Liberalism

REPERTORIO AMERICANO CUADERNOS DE CULTURA HISPANICA Tomo XLV San José, Costa Rica 1949 Sábado 10 de Agosto No. 16 Año XXIX No. 1091 Actualidad de MONTALVO Por Humberto TEJERA (En El Nacional. México, Mayo de 1949. e Audaz unas veces, otras tímida, pero siem así se autorretrata. Amigos y detractores agrepre curiosa e investigadora, mi vista se extien gan rasgos del hombre escritor, que en él todo de por América; no contemplo solamente este fué uno. Su hablar cauto y monótono, en retazo de tierra que llamamos Ecuador; pro contraste con su prosa caudal, crenchada en curo abarcar con la mirada el Mundo Nuevo. torrente irisada en catarata. Su erguido paso Si me sucede lo que a los gigantes de Flegra, sin saludos, por las calles pueblerinas de los que cayeron por su audacia, respetarán al caí Andes colombianos, o por los bulevares parido. abarcando con su vista nuestra Indo sienses. Su madurez de vegetariano ensimisiberia entera, Montalvo en su tiempo, lo tuvo mado, cojeante de neuritis, pobre, hambriento para defender todas las buenas causas de nues de amor y de patria. Por el restriego de ortitros pueblos: su cuadro dramático fulgurante, gas y ponzoñas que en su faz hizo la envidia en que pinta a Napoleon III entre sus corte y la necedad ambiente, en sus lares jamás olsanos, cubriéndose el rostro con las manos al vidados, apenas la ensañada lectura de Monsaber, en 1867, las noticias de México, es taigne apacigua amarguras en su boca. Con constancia de americanismo continental. El cé lustrosos dientes devora culturas antiguas y sar falsificado que se rindió en Sedán, en esa ter modernas, siempre encorazonado hacia lo clátulia aúlica, deja escapar este despecho: di sico, ese hombre sin vino ni tabaco, adocecen que Juárez es un indezuelo. Julio Fa nado sólo en su pertinaz dejo de criollo anvre le responde, rápido, con voz de la poste dino. Así pasó por el último tercio del XIX, ridad: Pero iqué alma tan aristocrática, qué un titán de la buena causa de nuestros pueespíritu tan encumbrado, qué naturaleza tan blos. Titán del amor a los humildes y decompleta!
samparados; quijote en el más pancesco de los Montalvo, caballero sin tacha del ideal ámbitos, el paraíso tropical de la abulia, la novomundista. Alto y pulcro, cenceño y ab ignorancia y el fanatismo. Quijote, con las sorto en su traje negro, quemante la mirada convicciones más profundas sobre la alteza y bajo la explosión de azabache de su cabeza, la dignidad humana, y con los más liberales principios de su época, que en lo personal, se sentia de la más noble estirpe ateniense. Verdaderamente formidable es que sobre ese dualismo ya tan gravoso, Montalvo creara todavía, por su hondo y pertinaz cultivo del idioma, el orífice que corta al aire, pule, realza y monta en argenterías, al más osado barroco de las letras hispánicas.
Aislado por septenios en los más recónditos páramos de los Andes, en un pueblecillo, Ipiales, que sólo surge a la historia con su nombre: solitario de letra limpia y clara, prueba su poder titánico erigiendo, él solo, catedrales literarias que lleva hasta altura y primor de monumentos del siglo de oro. Los Siete Tratados, los Capítulos que se olvidaron a Cervantes, Las Catilinarias, La Mercurial Eclesiástica, El Cosmopolita, La Geometría Moral.
poemas, ensayos, periodismo, cuentos, fulmiraciones, diatribas, cartas, cuanto sale de sus manos lo consagra a la verdad y a la pasión, dándole la eterna vida de la belleza. Formidable Montalvo: a un tiempo mismo, laborando en su obscuro y pobre escritorio aldeano, se inscribe en la pléyade de Miguel, Quevedo, Granada; y en el rol de soles de Bolívar, Hidalgo y Morazán. Pues Montalvo viste con lujo preclarísimo de opulencias pretéritas, las más altas y justas ideas de la América, las de virtud, libertad y justicia. Su liberalismo cordial, frecuentemente henchido de generosidades sociales, comparece realzado de principescas prendas. En lucha arcangélica, Montalvo asió a la Marsellesa por el ala, obligándola a bendecir nuestra salvajosa herencia de colonia je. Grande entre los grandes, como escritor y en esto habrá que ceder la crítica a los gramatiquistas lo fué aún más por la adopción de las teorías nobles y avanzadas de su época: por su solidaridad con las barricadas libertarias, lo mismo en París que en Guayaquil; por su comprensión y amor a todo ímpetu liberador y humano, lo mismo en la Roma de los Gracos que en la de las camisas garibaldinas, Montalvo solvéntase ante todo como gran indoibero, gran americano, alma y voz de nuestto continente. Indoiberia es río torrencial, como su verba: es ímpetu salvador de aspérrimas cordilleras históricas: es grito y paso avante, con estruendo y espumarascas, contra todos los remansos que quisieran regresarse al coloniaje pretérito. Montalvo, símbolo, desde que se adormía de niño escuchando las cascadas del Pastaza.
Romanticismo montalvino, del mejor. Del que batalla ardiente y constante, y en cada hora es un combate y en casi ninguna un triunfo; combate cuerpo a cuerpo de un hombre solo, armado con su pluma, contra legiones de desalmados y follones, en las encrucijadas de su pueblo y de su estirpe.
La vida se le va en persecuciones, y exilios, odiado igual por déspotas y esbirros, que por envidiosillos tontos de su misma bandería. pasa con su albedrío y dignidad, impoponiendo norma al futuro, creando un tipo de ciudadanía. americana, mundial, universal, donde todo era sumisión y silencio al látigo Juan Montalvo (Cuando pasó por Madrid, en 1883. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica