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72 REPERTORIO AMERICANO El sistema histórico de Toynbee Por Alfonso REYES (En Todo. México, Ediciones del de mayo y del 12 de agosto de 1948. son las verdaderas unidades de la historia. En los seis mil años que nuestras noticias abarcan, ha habido veintiún civilizaciones. Por cierto que cuatro caen en Hispanoamérica, y tres de ellas, en México. Vemos como todas ellas nacen, viven y perecen, con excepción de la occidental o latinocristiana que todavía se mantiene, y sobre cuyo futuro nada nos dice aún la parte publicada del Estudio de la Historia, pero sobre el cual Toynbee se ha manifestado optimista en varias ocasiones. Quiere esto decir que Toynbee no cree inevitable el que las civilizaciones perezcan. La salvación, a su ver, tiene que buscarse, en suma, por un incremento del sentido religioso en el Mundo, donde el cristianismo podrá venir a ser el heredero universal de todas las altas religiones y civilizaciones pasadas.
II Aunque me desquito pensando que él parece más envejecido que yo, lo cierto es que me muero de envidia grotesca parodia de César cuando contemplaba la imagen de Alejandro en Gades ante este hombre de mis mismos años, Arnold Toynbee, que ha tenido ya tiempo y vigor para conquistar el Mundo. no digo conquistar el Mundo por el concepto de la gloria, que ese reino yo no podría ni quiero disputárselo; sino conquistar el Mundo por cuanto ha logrado, en casi sesenta años de vida, un panorama de la historia humana tan bien trazado en sus contornos vastísimos como bien acabado en los detalles y relieves que le dan fisonomía y resalte. Quién pudiera, en esta aerostación que sólo da la cultura, volar así, nuevo Diablo Cojuelo, sobre las ciudades de los hombres, sobre las edades, las civilizaciones, señalando la hora aproximada de su nacimiento y de su muerte; las reiteraciones o leyes posibles de sus crisis y su desarrollo; sus ritmos y semejanzas, sus derivaciones y parentescos, si los hay; su misteriosa soledad en algunos casos de sociedades primitivas; su creciente trabazón al andar del tiempo!
Ya que no una filosofía de la historia aunque ahora, en las conclusiones, se acerca a una religión de la historia. Toynbee ha llegado a una síntesis luminosa y clara. No hay más deleitable lectura que ese navegar por los seis enormes volúmenes de su Estudio de la Historia, todavía no íntegramente publicado.
Pero el lector no especialista, a quien puede cansar la reiteración de los ejemplos tanyaliosos y de tan original interpretación en sí mismos, sin duda preferirá el compendio en un modesto volumen que, bajo la vigilancia del mismo autor, ha publicado el año pasado su discípulo Somervell. No me propongo aquí reseñar tal síntesis de la historia, que cada uno debiera conocer por sí mismo, como una preparación a la vida en la época contemporánea; sino solamente ofrecer algunas observaciones.
Menos brillante que Spengler, cuya Decadencia de Occidente ha corrido con tanta fortuna antes de la guerra, aunque dotado de un estilo lleno de fluidez y que posee las virtudes del crecimiento interno, Toynbee es mucho más historiador que Spengler, y sabe mucho mejor que él guardar su física de su metafísica. Pues al fin y al cabo esa Ciudad de Dios, a la que se va acercando en sus últimas conferencias de los Estados Unidos y en sus últimas publicaciones para nada afecta la relativa objetividad de sus trabajos, y tiene el valor de un epifonema final o un Laus Deo. Tampoco puede decirse que perturbe el vigor científico de Werner Jaeger, sumo helenista, cierta atracción agustiniana hacia la interpretación religiosa de la historia, que él sería el primero en confesar y que se irá percibiendo más y más en sus investigaciones de futura publicación. No, Toynbee no aplita, germánicamente, como Spengler, sus moldes teóricos sobre la masa de los hechos humanos, sino que intenta desentrañar los principios en el seno de los heEl nacimiento de las civilizaciones no es para Toynbee efecto de las condiciones favorables de los ambientes, sino de un desafío de obstáculos (naturales u otros) que encuentra una respuesta adecuada en la voluntad del hombre. Al revés de la teoría paradisíaca de Herodoto, el Egipto no es un don del Nilo, sino que se ha edificado contra el Nilo, y domesticando la feracidad natural. No fué así como se musculó el azteca para la fundación del fuArnold Toynbee turo imperio mexicano, luchando contra los inhabitables e insalubres pantanos en que vino a meterse? Este choque causa esa desviación, bastardeo o diferenciación de lo puramente nachos mismos, conforme a la lógica inductiva del empirismo inglés. así encuentra su situral con que toda civilización comienza.
tio propio en la tradición representada por El desarrollo o crecimiento de las civilizaSan Agustín, Bossuet, Voltaire, Herder, Heciones procede de un dominio gradual sobre el gel, Marx, Buckle, Wells y Spengler.
ambiente, de que resulta una eterealización.
Cuando todavía nadie comenzaba a leer Por vencimiento de lo puramente material, los a Toynbee en América, yo discutí largamente impulsos comienzan a motivarse de adentro en El Deslinde (1944) su noción, demasiado hacia afuera, con autonomía, invención o inisimplista por ser cuantitativa. sobre las diciativa humanas, fundamento de la libertad en ferencias del pensar histórico, el científico y la historia. La creación procede de minorías o el poético: pero esta noción tampoco inficiona individuos, y se derrama como en la invenen modo alguno su arquitectura de la historia, ción y la imitación de Tarde, a quien no se cita. La fórmula de Toynbee es algo como y aparece en un mero apéndice a manera de requisa o restitución. ensayo suelto.
La ruina de las civilizaciones, como Lo que desde luego sorprende en Toynya lo decíamos, no bee, como lo ha advertido el Dr. Geyl en es para Toynbee una ley férrea; es un desliz, un fatal tropiezo, su conferencia de Utreche (9 de noviembre de un accidente. Pues no se acepta para las so1946) es la información, el saber casi sin preciedades la metáfora animal de Spengler. La cedente; la familiaridad con que se mueve encausa de tal ruina es alguna descomposición tre las civilizaciones de Asia, China, India, interna, pero no una determinación exterior.
Egipto, América, la greco romana en que es Ya es la fuerza retardataria o incrustación mereconocida autoridad; la Biblia, Goethe, Shacánica de la mimesis; la estratificación de inskespeare, Marvell, Shelley, Blake, Meredith.
tituciones que la vida desborda y asumen efecToynbee es probablemente el hombre más cultos paralizantes; la némesis de creatividad to de nuestro tiempo. luego, no nos sor o fatiga que sucede al esfuerzo y agota la viprende menos esa unidad de la obra que pa talidad de los pueblos después de un inmenso rece superar la fluencia, el advenir de toda creaapogeo. idolización de conquistas, institución literaria; esa unidad que se impone sobre ciones y técnicas; intoxicaciones del triunfo, el movimiento y el proceso mismo del escri etc. bir: las referencias cruzadas hacia adelante y la ruina sucede la desintegración, procehacia atrás entre las cinco secciones que llevan so en que las regularidades son todavía más los seis volúmenes actuales; y lo que de veras aparentes de una a otra civilización, y a traasombra, las referencias a las ocho secciones vés de las edades. La minoría creadora se conaún inéditas y que han de ocupar los próximos vierte en minoría gobernante; las masas, en provolúmenes. Se diría que la obra existe de to letariado (entiéndase: un grupo acarreado por da eternidad, o al menos como ente estático una civilización sin ya participar en ella. en la cabeza del autor, antes de sufrir esa apli Aparece el cisma como síntoma, cisma en tres cación sucesiva en letras que los franceses lla partes, pues, además de la minoría gobernante, mian tender sobre el papel. sobrevienen un proletariado externo y un proLa obra es un estudio comparado de las letariado interno. Continúa el proceso de decivilizaciones, encaminado a alcanzar algunos safío y respuesta, pero ya las respuestas no reperfiles necesarios de toda historia humana. Los suelven, sino sólo momentáneamente apaci campos históricos o civilizaciones. y no guan. Cunde, con la inarmonía social, el senlas parroquiales apariencias de los Estados. timiento de impotencia y pecado. Alteradas las Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica