REPERTORIO AMERICANO 63 Himno Nacional en vísperas de la luz Por el poeta nicaragüense Pablo Antonio CUADRA (En Alférez. Madrid. Julio y Agosto de 1948)
árboles y campesinos dicen. Alabado sea el Justo y Buen Señor que va dando a cada país lo suyo.
Esta noche al nuestro. Este descanso conseguido.
Por tanto, en alabanza y canto merecido, árboles y campesinos dicen. Alabado sea el Dueño de esta posesión. Levantó una noche más y fuese andando, a cubrir otro lugar de más necesidad.
Porque así agradecemos debidamente este lugar.
Así volvemos a vivir debidamente nuestro lugar, Mi pequeño país te solicita para la oración y el himno de los que vamos a despertar.
Recuerda, hermano, las lomas de Coloja y su césped verde.
Tú, Jacinto Estrada, regocijate de tu isla, con sus frutales que rondan en susurro las abejas.
Madre mía, desde el balcón de tu casa bendice mi respiración.
Porque yo sueño con un canto donde va amontonándose ccdo este ritmo patrio de ángeles celestes y verdes palmas mecidas, de babor a estribor, por un viento de flautas lentas.
En el límite del alba, mi pequeño país toma las aguas tendidas las grandes aguas desnudas que descansan Haré lagunas este día. piensa. Cuenta, de dos en dos, sus árboles, sus aldeas cubiertas de rocío, sus territorios que salen despacio noche afuera.
Antes del hombre, mi dulce país arregla su pequeña porción de paisaje. Colocaré este azul sobre una nueva mujer. Este lugar proyecto para mejores vientos. Va diciendo. vosotros os antecede, hombres de mi tierra.
Pulsa el alba, otras corrientes pulsa buscar el ángel que circula de sueño a sueño alrededor de nuestros aires.
Mi pequeño país, entre tantos, va historiando sus flores, la biografía más difícil de la golondrina, fechas de ceibos, de conejos, historias revolucionarias de hombres, otros destinos en una fuente, en una comarca apenas designada.
Países hay que escogieron calendarios afanosos para eclipsar las antiguas escrituras.
Llámase Imperio el dolor de unos hombres lejanos.
Se llamará Inmortal un nombre arrojado contra el bronce.
Pero esta vez existe este lugar dispuesto para ser eterno por esta palabra que un ángel dicta recorriendo los maitines.
Mi pqueño país es habitado por vegetales menos solemnes.
Por silencios naturales que van de canto a canto, entre hombres así, entre montañas asequibles al llanto, y ríos prudentes que transportan con mansedumbre sus estrellas.
Aquí hemos criado olvidos elementales para ser comunes, vegetaciones insistentes para cubrir a tiempo nuestras huellas.
Existe un ángel que repudia nuestras oportunidades. cierra con insolencia las pequeñas ventanas de los oficinistasy viene urgiendo una palabra más, un canto más, en la pobre aldea que no trasciende donde habita ese niño pálido que nosotros desconocimos.
Por eso el alba toma un hilo al sueño desde los pájaros y va penetrando a todos los que tienen inscrito su silencio.
Mi pequeño país cristiano se compone de unas pocas primaveras y campanarios, de zenzontles, cortos ferrocarriles y niños marineros. Tenemos este quehacer, esta palabra entre todos. ha dicho, y así comienza, a punto de los albores, reclamando a ti, zafiro, llamado último lucero, al venado, al güis, al chichitote un pájaro madrugador, su coro de claridad para alabar la luz. Voy recorriendo a tantos, llamando a cuantos tienen ganado su silencio. ti, José Muñoz, carpintero de oficio, que sabes hacer Estas Elegías.
Arturo Torres Rioseco: Elegías. México. 1947.
Esta obra poética de Arturo Torres Ríoseco permite pensar no sólo en la calidad lograda por el autor, sino también en lo que llamaríamos el estado poético que prevalece actualmente en la América. Con frecuencia leemos poetas en los cuales apenas si encontramos el eco unas veces digerido y otras veces postizo de influencias extrañas. Nadie podrá negar el valor de la gran poesía de Pablo Neruda ni el valor de la no menos grande de Federico García Lorca. Nadie. Pero tampoco nadie podrá negar que sus influencias no han sido siempre útiles para el mejoramiento de la razón de la poesía americana. Estamos inundados de remedos, de copias, de simulaciones. Es el mismo caso que produjo el gongorismo, en el siglo XVIII. Una cosa es Góngora y otra los innumerables gongoristas que infestaron la literatura castellana hasta el siglo XVIII. De allí que nos vuelva el alma al cuerpo cuando leemos, con intimo agrado, estas Elegías de Arturo Torres Rioseco. Ellas muesuna adiestrada cultura literaria. Torres Rioseco no ha querido sacar su obra de la nada; ha querido utilizar los recursos de nuestra herencia literaria; con ella ha creado su obra.
Pero sobre las influencias, sobre las normas, existe un aliento personal. Su obra revela a un verdadero y hondo poeta lírico. Estas Elegías no están construídas sólo con palabras; las palabras aquí son mero camino para expresar la emoción poética. Gracias a esta obra Arturo Torres Rioseco se coloca al lado de los poetas que, con más personalidad, puede presentar América.
Ermilo ABREU GOMEZ.
Obras poéticas del autor: En el Encantamiento, Ausencia, Mar sin tiemDo, Canto a España Viva, 22 Poemas.
mi mesa, tran toma este lucero. Sale a guiar su hora. Arréglalo! tú, Martín Zepeda, pues vas de caminante, arrea estos pájaros. Dales canto o diles lo que sabes del pan y la guitarra. a ti, Pedro Canisal, vaquero, muchacho agreste, cnsilla el horizonte, monta al final la noche, dómala!
Todos sueñen. Todos muestren que están contigo haciendo este futuro día, esbelto y sin zozobras.
Busca a Juan, el chato. en este barrio de albañiles; y a Gumersindo, jornalero de caminos; tengo un ancho espacio que llenar de Chontales a León, de norte a río, de río a corazón.
Quiero tierra y voz.
Esta voz tuya, Gregorio Malespín, cantador de Cuiscoma, levántate!
mira la gente que va conmigo. Ya lo están cantando: Lagos, lagunas, madreselvas. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica