REPERTORIO AMERICANO CUADERNOS DE CULTURA HISPANICA Tomo XLV San José, Costa Rica 1949 Sábado 20 de Agosto No. 17 Año XXIX No. 1092 La vida y obra de los grandes hombres requiere perspectiva de años para su cabal conocimiento. Corresponde, pues, a los contemporáneos la tarea de allegar el mayor número de antecedentes y elementos de juicio, que la posteridad, en el transcurso de generaciones, puede aprovechar. PRIMEROS AÑOS. ESTUDIOS EN EUROPA RUBEN DARIO BRIXENCH Eugenio Orrego Vicuña y Don Luis Orrego Luco Don Luis Orrego Luco nació en Santiago el 18 de mayo de 1866, en el hogar de don Antonio Orrego y Garmendia y doña Rosalia Luco y de la Barra. Era el hijo menor en una familia que produjo sabios, escritores y artistas en medida no igualada en ninguna de Chile, acaso con excepción de los Vicuña y los de la Barra: su hermano Augusto, primogénito, iniciaba la serie ilustre que produjo al principal novelista nacional, único tal vez en América dentro de sus predilecciones, que abarcarían el estudio psicológico de las clases altas y el análisis de los problemas de un mundo nuevo en evolución.
Los Orrego eran de origen portugués (Dorrego. apellido que se mantuvo en la línea argentina del prócer de la Independencia rioplatense coronel Manuel Dorrego y cambió en Chile por de Orrego, transformado más tarde con la supresión de la partícula inicial, que no se avenía con las ideas republicanas de 1810. Pero la savia intelectual hallaba su mejor fuente en los Luco, familia entroncada, según la tradición, con antiguos monarcas españoles, que se cruzó con de la Barra en su abuela materna, doña Mercedes, en cuya sangre bullía la de un su tío, el Padre López, poeta y hombre de raro ingenio. Cabe anotar que de los López vienen varias familias de escritores (don Alberto Blest Gana, el novelisDon LUIS ORREGO LUCO Apuntaciones biográficas Por Eugenio ORREGO VICUÑA (En el Rep. Amer. ta, y su hermano el poeta don Guillermo, los Huneeus Gana y otros. Su padre era hombre de empresa, con gran capacidad para los negocios, que se arruinó por hacer honor a los compromisos de un hermano. La madre, mujer de fina sensibilidad, dotada de admirable belleza y preclaras condiciones morales, supo, perdida la fortuna y viuda cuando aún era joven, formar a sus hijos en escuela de sacrificio, de devoción al Isla Orrega (Chile. febrero de 1949.
Señor don Joaquín Garcia Monge.
Director de Repertorio Americano.
San José de Costa Rica.
Mi distinguido amigo: En este dramático aislamiento en que vivimos los escritores de América Latina, uno de los pocos medios de comunicación intelectual el más ilustre de todos, vale decirlo, y el más eficaz es su Repertorio Americano.
Por ello acudo de nuevo a usted, para ofrecerle un trabajo inédito acerca de dor Luis Orrego Luco, a quien críticos tan autorizados como Domingo Melfi y don Emilio Vaisse han considerado el primer novelista de Chile.
Acaba de morir y he juzgado útil reunir datos y antecedentes que puddan servir a futuros historiadores de las letras americanas, en compendiado ensayo biográfico y crítico.
Tal vez pudiera publicarse en tres o cuatro números.
Reciba, con renovado aplauso por su noble labor americanista, mi abrazo cordial, ORREGO VICUÑA.
deber, de patriotismo arraigado; virtudes que pudo ver reflejadas en dos de sus hijas doña Mercedes y doña Clemencia cuyas vidas fueron realmente ejemplares.
Era medio propicio como pocos el que tuvo en los años de formación.
Cuando aún no cumplía doce de edad, doña Rosalía se trasladó a Europa con él y sus hermanas solteras, colocándolo en uno de los más famosos colegios de Suiza, donde hizo los primeros estudios serios, fundamento de vastísima cultura, que se prolongaron hasta 1880.
El chico, exuberante, imaginativo, dotado de cierto magnetismo que le serviría de llave para sus primeros triunfos, supo concitarse la simpatía de sus compañeros en un mundo infantil cosmopolita en donde era único representante hispanoamericano. Toda la vida recordaría, por ejemplo, el homenaje que en su persona se hizo a la epopeya chilena de la Esmeralda: una tarde de primavera, en los primeros días de junio de 1879, cuando hasta ese rincón de Suiza llegó la noticia del sacrificio de Arturo Prat, todo el colegio desfiló ante él, como expresión de la simpatía mundial despertada por una hazaña cuyo valor pedagógico apreciaron debidamente sus maestros.
Esa actitud de los condiscípulos europeos debió influir en la formación de su carácter.
En plena guerra del Pacífico llegó a Valparaíso, de retorno, conociendo tres lenguas de modo casi perfecto: francés, alemán e ita Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica