REPERTORIO AMERICANO 345 Efigie de NERUDA (En el Rep. Amer. Que despierte el leñador!
Agrio dios, encendido en ballestas y voces, Masticand sus víboras, masticando su lumbre, Abierto como un ángel hirviente de sollozos, un paisaje de trombas ceñido a las entrañas.
Sucesivo y tremendo fabricante marino, Sumergido en azules ausencias clausuradas Dispara sin embargo su abeja de congojas, blande la implacable humedad de los mapas.
Deidad durable, poeta, lengua ya de estandarte, Tumultuario, y soldado, y río de tristeza.
Venablo azul, mas luego cincelada amapola En mitad de la aurora, del rocío y la espiga.
Una costa filuda de pálidos corceles Serpea entre sus sienes y climas espantados, Rasgándole el cos ado la estrella de su Chile, El congrio y la bandera, el himno y la simiente.
Maciza voz que rueda, morena y traspasada, Por líquidas cinturas de intrépitas ciudades.
Voz de copla sin ojos, ave batalladora, Sollamada en un auge de vegetales lámparas.
César ANDRADE y CORDERO.
Cuenca, Ecuador. 1949.
Pablo Neruda Alturas de Macchu Picchu de Pablo Neruda, visión indiana americana (En el Rep. Amer. y atravesó el desierto mi máscara salobre, y en las últimas casas humilladas, sin lámpara, sin fuego, sin pan, sin piedra, sin silencio, solo, todé muriéndome de mi propia muerte. IV. Pero.
No eras tú, muerte grave, ave de plumas férreas. Era siempre la muerte falsa (IV. pequeña, polvo, gusano (III. Por qué? contesta el poeta: un átomo del pecho que no vino al combate o el áspero rocío que no cayó en la frente.
Fra lo que no pudo renacer, un pedazo de la pequeña muerte sin paz, ni territorio. La poesía de Pablo Neruda se levanta te pequeña, polvo, gusano (III. sino de con un tono nunca igualado en América, de la poderosa muerte (IV. de la muerte pasión, de ternura y de sinceridad.
grave (V) y verdadera (VII. Estas palabras se encuentran en la presen De búsqueda, pero también de desorientación leída por Federico García Lorca en la tación, de desesperación, de soledad son los priUniversidad de Madrid, en el año 1935. meros cinco capítulos del poema. De pasión, de ternura y de sinceridad cs el tono del poema que Neruda. poeta ¿Qué era el hombre. En qué parte de su lleno de voces misteriosas. al decir de García conversación abierta orca dedica a Macchu Picchu. por entre los almacenes y los silbidos, en cuál de eso mismo pudo llegar este poema a ser una sus movimientos metálicos visión profunda, y expresión sublime y gran vivía lo indestructible, lo imperecedero, la diosa, de los verdaderos fundamentos huma vida. II. nos en los cuales descansa el movimiento indigenista en América Latina.
El ser como el maiz se desgranaba en el Es esencial para la comprensión del poema inacabable de Neruda, que sepamos que el poeta sube a granero de los hechos perdidos, de los las Alturas de Macchu Picchu, solo después acontecimientos de un largo transitar por las tierras, y en me miserables, del uno al siete, al ocho, dio de la espesa vulgaridad, por calle y calle, y no una muerte sino muchas muertes llegaba y río y río, y ciudad y ciudad (IV. a cada uno: en búsqueda de los valores humanos perma cada dia una muerte pequeña, polvo, gusano, nentes, de lo indestructible, lo imperecede lámpara To, la vida (II. lo que es implicitamente, que se apaga en el lodo del suburbio, una búsqueda de la muerte, pero no de una muer pequeña muerte de alas gruesas, entraba en cada hombre como una corta lanza. III. Hay dos ediciones. 1) Obra Poética de Pablo Neruda. Edic. Cruz del Sur, San El poeta siente la soledad más espesa tiago 1948. 10, 73 108. 2) Pa. JI) ante: blo Neruda, Alturas de Macchu Picchu, Edit. Librería Neira, Santiago, 1948. La iodas las falsas muertes y las resurrecciones primera es de pequeño formato y muy sin tierra, sin abismo.
atractiva. La segunda es de gran forma y cuando poco a poco el hombre fue to, magistral desde un punto de vista negándome técnico, con ilustraciones de José Ventu. y fué cerrando paso y puerta para que no relli. tocaran. Las cifras romanas al fin de una estrofa mis manos manantiales su inexistencia herida, o palabra indican el capítulo a que per entonces fui por calle y calle y río y río, tenece, y ciudad y cama y cama, Entonces en la escala de la tierra he subido entre la atroz maraña de las selvas perdidas hasta ti, Macchu Picchu.
Alta ciudad de piedras escalares.
Alto arrecife de la aurora humana.
Pala perdida en la primera arena.
Esta fué la morada, este es el sitio: aquí los anchos granos del maíz ascendieron y bajaron de nuevo como granizo rojo.
Aquí la hebra dorada salió de la vicuña a vestir los amores, los túmulos, las madres, el rey, las ovaciones, los guerreros.
Aquí los pies del hombre descansaron de noche junto a los pies del águila, en las altas guaridas carniceras, y en la aurora pisaron con los pies del trueno la niebla enrarecida. VI. y ciudad Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica