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REPERTORIO AMERICANO CUADERNOS DE CULTURA HISPANICA Tomo XLV San José, Costa Rica 1949 Sábado 10 de Setiembre No. 19 Año XXX. No. 1094 Federico Chopin biamente dosificados y contrastados. Las espe.
cies que pueblan los senderos han venido de todos los rincones de la tierra. Las flores son incontables y de un esplendor y perfume inu, sitados. La señora que nos muestra las mil maravillas, conoce la historia de cada planta rara y el origen y la edad. Rie mucho ante un milagro que la ufana: un olmo enorme que, por un sabio injerto, está produciendo peras deliciosas. Es que hemos querido derrotar al refranero, apunta. detrás de kioscos y riacizos, aparece una modesta y fina estatua de Chopin. Nuestra sabia informante nos explica que desde antes de la guerra está señalado el lugar para el sepulcro extraordinario. Al final de una hermosa avenida de plantas vaporosas se descubre el espacio que espera. Pero ahora el Gobierno francés de seguro que por razón política se niega a entregar el cuerpo de Chopin que reposa en París. Sólo el corazón fue reivindicado a tiempo y se guarda en la Iglesia de la Santa Cruz, en lo más céntrico de la vieja Varsovia. Cuando la furia nazi decidió la destrucción total de la capital polaca, arrasó los alrededores de la Iglesia, la afectó duramente, pero quedó en pie la estat ua de Jesús con la cruz a cuestas e indemne el corazón del músico. El pueblo sencillo, de profunda religiosidad aquí, ha visto en ello un milagroso designio.
Después del largo paseo por el parque excepcional, entramos en la casa natal de Chopin. Es una casa modesta, pero distinguida y confortable, la casa de un terrateniente cultivado del siglo dieciocho. la entrada luce la cocina, acogedora y sobria. Después las salas pequeñas, tocadas de discreta intimidad. En las paredes, retratos del músico de muy vario valor plástico, en edades diversas; niño grácil, adolescente ansioso y artista famoso, ya tocado por la enfermedad mortal. Los techos son primorosos, de gruesas vigas floreadas en fondo oscuro. Los muebles son fiales a la época, pero no los auténticos, guardados en el Museo Nacional. En las esquinas, la estufa vertical de mosaicos blancos y brillantes, que añade un toque de austeridad funcional. Dos pianos dan ambiente y carácter. Uno es viejo, contemporáneo de la casa, de fino veteado y sir pedales; le vemos la firma: Ignaz Leicht, Breslau. El otro es moderno, pero de lindo re lente arcaico: Fred Kuhlbors, Breslau también.
La mascarilla del músico se destaca en una de las salas. Conserva mucho de la vida ilustre y angustiada: la frente desguarnida y vibrátil, la nariz sensual e insatisfecha, la boca apretada con orgullosa amargura. En la delicada arquitectura, en el ímpetu sediento y herido, esta cara a punto de disolverse recuerda mucho la de nuestro Rubén Martínez Villena.
Al fondo de las salas una fecha entre grandes drapeados rojos 22 de febrero de 1810 nos anuncia la alcoba natal. No es una alcoba en verdad: un estrechísimo recinto, límite amurallado de una cama de la época. Unas flores frescas dan cuenta de la devoción permanente. Al separar los ojos del lugar venerado, nos sorprende la mano del músico posada suaDOCE DIAS EN POLONIA CHOPÍN en CHOPÍN Por Juan MARINELLO (En el Rep. Amer. Desde que se traspasa la frontera checa, vi Jelazova Vola, el pueblecillo atildado donde niendo del Este, se sienten dos presencias ro nació el músico. El trayecto hora y media mánticas, hermanadas en sus aniversarios, la en automóvil sirve para comprobar el hede Pusckin y la de Chopin. En los escapara roísmo con que los campesinos pobres, a trates de las librerías de Praga, como en los de vés de la obra del gobierno de Bierut, están Carlovy Vary, Varsovia, Cracovia y Catowice, levantando la llanura aniquilada por la ocupahemos visto dominantes y unidas las estampas ción. un lado y otro de la carretera, mares del poeta ruso y el músico polonés. La pre de trigo y conteno a distancia matizados por sencia de Pusckin tiene, desde luego, mayor el amarillo estridente de la mostaza. Las casas volumen: la Unión Soviética ha inundado el pobres, techadas con yerbas, recuerdan un poContinente con litografías soberbias y edicio co el bohio antillano. De trecho en trecho una nes impecables de su extraordinario cantor. mansión señorial, que es ahora escuela o granChopin está más visible, más presente, más ja colectiva. Nos desviamos por un camino vivo en su tierra, que lo ama con ternura ma. sombreado y pronto nos detenemos ante una ternal. Su centenario ha llegado en una oca puerta ancha y limpia. Tiene una inscripción sión singularísima: Polonia está todavía heri en lo alto: Don Fryderyca Chopina. Hemos da en lo más sensible y válido por la barbarie llegado a la casa donde nació el músico nacionazista, pero ya renace con ímpetu milagroso. nal de Polonia. en este instanta recuerda al hijo alucinado La puerta da acceso a un parque de sory gemidor que mil veces confortó a sus her prendente belleza, famoso en Europa. Duranmanos en la varia y dilatada servidumbre. te años, el gobierno de Varsovia ha extremaNuestro deseo de visitar la casa natal de do su celo porque la casa de su gran hijo apaChopin fué generosamente satisfecho por el go rezca rodeada de singular contorno. Los más bierno polaco. los dos dias de llegar a Var notables arquitectos de jardines han pasado por sovia, salíamos de la ciudad despedazada hacia aquí. Los colores de los árboles han sido sa Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica