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238 REPERTORIO AMERICANO Capitán, puerto y navío (En el Rep. Amer. Hoy ya no tengo tus besos, flor de la noche y del mar, Ni el corazón como un vaso he tornado a levantar: Pero a las veces escucho la luz a medio morirQue tu voz me habla en la sombra y así parece decir. Capitán que hundió el navío con silencioso ademán y dió al viento sus canciones y alzó la luna en el mar: Aunque estuvieses cautivo de amurallada ciudad, aunque yendo fugitivo no regresases jamás, La noche se vino al puerto desde la orilla del mar.
Trepáronme al cuello, entonces, dos lianas de soledad.
Tu boca vino a mi boca en la sorda medialuz.
Abría, lenta, en el puerto, la luna su nardo azul.
Capitán que hundió el navío y dió al viento la canción, Por tus labios, como un vaso de gin, alcé el corazón.
Sirenas de viejos barcos, saxofones de night club, Marinos ebrios, veleros, balandras llenas de atún, Viejas palmeras greñudas, tallos de estrellas del Sur, Perfumes bravos perfumes. de monte y trópico azul; Agrio olor de los casinos, olor de yodo y be tún, Salobre viento marino con su salobre inquietud; Verde olor de los esteros, luces del bar, verde luz, Exhalación de jenjibre, de menta, ron y orozuz, Gardenias de axilas rojas, tambores de Tomboctú, Rojo tropel de amarantos bajo el nocturno capuz: Todo eso trajo tu boca en la sorda medialuz, Al entreabrir en el puerto la luna su nardo azul.
Aunque habitases escollos o arrecifes de coral, aunque nunca de retorno hagas puerta, Capitán, Desde tu pecho de bronce y a la sorda medialuz, Cuando abra, lenta, en el puerto, la luna su nardo azul, Trepar verás a tus hombros dobles lianas de ansiedad, Olor sentirás de estero, olor que viene del mar. en llegando altanoche cuando calle la ciudad, tu boca irá mi boca, nuevamente, Capitán!
César ANDRADE CORDERO.
Capitán que hundió el navío y dió al viento la canción, Por tus labios, como un vaso de gin, alcé el corazón.
Guayaquil y 1948.
Renegados y conversos (En El Tiempo. Bogotá, 21 abril 1949. católico en nuestra América suele tener más ventajas que desventajas.
Cuando al borde ya de la ancianidad, los antiguos maestros de idealismo, los escépticos profesionales del arielismo, levantan las manos al cielo y demandan la ayuda ultraterrena contra la que blasfemaron ayer, no me inspiran respeto. Su edad y los miedos consiguientes, y el ambiente dogmático en que se suele vivir, garantizan muy poco la idoneidad de su conversión. Suena a oportunismo y, aunque no lo sea, lo parece.
La diferencia es aparentemente nominal, sutilísima. Sin embargo, nada hay tan claro y profundo. Un renegado es el que abandona su fe, su doctrina, su partido, cuando éste se halla en mal momento, de suerte que la transferencia le produce lucro: Un converso es el que, a pesar de las desventajas materiales que ello le ocasiona, abraza una doctrina, una fe o un partido en peligro, decidido a jugarse entero por su nuevo credo.
Pablo fué un converso. Agustín también.
Nada les brindaba de disfrute ni alegría el camino que iban a seguir en adelante. Al contrario, la vida era plácida, jubilosa, promisora, sin amenazas. Qué les brindaba su nueva actitud? Sólo desventajas. Dolor y peligro, co mo preseas. La angustia, como inseparable veladora.
No se podría decir otro tanto de Enrique VIII, no obstante sus buenas razones políticas y sus muchos conocimientos teológicos. Su cambio de disciplina eclesiástica le trocaba en jefe de iglesia y le permitía imponer su ley.
Mas, sin retroceder tanto en la historia, hay casos más claros.
Los que se someten ruidosamente a los partidos o religiones triunfantes, o en el país en que triunfan, son meros renegados. Es muy distinta la posición moral de un comunista en la China de Chiang que en la septentrional dominada por los sovietizantes. Es muy diverso hacerse católico en Rusia que en España o América del Sur. Aunque, teóricamente, la fe sea la misma, en realidad, la actitud en que se la toma o cambia es muy diversa. Un católico en Rusia corre peligros, y necesita mucha fe para resistir los embates políticos; un En el Perú, consigue la suscrición al Repertorio con la AGENCIA MODERNA En Arequipa. Casilla Correos Nº 102 En cambio, el que en aquel duro México de Calles proclamaba su fe, representaba inequívocamente un valor moral, respetable para todos, inclusive para sus enemigos.
No basta cambiar de piel para ser distinto, ni más joven. Ni variar de color. El molusco sigue siendo molusco aunque remede a la piedra. Ningún mimetista alcanzó don de originalidad ni la gracia de la fecundidad.
En estos duros días de la vida colectiva americana, he tropezado con muchos conversos y no pocos renegados. Para aquéllos, mi respeto; para éstos, mi desprecio. El que zahiere la fe que hasta ayer fué el sustento de su fama, y la zahiere cuando la juzga derrotada o en decadencia, y cuando confesarla significa alguna pérdida, ese es un infame renegado. El que, a pesar de los pesares que toda lucha contra el éxito representa, se alinea con los desvalidos o en desgracia, ese es un converso. Puede haber conversos, unidos, sin saberlo, al carro del éxito. Los hay. De todos modos, su apariencia no les honra. esto, sí, hay que inculcarlo a las nuevas generaciones, para orgullo de la especie humana: Si cambias de opinión, cuida de no manifestarlo, si tu cambio coincide con el éxito de tus antiguos enemigos y con la desdicha de tus viejos conmilitones. Los renegados, aunque sólo lo parezcan, desmedran la condición humana, mucho más que los tercos, en quienes la deficiencia de flexibilidad mental compensa su ausencia de binojamiento moral. En Chile, la consigue con GEORGE NASCIMENTO y Cía.
Santiago, Casilla No 2298. En Guatemala, con Doña MARTA DE TORRES En la ciudad de Guatemala. Callejón Escuintlilla, 8)
En El Salvador, con el Prof. ML. VICENTE GAVIDIA En Santa Ana (Liceo Alberto Masferrer. Luis Alberto SANCHEZ.
Abril. 1949. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica