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226 REPERTORIO AMERICANO Dinero no es riqueza (En El País de Montevideo.
20 de marzo de 1949. conmigo. Quiero que de forma legal sea mi Christiane, y en el diario de Goethe encontramujer. Dígame, Señor y Digno Padre, qué de mos esta noticia: Muerte de mi mujer. U1bo hacer, y estaremos casados el domingo o timo, terrible combate de su naturaleza. Expiantes, si es posible. a sus amigos que le ró a mediodía. Vacuidad y silencio mortal en felicitan, dice: Ella fué siempre mi esposa! mí y fuera de mí.
Christiane no cambió por eso, siguió siendo la misma, modesta y alegre, una asistente CALTOFEN.
estoica para el marido, sufriendo con frecuen Cours Camou, IO.
cia ciertas depresiones. Con 52 años murió Pau (France. La batalla de la paz Por Juan REJANO (En El Nacional. México, 26 mayo de 1949. Si ciertas cifras de las estadísticas oficiales se aceptan sólo con beneficio de inventario, aquellas que se refieren al estancamiento y merma de nuestras exportaciones son admitidas sin reservas.
Ayer confrontamos la correspondencia entre los datos que al respecto dimos en nuestra sección Actualidad Económica y Financiera con los comentarios del diario presidencial.
Nuestras ventas al exterior en el año pasado fueron un seis por ciento inferiores a las del año 1944 en cantidad, aunque en valor las sobrepasaron por amplio margen. dicho en otros términos: nuestras exportaciones disminuyeron, medidas en toneladas, y aumentaron, estimadas en pesos.
El dinero es una arbitraria y elástica unidad de medida. Para probarlo basta esta demostración elemental: cuando el azúcar valía 20 comprábamos cinco kilos con un peso.
Ahora que vale 36, con un peso no podemos adquirir tres kilos. De ahí se colige que el dinero en sí mismo no significa riqueza.
Ni siquiera cuando en vez de tiras de papel impreso por los bancos oficiales, eran monedas de metales preciosos. El oro peruano y la plata mejicana que España transportó a la península, en vez de enriquecerla, la empobrecieron.
La abundancia de numerario, por el mayor precio a que se pagaron las exportaciones, contribuyó a crear un estado de inconsciencia sobre una prosperidad más aparente que efectiva.
Ahora que el nivel de precios de nuestros productos se abate en el mercado internacional y que las reservas atesoradas durante el período de precios inflados se agotan, es el momento adecuado para hacer el balance. Qué se hizo con el dinero recibido en inás por nuestras ventas al exterior. Se consiguieron implementos para elevar la producción futura. Se adelantó la selección zootécnica para que las vacas dieran más leche, los novillos más carne y las ovejas más lana. Se fertilizaron las tierras para que rindieran mejores cosechas. Se importaron e instalaron maquinarias industriales para producir artículos similares en calidad y precio a los indispensables que se traen del exterior?
La respuesta a estas interrogantes servirá para establecer en este año de reajuste económico si la república. tomada en conjunenriqueció o empobreció con la segunda guerra mundial.
La experiencia de la primera nos dice que lo que factores extraños y circunstanciales nos dieron en el cuatrienio 1914 18, factores circunstanciales y extraños se lo llevaron en los años 1919 23.
En una palabra: lo que nos dió la guerra nos lo llevó la paz.
Tú, lector amigo, como yo, seguramente eres de ellos. Voy a darte, pues, algunas noticias hombre pacífico, es decir, hombre de paz, un de las que la prensa te ha negado o disfraamante, un creyente en la paz; tú, como yo, se zado.
guramente deseas que los hombres prosperen, En París, en la ya histórica Sala Pleyel, que el mundo se desenvuelva por cauces sosega se han congregado recientemente los represendos, sin recurrir a conflagraciones, a espantosas tantes de más de cincuenta naciones. Hombres matanzas como las dos que han asolado la tie de partido y hombres sin partido: intelectuarra en los últimos cuarenta años. Tú, lector les, políticos, trabajadores manuales. Junto al amigo, seguramente, como yo, piensas que la comunista, el burgués; junto al católico, el guerra es estúpida e inhumana y sólo la buscan protestante. Figuras prestigiosas del arte, de la los cuatro desalmados que con ella trafican y se ciencia, y a su lado anónimos obreros sin otra enriquecen. Sin embargo, casi estoy seguro tam significación que la de su honradez personal y bién de que esa tu voluntad pacífica y pacifi política. Altos dignatarios de la iglesia y mocadora se ha sentido flaquear, en estos tiem destos sacerdotes que todavía conservan su pupos que corren, al influjo de los vientos per reza religiosa. Jóvenes, muchos jóvenes de in versos, de la aplastante propaganda belicista contables países, y mujeres angustiadas por la que sopla en tus oídos y en los de todos los idea de una nueva guerra que acabe con la hombres. No es así? La cosa no es para me vida de sus hijos. De los veinte países de Aménos. Cada amanecer se abate sobre tu despre rica, catorce o dieciséis han enviado delegaciovenida humanidad un alud de audaces consig nes a ese congreso. Las glorias científicas y nas, de palabras interesadas cuyo veneno se en literarias más altas de la Francia actual lo carga cierta prensa de difundir: La guerra han presidido, y el pueblo francés, estremecise aproxima. La guerra es inevitable. No do de entusiasmo, lo ha rodeado con su calor.
hay otra solución que la guerra. Cada no. Que cuáles han sido los propósitos y los che tu pobre humanidad deprimida se recoge acuerdos de tal congreso. Trataré de decirtelo su soledad pensando. Será posible? en pocas palabras, lector amigo. Por lo pron ¿Tendremos que aceptar como irremediable to, demostrar a los propagandistas y atizadouna nueva guerra? tal punto ha llegado res de la guerra que la mecha de sus instigala intensidad de la bárbara campaña, que el ciones no prende, ni puede prender, entre lo hombre de bien casi ha sentido rubor de ha más despierto y consciente de los pueblos. En blar en público de la paz. Quieres mons segundo lugar, que esos mismos pueblos, retruosidad mayor. Pero a qué preguntarte, si presentados por sus hombres más eminentes tú mismo lo habrás experimentado en tu proo de más viva salud moral, están dispuestos pia persona. No es verdad que, en esa semi a imponer la paz y a defenderla activamente locura colectiva que la propaganda de guerra por todos los medios a su alcance. Como ves, ha creado, te ha llegado a parecer que la paz amigo mío, no ha sido éste un congreso de era un delito, un terrible pecado del pacifistas a la vieja usanza, o sea, una de esas bía que limpiarse. Delicias de esta sociedad reuniones de hombres que con un ideal utópidice ampararnos de sus porta co en la cabeza se dedican a verter lágrimas voces, los periódicos que a sí mismos se lla y oraciones en holocausto a la paz. No. Este man defensores del orden social. qué or congreso ha sido un congreso de lucha, de den se referirán? Tales extremos han alcan hombres decididos a luchar. No por conquiszado los esfuerzos de los instigadores de la tas y rapiñas, sino porque no las haya. No guerra, que los que no participan de sus tor por la guerra, sino por la paz. Por la paz, cidas opiniones, ni se dejan engañar por ellas, aunque esta palabra, lucha, disuene un poco han tenido, al fin, que unirse y disponerse a hablando de la otra. De la reunión de Paris dar la batalla. La batalla, sí, aunque te pa ha nacido un nuevo partido en el mundo, el rezca paradójico, lector amigo. La batalla de de los hombres que no se dejarán arrastrar al la paz, la que ha de asegurarla y mantenerla homicidio colectivo, el de los hombres que de verdad, sin echar mano a las armas. No establecerán la paz para sus semejantes, y a lo sabías? Ni me extraña que así sea. Las ese gran partido hay que sumarse desde ahora.
agencias informativas más poderosas del mun Si vis pacem, para bellum, decía el antiguo do han procurado, estos días, ocultar a tus ojos latino. Esto es, si quieres la paz, prepara la o, al menos, desfigurar lo que ha ocu guerra. Nosotros debemos repetir ahora la misrrido en París entre los partidarios de la paz, ma alocución. Pero con otro sentido. Con es decir, entre los que se han reunido y pues éste: si quieres la paz, lucha por ella. La bato de acuerdo para comenzar esa batalla. Pe talla ya está comenzando, lector amigo. Varo no te apures. Aún quedamos algunos hom mos, tú y yo y todos los hombres de bien, bres, en poder de los cuales obran datos feha a ganarla.
cientes sobre la reunión de París. Yo soy uno en que hacristiana que toSTECHERT HAFNER, Inc.
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