REPERTORIO AMERICANO 243 Itinerario de la estatua Por Alfredo CARDONA PEÑA (En el Rep. Amer. Octavio Barreda.
No consientas que alguno te persuada que es ajeno de Dios este cuerpo; cosa de Dios es, y así también mirará por él, y no consentirá que sembrado en la tierra, le vaya a resultar de peor condición que un grano de cebada. Cirilo Hierosomilitano, Catechesis, IV.
La Biblia con la imagen y semejanza, el Génesis soplando en el barro dormido, la Teología como una mujer inconsolable, tocando en un armonium, inclinada, llorando como un sauce, diciendo que mi cuerpo es un templo habitado, que hay que tener cuidado porque es frágil, Miguel Angel golpeando las montañas, Fidias desesperado por las niñas del mármol, Praxiteles cumpliendo su condena en el Louvre, nuestra carne en enigma y prohibido lebrel, casa ignea, reflejo, morada de la luna, los tactos, esas llamas, tocándo! o y subiendo mientras ángeles vienen vestidos de bomberos, los dedos de los pies apoyando el apoyo, las plantas donde ríen y duermen las hormigas, luego el talón de Aquiles tan histórico, todo eso por la ruta del futbolista llegando a las rodillas, que se sientan, conversan y nos miran, toman el té, se cansan y cambian de postura, las rodillas que nos golpeábamos cuando niños, que hizo Dios como un gran carpintero, después las piernas tan saludables y bailables, piernas de Merlene Dietrich en la cinta Marruecos. de Josefina Baker cantando en el cine mudo, decorando las zapaterías y los camiones, los camerinos de los boxeadores y las playas, los ancianos las miran y se llenan de anteojos, el viento las escandaliza divinamente, aquí terminamos para seguir con un bosque dormido, qué risa la hoja de parra y los pintores que no sabían qué hacer y ahora sí lo saben, el bosque tiene forma de camarón o de almeja, en todo caso recuerda los enigmas del mar y está lleno de divinidades misteriosas, de jardines con nurses y cigüeñas, y a su lado las caderas se mueven lentamente como las orejas de los elefantes, las caderas tan lindas que pintaba Gauguin en las Islas Azules, y en el centro está el ombligo con la carta de Adán, meditando, silencioso como el ojo de un ciego, y detrás las nalguitas de las negritas, frescas como sandías, suntuosas, rimando con las algas, los caníbales se las comen como lenguas de vaca, continuamos con el tronco que termina en las ramas, nada notable en él como no sea la costilla de la amnesia, extraviada en un baile, jugando con la fábula, y un ruido profundo que escuchamos por el lado izquierdo, precisamente en la gruta del amor gozoso y doloroso, ruido como buscando tesoros ocultos, ruido de día y de noche, de vigilia y de sueño, rojo como la mano con el puño cerrado, razón de la ilusión del corazón, la sílaba OM golpeando como un gong. la noche que no dormimos es más fuerte. mas debemos subir a la blanca alegría de los senos, qué impetuosa blandura, qué formas vigilantes, mágicas de alimento, el poema podría consagrarse a ellos solamente pues son como los aros, las vacas y la infancia, algo tibio y arcano, poseído de gracia, flechas de amor y sueño cuyos pájaros velan; saltamos a los hombros en que estudian los sastres, bajamos a la axila calurosa del puerto, sembrada de abanicos y palmeras de coco, paseamos por el largo declive de los brazos los brazos de los abrazos y del nadadordespués nos detenemos como en una vitrina mirando la muñeca vestida de relojes, y llegamos al anochecer al reino de las manos, tan sencillas, usuales, que casi no las vemos, observemos un rato su gran actividad, cómo suben y bajan, acarician, golpean, se enfurecen, aplauden, explican en el aire, cómo hacen las cosas, muchísimas cosas, todas las cosas, edificios, conciertos, despedidas, es la de no acabar, contemplemos los dedos como diez mandamientos, el que acusa, el pequeño, el otro del anillo, los cinco como cinco obediencias que agarran, mágicos en su huella de crimen revelado, observemos la palma cruzada de señales donde mujeres leen calaveras y naipes, y antes de ir arriba, donde está la cabeza, saludemos la mano de la harina y el trigo, ala santificante y martillo del mundo.
Ahora sí, ahora podemos ir arriba.
Primero es la garganta, su manzana y la ópera, el sitio de las perlas, lo mejor de la estatua.
Después la nunca del peluquero.
Ahora viene la cara con todos sus espejos: la barbita de los sabios soviéticos, aquella del patriarca, larga como su historia.
aquí tenemos labios, labios para sellarse, una zona amorosa perfecta de figura, por acá la moneda del perfil y el aroma, dos ventanas abiertas, la memoria en perfumes, dos pómulos sin nada y los ojos, los ojos, los ojos que nunca sabremos de qué son, si de alma o de carne, de noche o de mañana, cuya naturaleza no es la luz y la enciende, cuyo sabor no es mar y sabe amar, cuyo poder no vemos y es visible, un visible divino, dos niñas que se bañan, dos navios que viajan con el sér a las cosas, eso los ojos dicen a los ojos, miremos un instante las orejas, las orejas en forma de moluscos ahogados, tan cómodas que son: no pesan ni nos duelen, no hacen más que entregarnos el avión y los pájaros, pasemos por la sombra gratuita de las cejas, las sienes en la esquina del suicida esperando, y arribemos a la pradera de la frente donde pacen ideas y se arrugan los años.
Durmámonos en ella. La frente no hace ruido, la frente es el más noble y hermoso de los cielos, viéndola bien hallamos su condición celeste, su gracia de bandera, su actividad oculta, trabajando en la noche como imprentas en guerra, y aquí está la cabeza y entramos en la zona de los fuegos eternos, escalando las rocas, llegando a la montaña de la pasión y el arte, y este es el pelo negro, el pelo blanco, el de todas las madres oloroso, el que crece en las tumbas, el oro de las niñas, los cabellos que peinan las mujeres indígenas al lado de los ríos, dulcemente tocados como si fueran arpas, o telares, o amantes; por aquí está el Olimpo. dioses cantanpor aquí se divisa el cráneo con la forma de la curva terrestre, tapando masas, jugos, ondulantes enigmas, adentro está el cerebro, amorosamente el cerebro está adentro. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica