REPERTORIO AMERICANO 381 Sinfonía Lírica (En el Rep. Amer. la memoria del Maestro Don Roberto Brenes Mesén.
El amor en toda su fuerza, lo manifiesta en Tu amor: Siento de mi sangre el calor, y doy infinitas gracias por tu amor.
Pongo la mano en mi pecho y digo: él aquí me besó. Qué ternura más grande me baña!
Quiero hacerte temblar con mi locura.
Sientes cómo vives en mi entraña?
Sientes esta inmensa eterna ternura?
Amor, tu amor! Hundi mis brazos y mi cara mi cuerpo y mi alma en toda su esencia, y nunca, nunca olvidaré dentro de mi tu presencia.
En Nuestro jardín, revive en lo etéreo lo que fué y lo que ahora es solamente en su corazón.
Al compañero que se hace digno de merecer el amor de la mujer poeta, le dedica Hombre que amo: PBRIXENCE Me dices: No soy poeta: soy hombre que amo.
Fresia Brenes de Hilarou (1936)
los malos, buenos, pero. cuando uno vive. la censura, el oprobio, la falta, el chisme, la pequeñez. la injuria.
Ahora muere, vengan flores, vengan los discursos, las lágrimas, los versos, la vanagloria.
Maestro y padre, amigo y compañero, le venero.
El amigo de siempre, el óptimo don Joaquín, me ha hecho entrega del fruto sazonado, jugoso, repleto de vida plena, de Fresia Brenes de Hilarov. Sinfonia Lírica llama la autora al libro. Sabiendo, don Joaquín, como quería, respetaba y consideraba al otro amigo cterno don Roberto Brenes Mesén, maestro a la vez que consolador y director, puede valorar el agradecimiento mío por esta ofrenda de amor, doble floración de aquel intelecto claro y veraz, ya que, de tal árbol salió su hija.
Sí, completamente lírica, subjetiva, intertia, sentimental, rebosante de inquietud por romper las vallas de acá y lanzarse, de una vez, hacia lo desconocido para rasgar el velo.
Pocas veces había hallado, en un volumen de poesías, tanta desazón, tanta angustia, tanta inquietud. Fresia no pára. El espacio y el tiempo le son imposiciones a su deseo de ser en lo eterno. tal deseo lo manifiesta no de una manera egoísta, con ansias de satisfacción individual, sino en un deseo de comunión universal. Excelente hija, amantísima esposa, delicadísima madre y emocionada hermana, es, también, plenitud de amor global. Amor a los suyos, a los niños españoles y chinos sacrificados por la codicia de los sádicos réprobos; a los ancianos que contemplan la vida que fué, como bálsamo a su soledad y frío; a las mujeres ultrajadas por la bestia; a los hombres morenos, rubios, blancos que murieron, creían por una causa santa! Fresia se muere de amor, y por esto, santa panteista mística, venera con unción la belleza que está en cada cosa: el lago, la nube, el pájaro, el pino, la flor. La buena madre, la inmejorable compañera la compañera que todos quisiéramos tener que le abre los libros al esposo adorado, que le ordena sus papeles, que los colecciona al irse éste de este mundo, que los publica con la unción de las cosas santas, como debe sentirse aludida al leer los versos de su hija. Pobre corazón, frente a los recuerdos evocados en las páginas de Fresia.
La poesía de ésta no es rebuscada, no es contada, no presenta rimas sonoras: no va al oido, sino recto al corazón. Hay, lo repetimos, sinceridad, toda la sinceridad que pueda caber en una mente noble. Pero, en todas las composiciones, a más de esta sinceridad, lo que hay, siempre, siempre, es inquietud, fiebre devoradora de ser totalmente, de vencer todos los obstáculos para lograr el infinito en todo, sobre todo, en el amor. No le importan las apreciaciones ajenas, aquellos pareceres de mentes estrechas y mal intencionadas: le basta su conciencia, y su conciencia, como su padre, otrora, le dice: adelante. Que cuál es la mejor? Si todas son una sola, porque todas nos dicen, de un modo diferente, su gran anhelo de alcanzar lo que ni ella misma sabe; pero que lo presiente, que llega a tenerlo al alcance de la mano. Veamos algunas. Encabeza el libro con la composición Roberto Brenes Mesén, y, en ella no vemos sólo a la hija, es también la discípula que honra a su maestro, la mujer que venera al hombre, el sér que llora al sér hermano. Así lo dice ella: En Amor de martes, dice, sin eufemismos, directamente, como llegó a ella el amado y cómo ella lo recibió, con todo su sér: Martes aquella virgen mañana en que a ti vine sencilla, sin importarme el criterio de los hombres, ni el pensamiento sórdido del mundo.
Soleida, Ana María, Hiram, son los gritos de angustia al encontrarse sin estos hermanos estimados que se le anticiparon en el desfile final.
En Sola, insiste en su dolor de hermana sin los hermanos y en ella, ya al final, exclama: Soleida de la negra cabellera, Hiram el hermoso, Flaminio el alegre.
Ana María morena del jardin!
Hombre que amo. Dónde. En qué lengua más hermosa estrofa, más bello canto que este amor que tú cantas?
En Alegría de mujer, manifiesta el dolor por los inocentes victimados por el loco sadismo de los subhombres que llevaron el crimen colectivo a los pueblos del mundo. Padece los sufrimientos de los niños españoles y chinos, sacrificados al egoísmo descentrado de los demonios humanos que hacen de la tierra un infierno real. los hombres de todas las latitudes muertos por los que desencadenaron la guerra, les habla con valentía y sentimiento en Pantera salvaje.
Ama la soledad, y como que ésta es más solitaria en la noche, ama la noche porque en clla se siente más sola entre los amados. Así nos lo dice en Ave nocturna.
Siente la inquietud de ser, de ser totalmente, de vencer el tiempo y huir del espacio y padece al sentirse presa en los límites de la materia. Esto es lo que se lee en Caminando sola.
Murte bella. En esta composición considera a la muerte como el querubín que abre la puerta de lo que es tangible para ofrecernos el misterio que anhelamos conocer toda la vida.
En Quiero cantar, poesía preciosa en cuanto a la forma y al contenido, expresa su eterno deseo de volcar lo interno para darse, darse eternamente.
La mujer america la del trópico, bella y sincera, canta a las mujeres de todo el continente el deseo de fundirse en un mismo ideal de solidaridad humana, mostrando y ofreciendo este ideal a las de todo el mundo. Así lo dice al terminar la composición Nosotras: Mujeres que llevamos el Universo en las Centrañas y soñamos con todas las naciones hermanas. El seguido y siempre creciente deseo de convertir el Yo en Nosotros, lo manifiesta en Mi Interior.
Ella misma, por fin, lo dice, en Yo, la inquietud humana: en seguida, manifiesta su rara sensibilidad al decirnos: Es entonces cuando comprendo qué bello es morir!
Cuán terrible vivir. Vivir con heridas candentes en la mente; heridas que nunca duermen, que nunca callan, cue constantemente claman.
Heridas sin luz, hondas y secretas y despiertas hasta cuando el silencio duerme. en esta composición hallamos la sentencia trágica, que todos hemos constatado y todos constataran: Derecha ojos al cielo, paz en el alma: esta vida es un momento. Se espera que la muerte quite el sello de los labios; al partir, hasta los tontos se vuelven sabios. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica