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REPERTORIO AMERICANO 195 El Vaticano en la política mundial Por Li FU JEN (En el excelente bimensuario Babel, de Santiago de Chile. Edición de Noviembre Diciembre de 1947. El traje hace al caballero y lo caracteriza la SASTRERIA LA COLOMBIANA de FRANCISCO GOMEZ e HIJO le hace el traje en pagos semanales o mensuales o al contado. Acaba de recibir un surtido de casimires en todos los colores, y cuenta con operarios competentes para la confección de sus trajes.
Especialidad en trajes de etiqueta Tel. 3283 30 vs. Sur Chelles Paseo de los Estudiantes Signo del tiempo en que vivimos época caracterizada por el profundo caos del capitalismo decadente y el movimiento social revolucionario a que da origen es la creciente intervención de la Iglesia católica, apostólica y romana en la política. Nunca en toda su historia estuvo ésta más activa tanto en el terreno nacional como en el internacional.
Cuando la lucha de clases del proletariado contra la burguesía adquirió por vez primera conciencia política con la publicación del Manifiesto Comunista, en 1848, el Papa Pío IX condenó públicamente la doctrina de Marx y Engels. Proclamándose a sí mismo guardián de la propiedad privada capitalista y del sistema del lucro que comporta, el Vaticano hizo causa común con todos los representantes de la reacción para conjurar el espectro del comunismo que empezaba a rondar por Europa.
Sin embargo, el siglo décimonono fué un período de relativa estabilidad social. El capitalismo estaba completando la etapa final de su ascenso como sistema universal. Había, desde luego, crisis económicas ocasionales o cíclicas, propias del sistema de producción en masa. Pero la crisis general del capitalismo, el período de su decadencia, no se hizo presente basta la entrada del siglo actual, cuando todo su impetu progresivo había desaparecido.
En la segunda mitad del siglo XIX el capitalismo aún podía hacer camino antes de ago tar su ascendente marcha histórica. En consecuencia, la oposición del Papa al comunismo podía limitarse a una circunstancial censura dogmática. La Iglesia católica no tenía necesidad de hacer campaña permanente contra el comunismo. Pero cuando la sociedad capitalista se vió amenazada revolucionariamente mo durante la Comuna de París en 1871 el Vaticano hizo recaer su condenación sobre todos aquellos que pretendían cambiar el sistema social vigente.
En años recientes el Vaticano ha emergido más activamente como fuerza política ocupando un lugar en la lucha de clases. Su actividad se ha convertido en campaña básica. Por cierto, ella trasciende y con mucho su actividad en el campo espiritual.
Un verdadero cúmulo de pruebas dan testimonio del papel que corresponde al catolicismo romano como defensor del status quo capitalista y como pilar de la reacción mundial.
Explica este hecho el que los intereses materiales de una religión organizada, igual que los del mundo burgués, han entrado en áspero e irreconciliable conflicto con la imperiosa necesidad de un cambio social. Tales intereses están íntimamente ligados al sistema capitalista de propiedad privada del que forman parte.
Al dar la cara de modo intrépido como defensor del capitalismo en descomposición, la Iglesia defiende sus propias posesiones y réditos, amenazados por la revolución socialista. El tamaño y empuje de su intervención en la política da la medida de cuán profunda es la crisis de la sociedad capitalista.
Cuando el Papa ataca al comunismo ateo y al bolchevismo sin Dios puede parecer que sólo se refiere a los infieles que menosprecian la dirección espiritual de la Iglesia. Está lejos de ser así. De acuerdo con el catolicismo, el Papa es el Santo Padre, el Pontífice Supremo, el Vicario de Cristo en la tierra. Como único y autorizado vocero de la divinidad es infalible. Por tanto, cualquiera que desdeña su Iglesia y los dogmas, desdeña asimismo a Dios y está condenado para la eternidad. Esto rige no sólo para los ateos y herejes descarriados judíos, budistas, musulmanes sino también para los cristianos protestantes. Sin embargo, el Vaticano no emprende violentas cruzadas contra estos rivales doctrinarios. Lo cual viene a hacer evidente que el comunismo y el bolchevismo son el blanco de los ataques papales no sólo y principalmente por su ateísmo sino en razón del contenido social de sus doctrinas. En verdad, el Vaticano no trata de ocultar el aspecto temporal de su oposición al movimiento revolucionario de nuestro tiempo, como puede demostrarse a través de cualquier encíclica papal reciente. El Papa ataca al comunismo porque supone un desbancamiento de la Iglesia, la separación de la Iglesia del Estado; porque importa la confiscación de las propiedades seculares de la Iglesia; porque involucra el término de los subsidios estatales para la Iglesia; porque significa la derogación de los privilegios parasitarios de sus legiones de eclesiásticos; porque supone la exclusión del clericalismo de la escuela. Privada de sus riquezas y sin contar con la ayuda del Estado, la Iglesia decaería rápidamente, reduciéndose a una secta de poca importancia que, por último, acabaría por disolverse dentro de una sociedad socialista racional. Así, pues, a fin de sobrevivir, la Iglesia debe defender el orden social del que su propia vida depende.
La Iglesia Católica es una poderosa institución universal. Cuenta con trescientos ochenta y cinco millones de adeptos, número que supera al conjunto de las poblaciones de los Estados Unidos y de la Comprende casi la mitad de la población de Europa y de las Américas. Apenas si hay un país donde no esté representada. Desde las naciones más avanzadas hasta las más atrasadas fluyen tributos para sus arcas. El Vaticano a nadie rinde cuentas de sus ingresos, pues no publica balances de ninguna especie. Además de catedrales y templos, monasterios y conventos, seminarios y escuelas o establecimientos misioneros, la Iglesia Católica posee vastas propiedades seculares que hacen de ella el mayor estado terrateniente del mundo entero. Entre sus propiedades figuran empresas comerciales de distinta indole (hasta incluye grandes cines. casas de departamentos y conventillos. Como propietaria de estos últimos en Europa, Asia y otras partes, la Iglesia Católica obtiene rentas de los más pobres entre los pobres. Como posee grandes plantaciones y haciendas en los países co COloniales (v. Filipinas, Indochina francesa, Africa del Norte y América Latina. saca provecho del trabajo de los más explotados entre los obreros de la tierra. El enorme ingreso que obtiene de tal modo, sin contar el valor de las propiedades en sí, está en peligro con la revolución que se anuncia. He ahí la explicación, la explicación definitiva, de la cruzada moral del Vaticano contra el comunismo y el bolchevismo. Explica el odio intenso que siente hacia la Unión Soviética, el primer país que rompió con éxito el sistema capitalista de propiedad privada.
Fué durante la crisis europea que siguió a la primera gran guerra que el Vaticano entró en la arena de la lucha de clases después de haber invernado políticamente, por así decirlo, muchos años. Los alzamientos revolucionarios conmovían a Europa. El capitalismo se tambaleaba. El bolchevismo triunfaba en Rusia.
La crisis revolucionaria de Italia a las puertas mismas del Papa, constituía particularmente un grave problema para el Vaticano. fin de salvar al capitalismo italiano, el Papa Pío XI dió su apoyo a Mussolini. El 20 de enero de 1923 el Cardenal Gasparri, secretario de Estado del Papa tuvo una entrevista secreta con Mussolini, cuyos resultados sólo se conocieron más tarde. El Banco de Roma, controlado por los católicos, y al cual los prelados y la Santa Sede habían confiado una gran parte de su tesoro, encontrábase en inminente quiebra, igual que los demás Bancos. Mussolini prometió salvar la situación una vez en el poder, mediante la intervención del Estado. Mantuvo su palabra y evitó la bancarrota pagando mil quinientos millones de liras que exprimió más tarde a las paupérrimas masas italianas.
El Vaticano estaba muy agradecido a Mussolini por sus servicios en defensa del capitalismo italiano y, en consecuencia, de la Iglesia Católica en Italia, para no hablar del propio Vaticano. El 31 de octubre de 1926 el Cardenal Merry del Val, dijo. Mis agradecimientos se dirigen también a él (Mussolini) que conserva en sus manos las riendas del gobierno de Italia, que con clara visión de la realidad, ha querido y quiere que la religión sea respetada, honrada y practicada.
Visiblemente protegido por Dios supo acrecentar sabiamente la fortuna de la Nación, aumentando su prestigio en todo el mundo.
En un discurso de diciembre del mismo año, el propio Papa Pío XI referíase a MusLi Fu Jen. Lider obrero chino que colabora regularmente en la revista Fourth International de Nueva York, de cuyas páginas hemos tomado el estudio que insertamos en este número. Nota de Babel. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica