Democracy

354 REPERTORIO AMERICANO casa cído hablar tanto de las estepas, de los cam pesinos, de los administradores, de los trincos, de los judíos, de la mezcla de civilización y barbarie, de tantas y tan fantásticas cosas, que Ucrania se me aparecía como el único país del mundo en el cual podría ver cosas nuevas y hombres nuevos.
Pero es lógico pensar que si aquel hombre de 48 años, aquel legendario galeote del traLajo. ya barrigudo, se decidía a emprender semejante viaje y a semejante ritmo era porque lo impulsaban otros motivos mucho más personales. En efecto, aquel obeso volaba con las alas del amor. Pero, al mismo tiempo, casi se fugaba de París, en donde su situación material empeoraba cada vez más. Fatigado más allá del límite de las fuerzas humanas, aunque no agotado, se mostraba más y más sensible a las preocupaciones que le perse guían: los compromisos literarios, los libros vendidos antes de escritos, las deudas, los requerimientos y los giros. Balzac huía de todo aquello abandonando a su anciana madre toda su diplomacia de deudor eterno, a pesar de sus enormes ganancias literarias. No tenemos tiempo para describir aquí la extraordinaria organización financiera de Balzac. Hace algunos años, dos franceses rebuscadores de la literatuta, se tomaron el trabajo de estudiar todas las cuentas conservadas en los archivos, los requerimientos, los protestos y todos los giros, y publicaron después un grueso volumen sobre las deudas de Balzac, titulado Las dramáticas cuentas de Balzac.
Así, pues, Balzac salía para Wierzchownia, llena el alma de esperanza, con el deseo de coronar un amor de varios años y de realizar el sueño de su vida.
La historia de aquellas relaciones que duxaron dieciocho años es bastante conocida, por lo general. Sólo recordaré ahora lo necesario para sacar ciertas conclusiones. Hablaré, por tanto, de la carta que recibió Balzac en 1832, firmada por una lectora desconocida y fechada en Wierzchownia, carta que lo impresionó e intrigó no obstante que recibía cientos como aquella. Tenía entonces treinta y tres años. Ya era el célebre autor de los Chouans, de la Fisiologia del Matrimonio, de La Piel de Zapa y de las primeras Escenas de la Vida Privada, entre ellas La Mujer de Treinta Años. Las mujeres de 30 años y las otras aplaudían en él al escritor que, por fin, las había comprendido. en aquella época de su vida creadora, Balzac era, sobre todo, el ídolo de las muje. Su desconocida admiradora de Ucrania, después de expresarle su entusiasmo por sus obras, deploraba en su carta el pesimismo y la brutalidad de su novela La Piel de Zapa, y le suplicaba que volviera a las fuentes puras de inspiración. Poco después le enviaba La imitación de Cristo. Así es como había comenzado la cosa.
Se estableció un intercambio epistolar y al cabo de algunos años esta correspondencia con una persona desconocida a la que jamás había visto, tomó en Balzac un carácter resuelta y cálidamente amoroso. En aquella época de romanticismo, parecido juego del corazón y la imaginación, lleno de riesgos y sin descartar las posibilidades de desilusiones cómicas, era bastante característico. En este caso no hubo engaño.
Pronto la señora Eva Haniska incitó a su marido, uno de los más ricos terratenientes de Ucrania, a hacer un viaje por Europa, con el propósito secreto pero evidente de acercarse a Balzac. Pero el Zar denegó la necesaria autorización para ir a París. Parece que el hábil marido había hecho lo necesario en la Cancillería del Zar para que el resultado fuera negativo. No deseaba llevar a su joven mujer a París, ciudad del diablo y caverna de corrupción.
En consecuencia partió con toda su corte para la virtuosa Suiza, sin saber que Eva había conseguido ponerse de acuerdo con Balzac para tener con él una cita en la apacible Neuchatel. Se habían concertado sobre el signo que les permitiría reconocerse. Los amantes (porque ya les podemos dar este nombre) se encontraron por primera vez en Neuchatel; luego en Ginebra, en donde la temperatura de los corazones llegó al punto de ebullición.
Después, tras de un año de separación, durante el cual los Hañski viajaron por Italia, Balzac volvió a unirse con su amada en Viena, en donde se separaron por tiempo indefinido. Eva regresó con su marido a Wierzchownia; Balzac, después de hacer al campo de batalla Wagram la visita que necesitaba para un proyectado libro sobre la epopeya napoleónica (libro que jamás llegó a escribir. volvió a París y a sus combates. Los amantes no volvieron a verse hasta pasados siete años.
Mientras tanto se escribieron muchas cartas: toda la segunda parte de la obra de Balzac titulada Cartas a la Extranjera, cuya edición todavía no ha terminado.
La suerte de los amantes iba a ser desigual.
La señora Eva se aburre en Wierzchownia.
Lee, sueña, espera cartas, escucha chismes, soporta las alusiones mordaces de quienes la rodean y es víctima de los celos, bien justificados por la distancia.
Aquellos años, tristes y estériles para Eva, fueron para Balzac los del mayor esfuerzo de su vida; años de creación, de aventuras amorosas, de triunfos y de planes fantásticos. Su amor lejano y romántico era la poesía para quien llevaba una vida tan activa. Aquel amor duplicaba sus esfuerzos, sus ambiciones y sus inquietudes. La idea de la Comedia Humana y lo esencial de su armazón nacieron en aquella época. Pero, gradualmente, la ficción que creaba ocultaba a Balzac las sombras pálidas de una realidad tan alejada como la de su exótica prometida de Wierzchownia. es que ya en Ginebra los amantes se habían prometidc ante el cielo, para el caso en que a la Providencia pluguiera llamar a su gloria al señor Waclaw Hanski, terrateniente que no era viejo y estaba enfermo. En la época del romanticismo los esponsales o bodas místicas de este género eran bastante frecuentes.
Los años pasan. Balzac está cada vez más absorbido por su obra. Su correspondencia ucraniana comienza a esparcirse cuando, en 1842, súbitamente, llega a París una carta de luto: la señora Eva es viuda, viuda con millones. Esto basta para reanimar la vieja llama de Balzac, cuyo corazón vuela hacia su amada. Sin embargo, habría de esperar más de un año para encontrarla de nuevo en Petersburgo y ocho años para casarse con ella en Berdyezow.
Las complicaciones de orden material ocasionadas a la viuda por la herencia de su colosal ricacho, el inevitable proceso con su familia y, finalmente, la imposibilidad de obtener la autorización del Zar para aquel matrinonio, constituían otros tantos obstáculos. Para vencer esta última dificultad era preciso casar a la hija de la señora Hanska, todavía una niña, a fin de asegurarse una renta a título de fideicomiso. Balzac comprendía y reconocía esta necesidad. Pero no puso desde entonces en su obra más que la mitad de su alma; su furia de trabajo se había debilitado; soñaba constantemente, como un estudiante en vacaciones, con evadirse durante algunas semanas o algunos meses e ir a encontrar a Eva en algún lugar de Europa. cuando la señora Hanska su jovencita hija con el conde Mniszek, Balzac se lanza hacia Wierzchownia para coronar sus esperanzas. Para él, no se trata únicamente de un asunto del corazón, sino de un asunto de ambición, de un sueño colosal acariciado durante mucho tiempo, de un cálculo verdaderamente balzaquiano de varios años, de un magnífico final para la novela de su propia vida. Balzac reservaba las bodas así, ricas y aristocráticas, para sus héroes más favorecidos. Si yo no soy grande por la Comedia Humana (escribe desde Wierzchownia a su hermana. lo seré por este suceso, si llega. veces entristece leer sus cartas de Wierzchownia, en las cuales se vuelve tímido y pequeño frente a su imponente castellana, en las que confía las emociones que siente a su madre y a su hermana, y en las que les indica en qué tono deben escribirle a Wierzchownia, donde la lectura en voz alta de la correspondencia de arís constituye una defensa contra el hastío 11 del campo. Pobre genio! Porque el acontecimiento se hace esperar. Eva Hanska no es ya la mujer exaltada, la joven ignorante del mundo, que en Ginebra estaba dispuesta a irse a París con un solo vestido para encontrar a su amante.
Entonces Balzac tenía que contenerla. Era cuando no pensaba en un suceso como el que ahora esperaba. Amaba a Eva en todo su esplendor. Ahora, la castellana de Wierzchownia, madura, reflexiva, un poco desencantada, teme unir su suerte a un hombre cuyo genio la asombra, pero cuya fantasía, cuyo temperamento y, sobre todo, cuya imaginación la espantan. La reina de su Louvre ucraniano tiene miedo del terrible París, en el que habrá de comenzar una nueva vida. Sobre todo ahota, cuando de París llegan noticias amenazadoras de que está minado por la democracia, los descamisados y la revolución.
En consecuencia, en enero de 1848, Balzac, frustradas sus esperanzas, vuelve solo a París. Allí encuentra la revolución de febrero y luego la Revolución de Junio, que considera una catástrofe. No piensa más que en huir de este infierno parisiense y en volver a Wierzchownia, único puerto de salvación. Apenas arreglados sus asuntos rápidamente, se lanza de nuevo hacia Wierzchownia en setiembre de 1848. Después pasa unos cuantos meses en Kiev. Pero esta vez el clima es fatal para la salud del escritor, que sufre varias bronquitis, una congestión pulmonar y un desfallecimiento cardíaco. Pasan meses sin que pueda recoLrar la salud. Mientras tanto le obsesiona la misma idea. Se celebrará la deseada boda?
Por fin se celebra. Lo sabemos directamente por el propio Balzac, quien la describe en una carta a su hermana. Se trata de una carta LUIS ALBERTO SANCHEZ, Profesor ahora en la Universidad de Puerto Rico, nos pide que pasemos este recado a los escritores del Continente, en especial a los críticos, sociólogos y novelistas: De nuevo en el destierro, y objeto de la barbarie del militarismo limeño, se ha visto privado de su Biblioteca. Ruega, por lo mismo, que le envíen sus producciones.
Señas: Facultad de Humanidades.
Universidad de Puerto Rico.
Río Piedras. Puerto Rico. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica