136 REPERTORIO AMERICANO Palabras sobre la tumba de Teresa go y ancho del alma nacional, mensajeras de una noble nostalgia, de un amor ardiente y creciente por nuestros individuos y cosas, que Por Jacinto FOM BONA PACHANO ros llegaban de su voluntario exilio en Euro(En el Boletín de la Academia Venezolapa. Exiliada, por imposiciones del medio, tal na. Caracas, Julio Setbre. 1948. vez, impermeable, por su inquietud un poco nómada, o por mero azar de la suerte vivió y murió esta gran mujer. Fueron escasos los años que de su existencia transcurrieron a nuestro lado, apenas los de su primera mocedad: escaso también el número de los que gozaron, aquí, el privilegio de entender y valorar la magnitud de sus altas dotes intelectuales. Como de etra insigne compatriota de nombre idéntico, Teresa Carreño, de ella puede decirse que no fué profeta en su tierra, aun cuando las dos la pusieron a relucir, ceñida a sus sienes, como hermoso aderezo de nuestra Guayana.
Nacida en París a comienzos del siglo, la muerte sorprendió a Teresa en Madrid, en 1936, meses antes de estallar la insurrección contra la República. Se confirmó, así, el dramático sino de su destierro, de su angustiada e infatigable andanza por buena parte de la geografía física y espiritual de ambos mundos.
Pero el ansia del nómade pudo expresar ella nunca logra saciar su hambre de horizontes; conduce irremediablemente al punto de partida. De ahí que no apartara sus ojos de la patria de su juventud, que fué la de sus padres, y a la cual se dió por entero en amor y en obras. De este modo se realizó el prodigio de la sangre y el de tradición que era igualmente savia de sus ideas y sentimientos.
Hija de ilustre familia venezola, contó entre sus ascendientes a una de las nueve musas Aristeguieta, prima de Bolívar, y de ella heredó en la pila bautismal el nombre, Ana Teresa simplificado en el pseudónimo literario y, por misterioso designio eugénico, la Teresa de la Parra gracia aristocrática de la figura y la sal del espíritu. Teresa misma nos da testimonio, en (Palabras leidas por su autor en las alguno de sus escritos, de su inquebrantable exequias de Teresa de la Parra. lealtad al terruño de sus mayores. Se quejaba sin amargura, antes con inteligencia y risueña No cabe la lamentación desolada, ni si vida de escritora. De este majestuoso recinto, misericordia, de la indiferencia o desdén de sus quiera el discreto correr del llanto, ante el fé iremos a entregar con ella a la tierra, lo coterráneos los caraqueños, por el éxiretro de quien fué sereno y sonriente espíritu, que es de la tierra, en el sentido, más bien, eleto que los hijos de su ingenio alcanzaban en de quien se encaró al mundo y a sus criaturas mental y telúrico de la expresión, que en el París, España y América. Tanto las buenas cocon honda, pero amable actitud, de admoni del latín religioso de la liturgia. Pienso, por mo las malas impresiones le iban, de vez en ción sutilmente regocijante y de piadosa iro eso, que asistimos, en este acto, a la integracuando, de su querida ciudad del Avila, en el nía. Cuadran, en cambio, a la que hizo nor ción simbólica del ser que amó, sintió y pensó pergeño epistolar de contados, pero consecuenma filosófica de esa conducta, la elegía paga por los suyos y con los suyos, en la armonía totes admiradores. Le informaban indignados de na y la evocación anecdótica.
tal de cuanto es substancia y carne de un pueaquella frialdad envidiosa o irresponsable. TeTeresa de la Parra vuelve hoy a la Ca blo.
resa, en pleno apogeo de su gloria en París, se racas de sus mayores y de sus años juveniles, Antes de llegar sus cenizas, ya eran camihabía tornado más modesta, más apacible, más.
para recibir el homenaje que le debíamos y nos terrestres y fluviales de Venezuela, lumprofundamente conocedora del alma regional, de las menudas rencillas de campanario que que es de la tierra, en el sentido, más bien, ele bre y aire venezolanos, las obras de Teresa.
tributarle, cuando aún alentaba su espléndida Por ahí se habían abierto paso, a todo lo larse ventilaban en Caracas, y respondía con mayor preocupación por su tierra, con mayor afecto por sus paisajes y por sus miserias moralas, con artículos, con libros de dulce entraña venezolana. En el Rep. Amer. Ya había emprendido la fuga material del medio hostil, por incomprensivo. Atrás queLa hora americana ha llegado cuando todos los intelectuales a daban los años de su iniciación en las letras, unísono pidan a Suecia el Premio Nobel para el americano universal cuando, lanzada al público por uno de nuesAlfonso Reyes. Hace años que venimos pidiendo esta justicia.
tros máximos novelistas, con El Diario de No hay quien pueda discutir o dudar de este merecido galardón. Sd una Señorita que se Fastidia. germen de su nació en México el sabio Alfonso Reyes es tan de Chile como de Puer Ifigenia. fué sorpresa gozosa para los bueto Rico, tan de Cuba como del Perú o de la República Dominicana.
nos catadores de su fino y agudo talento, esSu voz es de España, de América. Su voz es de hombre humano cándalo para muchadumbre de recoletos y vesuniversal. Aqui en los Estados Unidos ha empezado hace años la tales. Desapareció su esbelta y elegante silueta campaña; hoy desde el Repertorio empiezo la de Hispano América.
de calles, tertulias literarias y salones urbanos.
Unanse los intelectuales y siguiendo la política que seguimos con la Llegó el momento de su triunfo resonante en Mistral, respaldemos al heleno latino americano Alfonso Reyes.
París con el primer premio ganado por Ifigenia. en el concurso de novelas americanas.
Pedro Juan LABARTHE.
Siguieron, luego, los apólogos de los críticos Pittsburgh, Pa. Marzo de 1949, extranjeros, sus Memorias de Mamá Blanca.
El Premio NOBEL para Alfonso Reyes Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica