la Mancha y un silencio de polvo cae sobre el corazón, pesadamente. Qué oigo? Un sonar de cascos, una parla de arroyo. una sentencia aguda, una frase a la luz, como una flecha.
Ni el Eclesiastés, ni el Kempis, ni el Infierno de Alighieri, libros tan tristes son como el que tú escribiste, Don Miguel de Cervantes.
Permite que levante mi palabra como una humilde copa, en tu loor. Maestro!
Padre de mi lenguaje, rector de mis ideas, alimento celeste de mis sueños, pastor de mis tristezas; tú sí, Señor de España y mil veces Señor, oye mi voz, allí donde tú estés, lisiado y pobre, veterano de todas las desdichas, huésped de toda cárcel, tú el más noble de todos, buen esposo y buen padre, militar y poeta y funcionario probo, y el genio de más alas que conoció la tierra, a quion sólo los hombres dieron penas, lluvia de llanto el cielo, frío de espina los caminos largos.
Que quiero ver tu barba temblorosa y tus ojos de fiebre enternecidos, tan claros y suaves de verlo todo y comprenderlo todo.
Tú sí, español de cumbre, castellano de acero, ven acá, buen amigo, que tú nunca supiste de adulación torcida: Reina el dolor y la injusticia reina en el mundo que tú nos descubriste.
La fuente de tus ojos, nunca exhausta, sigue fluyendo por los ojos míos Es Don Quijote, tu Quijote, hermano, y el mío y el de España y el del mundo. el fiel y noble Sancho sobre Rucio a su vera, y Rocinante caracoleando, y en el brazo la lanza, y al viento el corazón, no la coraza, y la frente a los cielos con yelmo de cartón.
Señor, Señor de todos. se hará el milagro (ahora?
Que los gigantes, de verdad gigantes, caigan a tierra como espigas rotas.
Que las princesas, de verdad princesas, sean rescatadas de las zafias manos.
piezan a moverse en la actitud del corredor, del púgil o del lanzador del disco. Es la época de Pérgano y la de los armadores navieros de Corinto, que desde el clásico siglo de Pericles comenzaban a montar una civilización con sus industrias cerámicas, o algo después.
El paso de la cultura formal (contemplativa, inmovilista, adentrada en la exploración de un tipo de sabiduría subjetivo) a la civilización dinámica puede ser revelado con este simple ejemplo: el hombre del santuario, de tipo religioso, mira las formas como expresión plena. En ellas se complace, establece sus relaciones con otras y sus significados morfogenéticos; pero no las destruye. El dinamista de la civilización le responderá al quietista, con. muy buen sentido, que una vela es precisamente una vela cuando arde, o sea cuando entra en función práctica. Pero el quietista le responderá a su adversario que como la función destruye la forma, la utilidad de quemar la vela sólo es realista mientras ésta arde; una vez agotada, ya no es vela. Es claro que no se trata aquí de una negación absoluta, pues formas y funciones se corresponden en el Universo, y el quietismo puro sólo puede ser reservado para grupos cuya finalidad es muy diferente de las necesidades propiamente sociales.
El mismo problema se ha propuesto la dinámica moderna, emplazada totalmente en el pensamiento aristotélico: nosotros vivimos consumiendo las formas y no sólo las materiales en un torbellino de dinamización que está agotando el ciclo de las reservas concebibles, puesto que las costumbres y la psicología profunda están desapareciendo rápidamente dentro de esa luz autógena de la dinámica contemporánea. ninguna estructura sólida puede sostenerse sin una materia inerte (en el sentido de la regulación física) que sirva de medio incombustible a los elementos echados en el procedimiento mental de la era moderna.
De allí ese desasosiego de las civilizaciones presentes, que no encuentran asidero alguno en medio del eterno cambio. Este es el primer indicio de la angustiosa profecía de Aristóteles, inventor de un método de exploración al que posiblemente tuvo horror después. luego veremos como esta tragedia pasa a nuestros días, en una forma filosófica que no ha tenido solución.
Libertad para el preso, justicia para el pobre, respeto para el loco, para el gobernador honrado, insulas, y palabras de miel y aros de sol para la dulce, dulce Dulcinea.
La ancha risa a los campos y el dolor en la entraña.
Si en la tierra el tropiezo el ideal arriba, más arriba, ique viene Don Quijote y va hacia Dios!
ALLA ADENTRO II La Forma y el Límite Por Rafael CARDONA (En La Prensa de México, Envío del autor. ANTONIO URBANO EL GREMIO De la Teoría de las Ideas, de Platón, debía pasarse forzosamente al empleo de las energías que representan. Este problema de la Forma de las Funciones ha sido material de innumerables estudios, desde que Aristóteles, descontento del quietismo filosófico y la contemplación, decidió trasladar al campo de la exploración neutral y la práctica toda la concentración de las relaciones de la forma. Se han ocupado de ellas los neoplatónicos, los cabalistas medioevales y finalmente los filósofos modernos; los que más han conocido la angustia de los límites en que se mueve toda la aspiración humana de plenitud, de sabiduría y de paz.
Por consiguiente, puede marcarse un límite muy neto entre las culturas antiguas y el aristotelismo. La cultura realmente antigua es comprensión pura y grávida del Sér: una vivencia del sujeto pensante. se explica que esta actitud quietista correspondiera a la forma de la estática de las formas, como simples relaciones del pensamiento, pero no como potencias dinámicas. Que las formas son potencias en sí mismas (como en los números vivientes de Pitágoras) no cabe duda. Pero a un hombre antiguo no se le habría ocurrido ponerlas en acción práctica, es decir, destruirlas en razón de una funcionalidad dinámica como lo vemos en nuestro tiempo. Cuando Aristotales aparece, la cultura antigua entre en decadencia, y en el lugar de la antigua plástica inmovilista vemos aparecer por todas partes una dinamización de la cultura practicista, tanto en la estatuaria como en la mecánica aplicada. las viejas estatuas del templo antiguo suceden las de los atletas, cuyos mármoles emTELEFONO 2157 APARTADO 480 Almacén de Abarrotes al por mayor San José Costa Rica Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica