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370 REPERTORIO AMERICANO canta el himno a la Democracia Presente y Futura. que en la mayoría de los Estados de América no se puede cantar.
Así, pues, Presidente Gallegos, en esta ceremonia cívica, extraordinaria y de resonancia continental, están todos. iQuizás digo mal, perdonadme. Parece que aquí no están todos. Hagamos una aclaración. Aquí faltan solamente lo que por su parcial ceguera sólo pueden volar en las tinieblas cavernarias, sin poderse rcmontar con sus alas a las alturas de la Democracia siempre llenas de luz. Pero ellos, precisamente por su ausencia, son en realidad los que más acentúan la significación espiritual y social de este acto. Los grandes hombres, como Rómulo Gallegos y los culminantes hechos históricos, como el presente, adquieren todo su alto relieve por la luz de las propias verdades que los iluminan de lleno, pero también por las ajenas y profundas sombras que los perfilan de soslayo y realzan con el claro oscuro su verdadera grandeza.
Un huracán de fuerza está destruyendo las instituciones democráticas legítimamente elegidas con las mismas desaforadas ideas de opresión explotadora que inspiraron a Mussolini y a Hitler. Se está nazificando a las repúblicas de América porque sus instituciones democráticas astorban. Unos dicen que el vendaval viene del Sur, otros que del Norte; unos que de los usurpadores de Portugal y España, otros que aquél sale de las mismas cavernas nacionales. Pero no hay que engañarse. La furia absolutista viene de todas partes. Es Doña Bárbara que retorna con su trailla de perros amestrados para el terrorismo contra los infelices explotados e insumisos. No hay que distraerse en averiguar si los perros que están desgarrando a las democracias en toda América, son galgos o si son podencos, como los que, según la fábula, pillaron descuidados a los discutidores e ingenuos conejos. Todos aquellos son cinicos y feroces; son los lobos que, disfrazados de abuelita ordenada y buena, quieren devorar a la hermosa Caperucita porque ésta toca su cabeza con el gorro frigio de la libertad.
Hoy, como en los días de Bolívar, los absolutistas monopolistas han formado su Santa Alianza para destruir las instituciones democráticas en América, como hace más de un siglo formaron otra de ese mismo nombre blasfemo contra la independencia de las Repúblicas de América, sin quererlas reconocer. Los monopolistas irresponsables de la fuerza bruta, los monopolistas privilegiados de la producción económica y los monopolistas fanatizador3 del pensamiento, están estrechamente aliados en todas partes, semiocultos a veces tras de esa espesa cortina de humo, negro y fétido, que forman siempre que se juntan en la historia por el fuego de las codicias, el humo de la pólvora, el humo del petróleo y el humo del incienso.
El caso de Venezuela no es sino un episodio de esta nueva guerra, que desde hace años se ha planeado y se sigue contra todos los pueblos de la latinidad, especialmente contra los de América, a los que se quiere mantener en el sojuzgamiento económico y político, en una realidad colonial. Qué habrá que hacer? Pues lo que dijo Simón Bolívar en situación análoga. Volver a empezar! Contra tales criminales desmanes tendrán de nuevo que unirse para defenderse contra sus enemigos internos y externos todos los pueblos de América, así los de la América del Norte, como los de la Central y la Insular y los de la del Sur, pues a todos la nueva Santa Alianza los comprende por igual en sus intencionales planes de rebarbarización y dominio.
Ya no basta la llamada doctrina de Monroe: América para los americanos. que es anacrónica, anfibológica y corrompida. Hoy habrá que tener un más claro pensamiento. Todas las naciones de América para sus respectivos pueblos; cada república de América para todos sus ciudadanos. lo cual, en definitiva, equivale a lo que dijo un célebre presidente de la República Argentina: Toda América al servicio de toda la humanidad.
Para representar los esfuerzos de los pueblos de América por la instauración definitiva de la soberanía del sufragio y de la democracia en todo el Continente, vos sois ahora el hombre, Rómulo Gallegos, aureolado por vuestros insuperables prestigios y ungido por el ultra je. Honorable señor Presidente de los Pueblos Unidos de América! Los cubanos libres os saludan y os ofrecen homenaje, compañía y sus mejores augurios por la restauración de la Democracia, la Justicia y la Paz.
un fenómeno más que local, un fenómeno latinoamericano que, en la secuencia de su brote, aparece hoy en este, mañana en aquel país.
De aquí la importancia de considerar, si se ha de considerar un día, el problema del Ejército frente al Poder civil de la nación, con criterio continental y tratar de resolverlo, asimismo, niediante la ayuda concertada de América. Nacido de la rebelión de las colonias contra la Metrópoli, el Ejército es el padre de la Independencia. En el caos y por el caos de la República pierde su destino y, en años posteriores hasta nuestros días, contribuye, con raras excepciones, no a cimentarla sino a destruirla, cuando no la para de muerte como en los casos de omnimoda dictadura militar. Absorbe porcentajes del presupuesto más altos que los destinados a educación y sanidad, los dos problemas más tremendos en cuya insolución perece la América Latina. Más de una vez se ha lanzado a aventuras de agresión contra sus veciros. Ha sido, por lo general, escuela para una buena porción de nacionales abandonados por el Gobierno que, de otra suerte, habrían permanecido en la esclavitud que da la ignorancia y la miseria. Muchos y útiles ciudadanos salieron y salen de esos grupos que, a no ser por su ciudado, estarían bajo explotación ignominiosa, si no de siervos de una clase feudal. En este plano ningún Ejército más que el latinoamericano ha hecho, sin duda, obra más civilizadora. Sin intentar un balance de sus realizaciones dentro de la nacionalidad, resta indicar su valiosa contribución en el campo de la investigación científica y del mejoramiento físico del país. El aspecto que aquí se discute es el de su intervención en el Gobierno, que es y debería ser de incumbencia civil. Si a las veces ha sido oportuna para salvar de la demagogia o de la oligarquía civil a la República tal la República latinoamericana es la frecuencia de esa intervención, en nombre de una no comprobada defensa de los intereses del pueblo, ha retardado más que la misma demagogia civil en los congresos y asambleas el desarrollo democrático de las repúblicas, porque al fin por las leyes la administración es asunto de la autoridad civil y no de la militar y entre errores y aciertos hay que esperar madure aquella en conciencia cívica y política, y se ha madurado. Por obra de esta intervención incontrolada se pasa la República entre una de carácter paternal o padrastral mejor la descrita y otra brutal, de asalto al Poder, a la cultura y a la propiedad, tipo éste en vigencia en los países más infelices. Qué hacer con el Ejército? Si no hemos El Continente de la Cuartelada Por Manuel CRESPO (En el Rep. Amer. STECHERT HAFNER, Inc.
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conseguir una suscrición al Repertorio Americano Si el derrocamiento del Gobierno de Rómulo Gallegos por el Ejército no es sino un caso más de asalto de las Fuerzas Armadas al Poder Civil en la historia de la anárquica vida política de la América Latina, su periodicidad como fenómeno continental a lo largo de una centuria invita a pensar que ha llegado quizá el tiempo de plantear seriamente ante América la cuestión. Qué debe hacerse con el Ejército? Para hablar de la última intervención militar venezolana en los asuntos de la suprema autoridad civil nacional, he ahí un país que por resolución que parecía final de su pueblo de aspirar a los frutos de la democracia, brutalmente suprimidos durante años por la dictadura o concedidos a medias más recientemente, y mediante unas elecciones encomiadas en toda América por su corrección y universalidad de sufragio, sale a la escena a ocupar puesto de honor en el creciente movimiento continental que intenta la votación popular y la retención de la autoridad civil como medio y órgano definitivos de Gobierno. Transcurren unos meses y por razones que no llegan claras a la distancia y que, cualesquiera sean ellas, jamás pueden ser valederas porque su examen y último juicio corresponden al pueblo, por los órganos establecidos de la democracia, y no al Ejército, si hemos de conducirnos como civilizados; la cuartelada echa al suelo al Gobierno legalmente constituído y de un golpe, con deshonor rara la América Latina toda, desbarata una victoria popular largamente planeada y limpiamente conseguida. Porque precisa insistir en que en nuestros errores y aciertos, y más en los primeros, nos hallamos unificados ante los ojos del mundo. Somos un compuesto diferenciado, acaso indiferenciable, no por ignorancia extranjera, sino en fuerza de nuestra indivisibilidad como sociedad, por origen, desarrollo y destino. Una revolución, una cuartelada en Paraguay, Perú o Venezuela, constituyen Con esta acreditada Agencia obtiene Ud. la suscrición al Repertorio Americano: The Moore Cottrell Susbcription Agencies Incorporated North Cohocton, New York Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica