Capitalism

364 REPERTORIO AMERICANO ma era insoluble porque ellos no tienen concepto de las funciones contemporáneas del gobierno ni capacidad para desarrollarlas.
Los afectados por la destrucción del ferrocarril enviaron delegaciones para que no se consumara aquel desastre: procesiones de gentes imploraban la merced, porque bajo el despotismo cariano es imposible defender derechos; todo ha de venir de la mano del mandatario. Todo fué en vano y hubo de aceptarse la consecuencia: unos emprendieron el éxodo del nuevo asentamiento, otros viven allá reducidos a estrechez, miseria, enfermedad y muerte. La destrucción del ferrocarril se reflejó en la disminución inmediata de la renta aduananera y el decaimiento de las actividades económicas del país en general.
No creemos nosotros que un gobierno pueda evitar de plano los atentados del capital internacional; sin embargo, al menos pueden atenuarse. Si a los intereses de la compañía convenía no seguir la explotación de aquella zona bananera por las razones que tuviese, el deber de un gobierno menos vendido e incapaz era el de llamar a los personeros de la empiesa y discutir con ellos la forma adecuada de reparar los perjuicios consiguientes; pero de ninguna suerte permitir la destrucción de la línea. Se buscan compensaciones, se establecen nuevos cultivos, si es que los campos están desolados; se compran las acciones que tienen las inversionistas. Se busca, en fin, y se halla una solución que concilie intereses encontrados; pero no se lleva a término semejante atrocidad.
Héctor Medina Planas.
QUÉ HORA ES. Lecturas para maestros. Nuevos hechos, nuevas ideas, sugestiones, incitaciones, perspectivas y rumbos, noticias, revisiones, antipedagogia.
OXXIU EL ANGLICISMO EN EL ESPAÑOL CONTEMPORANEO. La corrupción del idioma Por Luis de ZULUETA sentir, la herramienta de trabajo de los hombres de empresa. El capitalismo internacional es instrumento de explotación, y el capital patrimonial lo es de bienestar; el primero representa por lo tanto, miseria, mientras que el segundo es prosperidad. No somos enemigos del capital, aun foráneo, que se dedica a su negocio, pero si lo somos del capitalismo, aun argentino, que se erige en oligarquía para disputarle a la Nación el derecho de gobernarse por sí misma, y al Estado el privilegio de defender al Estado contra la ignominia o con tta la traición.
Levantar rieles, desmanteler una línea férrea es, dicho en otros términos destruir un camino. La región afectada por el desatino del decreto comprende en primera fila el departamento de Colón de 42. 000 km. cuadrados con 32. 000 habitantes; distrito de Olanchito en Yoro, de 000 km. cuadrados con 20. 000 habitantes; los municipios de Gualaco, San Esteban, Catacamas, El Real y Dulce Nomtic en Olancho de 15. 000 km. cuadrados con 000 habitantes. La zona que constituía el corazón de la actividad bananera fué antes de 1912, una región inculta y despoblada. No contaba con más caminos que las veredas coloniales y los muy deficientes de herradura: el principal de ellos era el de Olanchito a Trujillo, distancia a salvarse en tres días de penoso viaje, casi todo el año lleno de fango por lo prolongado y severo de la estación lluviosa. Los accesos de otras regiones a Trujillo, eran aún peores.
Estas rutas se abandonaron y desaparecieron totalmente. Los centros de población se formaron a lo largo de la línea férrea por la cual se hacía únicamente el tránsito. Los pobladores no tenain nada que transportar porque no eran más que braceros vendedores de su fuerza de trabajo. Prácticamente esta región se abría por primera vez a las actividades económicas. Destruido el ferrocarril se dejaba a la población de reciente asiento en condiciones peores de aquellas que hubieran confrontado si su establecimiento hubiera sido colonial; porque se adaptaron a un modo de vida que se interrumpia súbitamente y quedaba como encarcelados dentro de una zona donde no tenían ni las limitadas facilidades logradas rudimentariamente en aquellas de donde procedían.
En las comarcas de su anterior domicilio contaban con una naturaleza menos agreste; tenían bestias de carga para sus pocos transportes sobre caminos de piso relativamente firme por estar situados en valles menos bajos y mesetas: La naturaleza se les ofrecía en fin, con menos resistencia o poseían mejores elementos para dominarla.
El decreto Nº 61 de los señores Carías y Gálvez, complaciendo a la Compañía dejó una superficie de 62. 000 km. cuadrado más grande que Costa Rica con 55. 000 habitantes reducidos a condición próxima a la barbarie. Para poder vivir allí habrían tenido que transformarse de proletarios que ofrecen sus servicios en productores individuales; necesario habría sido construir caminos sobre un terreno blando, cruzado de grandes ríos e innumerables arroyos que interrumpen el paso del viajero. El centro comercial habría vuelto a ser Trujillo; pero la conducción de los géneros importados a los centros o viviendas de los consumidores habría costado enormemente.
Todo este cambio sin embargo no hubiera podido efectuarse, sino en el curso de largos años de trabajo en un país débil, siempre que estuviese bien administrado: En Honduras, bajo la administración Gálvez Carías el probleEn el último número del Boletin del Instituto Caro y Cuervo, docta publicación que honra a la cultura colombiana, he leído un estudio sobre El anglicismo en el español contemporáneo. escrito por don Ricardo Alfaro, el eminente internacionalista panameño.
Ese interesante ensayo es el prólogo de un Diccionario de Anglicismos próximo a publicarse. Será sin duda el primero que vea la luz.
En realidad, hasta ahora no había hecho falta.
Los anglicismos eran relativamente escasos en nuestro idioma. Los italianismos primero, y más tarde los galicismos, invadieron, y en parte enriquecieron el habla castellana. Pero en estos últimos tiempos, por razones que saltan a la vista, las voces y los giros ingleses han irrumpido bruscamente en nuestra lengua, enriqueciéndola también en parte, pero en parte desnaturalizándola y corrompiéndola, hasta el punto de que a veces en nuestras ciudades, un anuncio pegado en la pared o un título de la primera página de un periódico hacen dudar al lector culto del idioma en que están escritos, aunque el lector inculto, ese sí, los entienda perfectamente.
No quiere cerrar la puerta el profesor Alfaro a esta rápida infiltración inglesa en el español. Lo que reclama es un criterio de selección. Guerra despiadada dice al anglicismo vicioso, brazos abiertos al neologismo útil.
Por impulso adquirido, todavía nuestros escritores académicos viven preocupados con el galicismo. Fué la obsesión de nuestros abuelos. Recordemos el Diccionario de Galicismos de Baralt. El galicado es por esto que. o los pícaros gerundios afrancesados llegaban entonces de París lo mismo que las fórmulas de la vida social o los trajes de las señoras.
Sin embargo, aunque en ello hubiera mucho de la frivolidad de la moda, el galicismo respondía a una profunda corriente espiritual.
Casi inevitablemente, venía con el pensamiento (En El Tiempo. Bogotá.
Noviembre del 48. francés, renovador entonces; con la literatura francesa, entonces la primera del mundo. El galicismo tenía un cariz revolucionario. Un par de galicismos descarados, equivalían a un Viva la libertad!
Reconozcamos que el actual anglicismo es de mucho menor categoría. No, ciertamente, porque la lengua inglesa sea inferior a la francesa, ni porque la cultura que tiene en esta última su verbo, sea superior a la cultura anglosa jona. No. Lo que ocurre es que, por lo general, el anglicismo no penetra hoy en el idioina español con los libros de filosofía o de historia, con la novela o la poesía, sino más bien en el vehículo, enteramente honorable pero meros ilustre, de las agencias noticieras, los letreros del cine, la propaganda comercial y el lenguaje de los mecánicos, los atletas o los automovilistas.
Nuestros abuelos, leyendo a los grandes autores del xix, formaban su idioma en modelos, franceses sí, pero maravillosamente escritos.
Nuestros hijos forman hoy su habla sobre ejemplos ingleses que ya en el original suelen estar bien pobremente redactados El resultado en este último caso es lamentable. Basta leer, para convencerse de ello, los desdichados fragmentos que, como muestra, inserta en su estudio el señor Alfaro, entresacados unos de documentos oficiales panamericanos y tomados otros de la prensa periódica de Hispanoamérica. Qué literatura la que hoy corre por el mundo de lengua castellana. Verdad es que el autor hace la honrosa excep.
ción de media docena de grandes diarios cas tizamente escritos, entre los cuales, por cierto incluye a El Tiempo.
Pero, apresurémonos a repetirlo, no hay que cerrar el paso al anglicismo. Este es, en general, inevitable, y puede ser en muchos casos beneficioso. Es inevitable, puesto que hablan en inglés las dos naciones, los Estados Unidos y la Gran Bretaña, que mayor influencia ejer Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica