314 REPERTORIO AMERICANO EL GREMIO Kerylos, libro matinal en el atardecer, pri ce cristiano. Yo creo también, como Cornelio navera en el otoño, que hubiera dicho Darío, Hispano, que más allá de donde llegaron los es, según su autor, un libro de acción de gra griegos en la explicación del universo, en la cias. Quiere considerarlo también su despedida consideración del enigma del hombre y de su de la juventud y de las letras; su inventario de final destino, no llegará ningún filósofo. Pebienes recibidos, de anhelos alcanzados, de go ro me complazco en reconocer, en apreciar, toANTONIO URBANO ces exprimidos y bebidos y gozados; su men da la poesía, toda la belleza del Nuevo Testasije a la patria y a las generaciones para que rento. Así como es cruel, despótico, incomsientan que la vida no merece sino alanbanzas prensible, el antiguo, es suave, acariciador, conTELEFONO 2157 y cantos y sonrisas, porque es bella, porque solador, el último.
APARTADO 480 restaña las heridas que ella misma causa, por aunque es verdad que la filosofía del que es el relámpago que vió Pascal entre dos placer, pagana y griega, no se concreta a los eternidades, porque ofrece cigarras líricas y mu sentidos, no se satisface con lo material sino jeres cadenciosas, sinfonías envolventes y poeAlmacén de Abarrotes que vuela alto y comprende el amor del deber, mas cenitales. Cornelio Hispano se presenta de la equidad, del altruismo, la ayuda al próal por mayor como un discípulo de Epicuro, satisfecho de jimo, el consuelo, la piedad, todo lo noble, San José Costa Rica saborear aquellos recuerdos que se consideran también es verdad que nadie ha suscitado esas pecados, pero seguro de no haber conocido el manifestaciones como Cristo, ni nadie ha loodio, de ignorar la envidia, y de esperar la grado hacerle sentir al hombre la felicidad que bir, elegante y desdeñosamente: De los arniuerte sin afán y sin miedo.
se esconde en el desinterés y el sacrificio. Que tículos y de los libros que, en distintas épocas, Repite con Keats, que thing of Beauty is Dios le perdone sus olvidos de veinte siglos en Bogotá y en Caracas, se publicaron contra a Joy for Ever y desaconseja la cera de los de crirstianismo. le dice el maestro Valencia mí y contra mis obras, sólo me queda un oídos que ordenó Ulises para que sus compañe a Cornelio Hispano. Pero no hay tal olvido. vago recuerdo. De lo que el recuerdo és claro ros no se dejaran seducir por las sirenas. Pero El Nazareno pasa por esas páginas y asciende y grato y puro es de lo bello de la naturaleza, o! vida las circunstancias en que el viajero dió a la colina de donde cayeron sobre la multi de lo bello de la vida y de cuanto suena al el consejo. Venía de otros brazos, de los de Ca tud las eternas promesas y las eternas caricias diapasón del consejo latino: Horas non numero lipso, de los de Circe, sin otro deseo que los de de Bienaventuranzas. es cristiano, no es mise serenas, o sea No cuento las horas sino Penélope y que el de sentirse de nuevo en tie griego, el perdón de las injurias o su olvido, las felices.
rras de la patria. Cornelio Hispano oyó el del que da ejemplo Cornelio Hispano al escricanto de las sirenas en el mar Jónico, porque prácticamente a eso había ido. Hizo bien en escucharlas, ahí y en el buque en que viajaba.
Pero también se hubiera precavido contra su fascinación, si de ella hubiera dependido el sonetos ro llegar al Valle del Cauca y el ver alejarse otra vez, en el regreso, las costas de Colomde Alfredo VINCENZI.
Eia.
Todo en Kerylos siente el beso del sol. Pe(En el Rep. Amer. 10 hay también una sombra. Guillermo Valencia advirtió en él un tinte de melancólico soEL CANGREJO BAJO EL MAR siego. Si allí se habla de las cigarras atenienses; de Buga musical; de los peligros, para la Con la sorda que jumbre en la resaca ¡Es un reino de arcanos tropicales!
castidad que tiene Popayán, como Nápoles; de la manera como nació Hermafrodita; del plaante la luz del trópico perplejo, un buzo que exploraba la bahía, en la rútila arena se destaca, cer, de la amistad, de la felicidad de sentirse se sumerge en la azul cristalería cntre hervores de espumas un cangrejo.
vivo; del culto a la belleza, del milagro heleentre un bosque profuso de corales.
no, de Homero y los homéridas; de la patria Pulido por el mar es una placa Siguiendo madrepóricos canales, y del paisaje, de la que en su sér resume cuanto en la existencia se halla de maravilloso y que el sol barniza de color bermejo; el pescador en sueños se envolvía; de sublime, es decir, de la madre, del permacapricho japonés hecho de laca, y en el claro zafiro en que se hundia, sobre el vidrio mojado de un espejo.
advirtió las siluetas fantasmales rente regalo de la naturaleza, que a su juicio no aprecian ni místicos ni libertinos; también Enjuto carapacho en miniatura, d: largos tiburones de pizarra: hay una obsesión que le hace citar seis veces por la tórrida playa se aventura; Tel agua con los vuelcos se desgarra!
a los divinos gemelos: el amor y la muerte o retorna a la cueva de su asilo El buzo en las espumas que efervecen. es que, repitiendo las palabras de Renán, un inmenso río de olvido nos arrastra hacon las pinzas cascando sus antojos.
mordido se emborrona en un desangre.
cia un abismo sin nombre. con él puede se alzan de las cuencas sus dos ojos. en el fondo encendido por la sangre, exclamarse. Oh, abismo! Tú eres el dios astrales periscopios en sigilo.
los rútilos corales palidecen!
unico. Entonces, aunque se hubiera tenido el heEL CAIMAN roísmo de confesar la felicidad y el acierto de detener, para extraerle el jugo, a la hora En la cuenca fangosa de una ciénaga verde, fugitiva, se va sintiendo que acaricia el rostro en simbiosis sombría con el lodo podrido, una luz de luna. Nadie logra escapar compleel blindado hidrosaurio que parece dormido tamente a la melancolía del crepúsculo, ni namira absorto una garza que en la orilla se pierde.
die ha podido conjurar, cuando se presenta conio enemiga, a la noche. En la vejez, ante esa Un telúrico instinto las entrañas le muerde.
caida de la tarde, ante esa sombra naciente, el caimán que se agita por el ansia impelido, reaparece la infancia, y el hombre siente que, se echa al agua de pronto y al quedar sumergido, aun de manera casi involuntaria, como si fuesólo asoma sus ojos sobre el líquido verde.
ra un reflejo, las manos se tienden hacia Cristo. Es otra clase de felicidad y otra clase de Entreabriendo sus fauces en un gesto salvaje, diafanidad. En el dolor, que no cabe en el ideal con un vuelco nervioso convulsiona su cola griego, hay un goce, que es la esperanza, que y en miriadas de espumas hace hervir el aguaje.
es la creencia en la misericordia, que es el goVa nadando despacio bajo el sol que desmaya.
Deja atrás los jardines de las algas que viola. 1) Páginas 8, 52, 54, 100, 102 y 144.
y al sentirse burlado muerde al viento en la playa. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional Costa Rica