84 REPERTORIO AMERICANO cial. porque toda nuestra vida cultural mia, va este llamado. No se trata de haestá condicionada por la política, se re cer fiestas ruidosas, ni de sacar los trajes sentirá por esta circunstancia. Pero Go de etiqueta que tanto despreciaba el mismo bierno y particulares tienen también la in. Martí, sino de mostrar que hay una Amé.
eludible obligación de vencerla.
rica y una España populares que conoA quienes han escrito sobre Martí, a cen su mensaje y tienen y tendrán maña quienes han pensado en él, a quienes im na otros heraldos que lo pregonen.
portan las libertades humanas, a quienes interesan nuestras letras, a quienes sienColumbia University.
ten lo que es un símbolo de acción y pu Nueva York.
reza en un mundo de postración y de infaEl mistico de la libertad Por Fedro GUILLEN (En Rep. Amer. dicen que murió de frío yo sé que murió de amor.
nos con ellos a la obra. agregar que más que inauguraciones, que mítines, que actos sociales, lo más trascendental y útil tiene que ser cuanto se refiera al estudio del pensador y del escritor José Martí. en México? He pasado acabo de pasar muchos meses en mi país y no he tenido noticia de que ya se haya hecho algo en este capítulo, ni de que pronto se vaya a hacer. Es posible que ya esté el asunto en marcha, y que yo no lo sepa. veces y a mí me ocurre sabe uno más de su patria cuando está en su mira.
dor de Nueva York, leyendo la prensa me.
xicana, escribiendo para ella, que cuando anda uno en la vorágine, volando de Chiapas a Chihuahua, corriendo de México a Cuernavaca, comiendo en Prendes o toman.
do el buen merudo del Merendero de la Avenida Alvaro Obregón. De modo que, sin ansiedad de ninguna especie, ni con ganas de ganar ninguna partida, y con mil excusas por si llegamos tarde, lo que cabe es preguntar aquí a Francisco José de Núñez y Domínguez, a Juan Pérez Abreu, a Francisco Monterde, a Mauricio Magdaleno, a don Pedro de Alba, a Andrés He.
nestrosa, a José Angel Ceniceros, a Justino Fernández, a Manuel González Calza.
da, y a tantos más que han escrito bue.
nas páginas sobre José Martí. está ya en marcha la organización del homenaje de Mexico. Cómo podremos iniciarlo. Qué deciden ellos y en qué podremos servir todos. Este todos abarca a quienes han he.
cho estudios especiales sobre José Martí, pero también a quiense han dicho algo valioso sobre el hombre, como don Alfonso Reyes, don José Vasconcelos, José Luis Martínez, Agustín Yáñez, Manuel Sie.
rra. Pero claro es que el mayor deber es tá en de quienes se han dedicado al trabajo martiano.
Conviene saber que en el Uruguay el Presidente de la República ha interesado un crédito de diez mil pesos como contri.
bución al monumento de José Martí que se proyecto levantar en la neoyorquina Avenida de las Américas; que en la Ar.
gentina se está organizando el grupo Amigos de José Martí. que en Venezuela el concejal Arocha Moreno ha presentado una moción para que se rinda homenaje oficial a Martí en el centenario; que en Nueva York se ha formado un grupo parecido y tenemos varios pequeños programas en ca: mino.
Ojalá pronto podamos dar cuenta, aquí mismo, de lo que oficialmente se hace en Cuba y en México. Por ser la Isla la cuna de Martí, y por ser México el país donde se formó el escritor y donde integró su doc.
trina política, son los dos pies de su glo.
ria. Acaso exageremos, porque Guatemala y Venezuela. por mil razones de larga explicación no son menos en ella. ojalá podamos decir pronto lo que han hecho para este homenaje los españoles que viven su exilio en América. No es ese el papel de la España Republicana. No escribieron excelentes páginas sobre Martí don Miguel de Unamuno y don Fernando de los Ríos, y Federico de Onís y Juan Ramón Jiménez y Juan Larrea? De los que viven en México o en otros países libres se ha de esperar gruesa colaboración.
Esta invitación no se hace sin ignorar los escollos. Precisamente México y Cuba están en su período electoral. Es indudable que el homenaje oficial, y aun el extraofiEsperamos que alguna vez la medicina, un bello día, honre sus fastos con el diag.
nóstico inusitado. Muerte por amor! Por que los cultivadores del jardín de las cien.
cias exactas suelen echar a perder la loa.
ble labor de los poetas. como aquel escéptico Claudio Bernard que juraba. COmo quien redescubre el Mediterráneo no haber encontrado el alma humana en los arriesgados caminos de su bisturí.
Pero, a pesar de todo, María García Granados, símbolo insustituíble de una dichosa edad guatemalense, sabemos que murió de amor. De amor platónico inspirado por el trashumante de ojos negros y palabra cálida, del trashumante que era poeta y más tarde sería héroe. si es verdad como lo es que a la salida del baño ella resultó enferma, y si era pálida y endeble como un junco, la auténtica causa de su muerte la que cree el pueblo, voz de Dios fué el inalcanzable amor por José Martí, amor de niña sensitiva que acaso adivi.
nara algo dolorosamente hermoso para ella: que Martí de quien realmente estaba enamorado, era de la libertad.
Dejemos, pues, a los médicos inmersos en sus libros enormes y que siga volando la ilustre leyenda, esa leyenda que ha andado mundo ligando el nombre de Guatemala con José Martí por la hebra inconsútil de una historia en flor. Otro médico Francisco Castillo Ná.
jera igualmente desalmado ante la belleza de estos mitos, ha roto lanzas demostrando que el pálido Manuel Acuña no se suicidó por el desamor de Rosario de la Peña, sino por males cuyos nombres nadie quiere saber. Lo que sí saben todos. máxime en temperaturas de adolescenciason las estrofas del famoso Nocturno: pues bien yo necesito. Porque frente a la verdad insobornable de los hechos la historia, a veces, cierra complaciente los ojos, más cuando en el desliz andan metidas las alas del flamígero ángel de la poesía, señora del cielo y de la tierra.
El sentimental episodio de Guatemala nos acerca aún más con el patriota cubano. Nos lo humaniza. Porque nunca será el héroe frío que cabalga en bronce en alguna glorieta, o el austero patricio adormilado bajo empolvada corona de laurel en el claroscuro de recintos oficiales. No. Martí, a los cien años de nacido lo sentimos vivo, febril en la prédica de su credo, agitando conciencias de punta a punta de nuestra América ¡alerta a sus tinieblas!
dispuesto cualquier día a darnos la sorpresa de abordar otra vez la tribuna para llamar a cuentas a tiranos y colonistas extranjeros.
Hombre de ideas y de acción, una amorosa confluencia de virtudes engrandecen su destinlo. Era de los seres nacidos para crear belleza y libertad y desde muy joven, en busca de su signo, conoció honrosos grilletes. Por significar al intelectual metido sin reservas al orbe fragoroso de la política, recuerda a Sarmiento, y por su mística entrega a la causa de los hombres libres, a Francisco Madero.
Sus innumerables cartas, sus discursos, sus conversaciones, están tocadas por ese aire evangélico que lo envolvía. Basta contemplar fijamente la serena virilidad de su rostro para saber de los oros de su alma.
Era de los que ennoblecen lo que tocan. De los que piensan y actúan, de los que igual emborronan un poema o sorprenden por su brillantez en la tertulia o imparten una cátedra de filosofía, o, a la hora suprema del sacrificio, saben quedar en el campo de batalla, con la cara al cielo, como todo soldado digno.
Americanista consumado veía a nuestros pueblos con sentido universal, soñando con la patria grande y no con miopía de molusco, pendiente de los sucesos de su concha. Las perlas del río Guayato son iguales a las perlas del sur de Cuba; unas son las nieves del Tequendama y del Orizaba; uno mismo es el oro que corre por las aguas del río Bravo y del venturoso Polochic. esta otra advertencia, un poco triste, indudablemente cierta: Para mí la patria nunca será triunfo, sino agonía y deber.
Pinceladas como todas las de su ideario dichosamente románticas. Acaso no fué él un gran romántico. el último, tal vez, gran romántico de América.
Nueva Guatemala.
Mes del centenario de Martí.
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