Joaquín García Monge

REPERTORIO AMERICANO 219.
Estas noticias Washington, 26 marzo 1949.
Don Joaquín García Monge.
San José de Costa Rica.
Mi grande y buen amigo: Permítame usar, en su más hermosa significación, esos adjetivos, para enviarle desde esta ciudad mis saludos y algunas noticias que no debe perder Repetorio. Una de las primeras almas que he tratado al volver a Washington, es Juan Ramón Jiménez, a quien he conocido en toda su maravillosa plenitud, y proyecta para este año un nuevo viaje a Buenos Aires, de la que habla en tono de vehemente admiración (conferencias, exposiciones, librerías, y, sobre todo, los hombres de letras. En una de sus tertulias he vuelto a charlar con la poetisa argentina María Teresa. Walsh, una de las voces más puras de América, en casa de Juan Guzmán Cruchaga, poeta y diplomático chileno, be conversado con el mexicano Ermilo Abreu Gómez, que tiene listo para la prensa Nufragio indio y con la gran traductora de poetas hispanoamericanos al inglés, Muna Lee. a un milímetro de mis preferencias al historiador peruano Jorge Basadre, jefe del departamento de Relaciones Culturales en la Unión Panamericana, y al hombre de letras y de ideas colombiano Alberto Lleras Camargo; y a la vuelta de la esquina un grupo de estudiosos de la Historia de nuestra América (Cardoso, Wilgus, Hills, el brasileño Aluizio Napoleon. Seguiremos bablando. aquí siempre muy suyo, Rafael Heliodoro VALLE.
Esta actitud se sintetiza en su conocida frase. El Perú es un organismo enfermo: donde se aplica el dedo brota el pus.
No legó tampoco un programa, un conjunto de ideas. Pero no se le podía pedir tanto. El cumplió su misión: removió la tierra y abrió el surco. Otros vendrían y echarían la semilla Sin embargo, la obra de mayor trascendencia en González Prada es la política. Su actitud rebelde, acusadora, denunciante, rectilinea, es la que se admira. Ella casi eclipsó a la artística, desplazando al verdadero Prada. Lo que en rigor era Prada es lo menos aparente en él y aquello que justamente menos pudo llegar a realizar con plenitud artística: un poeta. ha dicho con bastante exactitud Jorge Manach.
Dilatado tiempo permaneció González Prada en Francia. Concurría con puntualidad a las clases que en el Colegio de Francia dictaba Renán. Escribió como homenaje a su figura una semblanza de gran valor. cantaba. Región de libertad, yo te saludo, yo te saludo, generosa Francia que en la sangrienta lid con la ignorancia fuiste la mano, el hierro y el escudo.
Coleccionó sus artículos en un volumen.
En 1894 salía a la luz, en París, Páginas Libres. En esta obra hacía gala de una nueva ortografía. Ella se caracterizaba por el uso del apóstrofo, de la jota en vez de la g, de la en lugar de la y griega, etc.
De regreso al Perú en 1898 continuó la brega. Encontró su partido, la Unión Nacional divididor La situación política del país era anormal. Lanzó una arenga que representó la voz de alerta para el oficialismo. Se dedicó a colaborar en algunos periódicos. Pero el gobierno, como en el 88, lo había amordazado.
Había tendido a su alrededor un cerco; lo tenía maniatado. Todos los periódicos en los que colaboraba fueron sistemáticamente clausurados. Continuos ataques le dirigían sus enemigos. Se le impidió hacer uso de la tribuna para dictar una conferencia. Nada lo arredró.
Las lanzas no hicieron mella en su carne. Al lado del obrero persistió en la campaña. Prada alejose del Partido, al apreciar que éste no seguía la línea impersonalista que él le había in primido. Sintiose más solo que antes. La Unión Nacional se apartaba del maestro, tomaba otros rumbos.
Refugiado en su hogar, frente a una madreselva y al lado de su francesita, escribía. De su pluma emergían versos y más versos. La soledad lo acompañaba. La poesía era su refugio.
Volvía a ser González Prada, el poeta. Retornaba a su propio ser. Su espíritu vibraba en cada línea, en cada estrofa. Habíase despojado de ropajes pesados, molestos. Ahora sí que se sentía más libre, podia dilatar sus pulmones con más facilidad, expresarse en su propio lenguaje, en el que manaba de sus intimos sentimientos En 1901 apareció su primer volumen en verso. Cien números impresos con cariño y dedicación por su Animadora y por su hijito de diez años, Alfredo, fueron la primera edición. Minúsculas fué un paréntesis en la lucha.
En 1908, cual ráfaga esterilizante, ve la luz su segunda obra en prosa. En ella reunió sus más atrevidos y combativos artículos. How ras de Lucha desencadenó sobre don Manuel, nuevamente, un huracán de odios. El frasco de las insidias se destapó y vertió su veneno.
Pero González Prada era inmune.
Habíase separado definitivamente del Partido. Al dar cuenta de su renuncia, decía: Aviso a usted que, por no faltar a mis convicciones, me separo de la Unión Nacional. Yo no acepto una política de genuflexiones y acatamientos a los enemigos, principalmente a los conservadores y ultramontanos. Una vez más Prada demostraba su fibra. El no había nacido para la transacción frecuente en la política.
Ya no lo rodeaban los poetas del Círculo Literario ni los políticos de la Unión Nacional. Cada día se acercaba más a los obreros, a los intelectuales jóvenes. Ellos participaban ahora en las tertulias en la casa de don Manuel. Ellos eran los que lo comprendían. ellos brindó don Manuel su esfuerzo.
Fué solicitado para varias conferencias. Una de ellas titulada El Intelectual y el Obrero. Delineaba las relaciones entre ambos. Encaraba el problema social de candente actualidad. Vemos a González Prada evolucionando, poniéndose a tono con el minuto, el segundo en que vivía. Había perdido la fe en la política; ahora era un revolucionario. Los intelectuales sirven de luz; pero deben hacer de lazarillos, sobre todo en las tremendas crisis sociales, donde el brazo ejecuta lo pensado por la cabeza. decía con exacta visión. agregaba: Las revoluciones vienen desde arriba y se operan desde abajo. Muchos jóvenes continuaban por su senda. Cuantos amanecieron a la literatura bajo el signo de González Prada, solían referirse al Pueblo, con mayúsculas, cual si fuera un nuevo mito. apunta Luis Alberto Sánchez en su magnífica obra Don Manuel. continuaba escribiendo. veces en hojas vo! anderas. No importaba. El seguía haciendo obra. de cuando en cuando dejaba traducir su anticlericalismo en alguna conferencia o en algún periórico. En Presbiterianas propinaba rudos golpes al clero. Fué ésta la obra que siguió a la primigenia, en verso. luego vino Exóticas. Manojos de versos radiantes, El poeta resucitaba. Emergía en medio de la lucha. No fenecía. Algún cuarteto rezaba. Orgullo con las frentes orgullosas, Bondad con las entrañas bondadosas.
Esa la ley constante de mi vida, Sólo me inclino a recoger las rosas.
En 1912 don Manuel, el gran don Manuel. desempeñaba el primer puesto de importancia de su vida. El nunca había aceptado prebendas. Había despreciado curules mal ganadas, embajadas, posiciones respetables. Sucedía a don Ricardo Palma en la dirección de la Biblioteca Nacional.
Nuevos y reiterados ataques sufrió Prada. Se le acusaba de haber claudicado. El mismo don Ricardo Palma lo atacaba. González Prada no sabía enmudecer ni hablar a media voz. Respondió a los zarpazos, a las imprecaciones. Palma y Prada se situaban frente a frente. trabajaba con dedicación en su escritorio de la Biblioteca Nacional. Catalogaba obras. Adquiría volúmenes y colecciones; siempre laborioso, infatigable.
Mediante un golpe de mano militar el Coronel Benavides se había apoderado del gobierno. Otra vez la soldadesca estaba en el poder. Prada había sido siempre antimilitarista.
En mayo de 1914, tres días después del atropello, renunciaba. se lanzaba con nuevos brios a la lucha, como en sus mocedades. Cogió la pluma y editó un periódico. Desde esta tribuna rugió. Nuevamente su verbo acusador se dejó oír. Pero también nuevamente se le rodeó, se le amordazó, se le hizo el vacío. La publicación fué suspendida. Le quedaban sólo las hojas efímeras. continuó su prédica.
El panorama político peruano varió. El año 1915 cambió el gobierno. Prada regresó a la Biblioteca Nacional. Esta vez en medio del aplauso casi general. Blanco Fombona había escrito un prólogo elogioso a su libro Páginas Libres. El crítico venezolano, recientemente desaparecido, encumbraba al apóstol, rendía pleitesía al hombre integérrimo. Ya se le empezaba a reconocer sus méritos. La figura olvidada y vilipendiada comenzaba a escalar la posición que todavía hoy no ha alcanzado plenamente.
En un rinconcito de su hogar, junto a su perro, inseparable y cariñoso compañero, escribía. Escribía sus versos. Redactaba artículos que frecuentemente le solicitaban.
Un fatídico e inolvidable 22 de julio de 1918. Apenas pasaba la hora máxima del día.
El sol se encaminaba lentamente al occidente. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica