REPERTORIO AMERICANO 291 ENTERESE ESCOJA: Lo que sabía mi loro. Una colección folklórica infantil.
Reunida e ilustrada por José Moreno Villa. Un vol.
pasta 12. 00 Euclides: Elementos de Geometria 15. 00 Dr. Juan Marín: El alma de China. Vol. empastado 20. 00 Jenofonte: Recuerdos de Sócrates. Banquete. Apologia 30. 00 Luis Alberto Sánchez: La Literatura Peruana 13. 00 Teol Balzac: Fisiologia del Matrimonio 22. 00 Rodolfo Mondolfo: En los orígenes de la Filosofía de la Cultura 00 112 Popol Vuh. Edición de Adrián Recinos. Un vol. pasta 16. 00 XL Odas selectas de Horacio 00 20 animivo m500 Entiéndase con el Administrador de Repertorio Americano.
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do trascendental, de este hombre cuyo pensamiento se jacta de coincidir, a veces, con las concepciones de un hombre de Estado? En libros como El Mundo que Nace, Europa, Norteamérica Libertada y Meditaciones Suramericanas hay, en efecto, algo más que una serie de divagaciones semi mundanas aplicadas a este o al otro objeto. En todas ellas es posible sorprender toda una doctrina de luz.
El mundo vive, en verdad, su más aguda crisis. Este trance representa, sin embargo, algo necesarísimo para ver de saltar, en lo histórico, hacia una situación donde priven los valores ecuménicos, asienta en las páginas donde traza el boceto del mundo que habrá de surgir. El libro Europa está formado por una serie de retratos psicológicos de todos los países occidentales, galería a cuyo final queda espacio para una amplia visión del autor sobre el porvenir de tales pueblos a los que jamás idealiza demasiado, pues todo pueblo es, naturalmente, horrible; tan horrible como el hombre en sí mismo considerado lo es, salvo cuando topa uno con una criatura de excepción.
Norteamérica Libertada es, seguramente, uno de los más agudos estudios sobre el gigante pueblo del Nuevo Mundo. Consideradas por su autor como su obra más importante, las Meditaciones Suramericanas son, por lo menos, juntamente con el Diario de Viaje de un Filósofo, de sus más bellas páginas. Coincidiendo en tales Meditaciones con tesis como la de Laurence sobre México, Keyserling habla de una América cuya inintelectualidad es, quizás, la más noble promesa para la humanidad entera. Armado el pensador de su típica concepción dualística, aplica las consecuencias de tal concepción a la realidad suramericana donde, dice, todavía no irrumpe el espíritu. Unamunescamente, por ello, Keyserling apellida a México el pueblo del sentimiento trágico de la vida, o sea donde, más allá del mundo de la gana, empieza a expresarse el espíritu blando, aún, en sus balbuceos, de dolor y catástrofe. Con todo. cuál podrá ser, en síntesis, la actitud más profunda del pensamiento de Keyserling. Cuál podrá ser el fondo de toda esa filosofía expresada en libros tan serios como lo son Renacimiento y El Conocimiento Creador? Porque nuestro filósofo es algo más que el escritor preocupado en dictar conferencias, a la par de Paul Valery, en el parisino Palacio del Trocadero; conferencias en las que, por cierto, expresa cuáles son, a su juicio, las responsabilidades del espíritu en esta especial hora de crisis.
Sin abandonar su occidentalidad ni traicionarla, Keyserling, el alemán del Báltico, pertenece, ciertamente, a dos mundos. Su mentaidad atestigua haber recibido en la misma proporción que las lecciones plenas de energía de Europa, la sutilísima sabidurí metafísica del Oriente. En nuestros días, quizás solamente Ricardo Whilhelm haya ahondado más en la metafísica china, tratando de desertrañar su mensaje riquísimo. Porque con la mayor naturalidad habla Keyserling de los Kings, o libros sagrados; sobre todo del primero, el King, texto también llamado de las Mutaciones y en el cual abrevaron Lao Tsé y Confucio.
La metafísica de Keyserling arranca de una fuerza activa supra fenomenal idéntica, en muchos aspectos, a la que Lao Tsé denomina el tao. Tal fuerza. que contiene los gérmenes de todas las cosas, o sea las semillas del espíritu es la que da sentido al cosmos. Keyserling llama a su filosofía, por esto, la filosofía del sentido.
Cada hombre en lo particular y cada cultura, en una forma más general, representan así el desarrollo de un germen, o sea la traducción de un sentido. Tal la razón de ser de cada quien hombres o culturas constituyendo su unicidad su característica suprema. De aquí, para Keyserling, que el deber de todo hombre sea penetrar en el sentido de su vida y desenvolver su personalidad de acuerdo con tal sentido verdadera raíz divina de nuestro ser. Frente a esta tarea cualquiera moral no aparece, en su limitación, más que como una serie de reglas si se quiere definitivas en sus aspectos ordenadores, pero, con todo y eso, hijas de lo fenomenal. Todo aquel que ahonda el espíritu con prejuicios morales escribe el autor yerra sobre él en algún modo; pues teniendo el espíritu en el sentido creador su esencia, no puede haber para él nada definitivo ni fijado para siempre. La doctrina de la gracia ilimitada de Dios constituye, en este plano, el único atisbo canónico de la verdad: si el Dios de los cristianos dispensa tan generosamente la gracia, no puede tomar fundamentalmente en serio las cuestiones morales.
Pero el pueblo que más grandiosamente ha representado la falta de seriedad y la amoralidad del espíritu es la India concluye.
Los únicos pecados contra el espíritu son, en consecuencia, para la metafísica keyserliana, la incomprensión, la indolencia o la cobardía. El sentido cósmico se halla colocado y trabaja más allá de todo bien y todo mal, razón por la cual jamás debemos preconizar ascetismo alguno, sobre todo en los órdenes materiales. Ahí donde los hombres como las culturas nacen, se desarrollan y mueren, el único progreso consiste en un acrecentamiento interior. través de todas sus obras nos habla Keyserling con una serenidad no exenta de ironía y capaz, en todo caso, de apellidarse la más clara comprensión, tanto de Buda y Jesús como de Tamerlán y Lucrecio y Goethe.
Porque lo fundamental es, después de todo, penetrar hasta el sentido de nuestra personalidad, o sea de acuerdo con la terminología de Occidente: Ser cada uno quien es. Frente a esta tarea, ahora bien, harto indiferente resulta el papel representado por cada ser en esta divina comedia que tiene, por su parte, una valencia de positiva altitud en la existencia de cada quien, pues sólo cuando la parte terrestre del hombre ha llegado a su desarrollo plenario, puede haber para nosotros una espiritualización tal que no solamente no nos deforme, sino que acabe dando realidad trascendental a nuestras vidas.
temMensaje al paisajista Por Alexander BIERIG (En el Rep. Amer. En mi mano abierta, sólo un puñado de semillas. Las habrá vanas entre ellas, y los vientos las llevarán desapercibidas al mar. Otras caerán en suelo malo, donde no hay esperanza de germinación, o un pájaro las tragará, para luego olvidarlas. Pero otras tendrán más suerte. Se agarrará su raíz del suelo, y se alzará un vástago con tiernas hojas ávidas de luz. Mas jay. la prolífica maraña empuja y estruja y les echa su sombra encima, impidiéndoles ostentar su flor. para qué, entonces, confiar al viento un puñado de semillas. No es mera ficción, creer en milagros. Sí. no hay milagros. Todo es lógico y real. Mas hay. esperanza. si una única semilla del puñado cayera y prosperara en un rincón fértil y esparciera su fruto a los vientos. habría sido vana también la esperanza?
nuestra alma, nuestro ser.
Gozamos hoy un cielo calmo, límpido, radiante en su celeste luminoso: mañana, quizás, nos agita un huracán, impetuoso fustigador de deshechas nubes huidizas, o nos entristece un feo gris monótono. Ahora nos anima y alegra el rosicler de la aurora, luego nos apesadumbran densas cortinas plomizas, o nos desconsuela la cara fusca o tétrica al acercarse o desbordarse un fenómeno temible e indeseado. horas después si nos sonríe la suertenos iluminan los fugitivos rojos fúlgidos y el oro líquido de la lejanía occidental, y pronto nos abismamos en los más gratos sueños ante el azul violado y adormecedor, que, poco a poco, se transforma en inmensa bóveda semibrada de refulgentes astros.
Como claro es, la índole de un nublado o su ausencia, siempre van de acuerdo con el estado meteorológico del momento en la propia región, con la precisa estación y la hora del día. invariablemente, el reflejo celestial entona la comarca, soplándola y envolviéndola con su inherente tinte, imprimiéndole así su armonía natural.
El firmamento forma parte integrante de la comarca comprendida. Ofrece infinita variación de aspectos y celajes, y cada apariencia vibra y se confunde en unísono con nuestro ver, con nuestro sentir y pensar, en fin, con Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica