REPERTORIO AMERICANO 211 La Antroplogía de Werner Sombart Por Francisco ROMERO AHORRAR es condición sine qua non de una vida disciplinada (Es un recorte de La Nación de Bs Aires.
13 agosto 1946. Atención del autor. DISCIPLINA es la más firme base del buen éxito a la experiencia científica, y en una relación con la antropología filosófica semejante a la existencia entre la ciencia natural y la filosofía de la naturaleza, o entre la historia y la filosofía de la historia. no es éste, en rigor, el LA SECCION DE AHORROS del caso.
BANCO ANGLO COSTARRICENSE (el más antiguo del país)
está a la orden para que usted realice este sano propósito AHORRAR Werner Sombart, el famoso economista, afrontó en los últimos años de su vida la tarea de exponer una doctrina completa del hombre.
El libro (1) apareció en 1938; ya por entonces el intercambio intelectual y libresco con Alemania no era cómodo ni frecuente, y este trabajo no ha llegado a ser muy conocido.
Sombart era un espíritu lo suficientemente amplio e informado como para que su obra no llevara como vicio de origen la impronta de la espacialidad del autor; de ninguna manera es la suya una visión de lo humano lograda desde el ángulo de la actividad económica, aunque sin duda mucho del material utilizado lo fué acuniulando a lo largo de sus investigaciones de bistoria de la economía. El libro, abundanteniente documentado, está escrito en estilo llano y por momentos hasta familiar. El asunto se circunscribe al hombre en sí, y aun más estrictamente, al ser del hombre; el hacer humano, estudiado sin embargo en muchas páginas, no interesa directamente, y sólo es examinado para aclarar mediante su consideración lo que es propiamente el hombre. Sombart proyectaba Gar más adelante una teoría de la cultura, cuyos fundamentos debía proporcionar este libro.
Las primeras palabras del prólogo declaran que la intención es ofrecer una antropología en el antiguo sentido de esta palabra, antes de que se hubiera incurrido en su empleo abusivo o impropio para designar con ella una especial disciplina en el terreno de la ciencia natural. En efecto, el naturalismo cientificista del siglo XIX se apropió el término, pasando la antropología a ser un capítulo de la zoología, con lo cual quedaba sentado de hecho que la única interpretación científica del hombre era a francamente biológica o zoológica. Cuando la filosofía actual se puso revisar y a plantearse de nuevo el problema integral del hombre, recurrió a la inevitable designación, pero riarcó el distinto enfoque del asunto con un adjetivo, y así se acuñó la denominación, tan difundida ahora, de antropologia filosófica. ambigua porque podría entenderse que se acepta sin discusión otra antropología, aquella científica o zoológica, legítimamente establecida en el ámbito de la ciencia de la naturaleza, con las prerrogativas de seguridad y ostrictez atribuídas No es propósito de Sombart trazar una filosofía del hombre, sino una ciencia del hombre, pero es su convicción que tal ciencia no tiene su puesto entre las de la naturaleza, porque el hombre no es un ser natural. La naturaleza del hombre es arte. La actitud científica supone como principal requisito la renuncia a cuanto no sea puro saber y a cuanto en el saber no sea comprobable; el conocimiento científico se singulariza por ser objetivo y aceptable para todos. Se ha de dejar de lado en él, por lo tanto, todo lo opinable, toda consideración de orden metafísico y de orden político. La decisión de excluir los puntos de vista metafísicos sean religiosos o filosóficos y los políticos se afirma reiteradamente, y tal reiteración, sobre todo en lo tocante a los últimos, resulta muy significativa porque, como es sabido, el sistema político imperante en Alemania en la época de la publicación del libro pretendía sustentarse sobre ciertas bases teóricas, entre las cuales correspondía papel preponderante a las del sector antropológico.
Apuntando a lo mismo, el autor asume en otros pasa jas una actitud, si no muy enérgica, por lo menos lo suficientemente clara respecto a los mitos racistas, como para que conste su repudio por la ingerencia de los móviles políticos en los planteos científicos. Uno de los méritos de este libro es, pues, haberse librado de ese contagio de ideología partidista al que sucumbieron en el inmediato pasado tantas obras de la filosofía y aun de la ciencia germánicas.
Acepta el autor la separación, generalmente admitida, hoy entre ciencias de la naturaleza y ciencias del espíritu, con la indicación de que existe entre ambas una radical diferencia tanto en lo tocante a los fines como a los métodos; su investigación, cuyo tema es el hombre en su totalidad, pertenece al grupo de las ciencias del espíritu. Lo propio de estas ciencias es indagar asuntos consistentes on complejos de sentido por medio de la comprensión, mientras que las ciencias naturales reducen hechos complicados a sus elementos más simples y procuran formular las leyes de las relaciones y de los procesos. Esta antropología se apartará, por un lado, de cuanto en el estudio de lo espiritual suponga rebasar la experiencia, y evitará asimismo, por otro lado, buscar explicaciones para sus problemas on las fuerzas naturales. En sumia, el esfuerzo se encamina a elaborar una antropología como ciencia del espíritu, de caráctcr ceñidamente crítico. La investigación comprende tres partes: el hombre en su modo de ser, en su indole más abstracta y general; hombres y pueblos, esto es, las variedades humanas en lo individual y en lo colectivo, y cuestiones concernientes al origen de la humanidad y deriás procesos temporales.
Las definiciones del hombre dadas hasta ahora no son satisfactorias, las unas por falsas y las otras por incompletas. Más provechoso que ensayar desde el principio una nueva definición será ir especificando lo poculiar del bombre, y compendiar luego los resultados en un concepto. La averiguación, como se ha dicho ya, ha de mantenerse lejos de la metafísica, pues se busca una noción científica y distante también del laboratorio del naturalista.
Lo propio y diferencial del hombre es, para Sombart, la acción libre. El animal procede sagún instinto, el hombre se resuelve libremente. En realidad el animal no obra, sino que obedece a un impulso ciego, a una compulsión; es la naturaleza la que obra por él. En cambio, el hombre se halla fuera, detrás o al lado de la naturaleza; no la sigue, sino que se sigue únicamente a sí mismo. El animal se ciñe sin resistencias a los mandatos del orden natural, en el cual está encerrado, del cual es miembro inseparable y a cuyos fines generales contribuye. El instinto animal ha sido caracterizado con justeza por el biólogo Uexküll; es una expresión vergonzante usada porque no se quiere reconocer con franqueza los planes sobreindividuales de la naturaleza; no es de ningún modo necesario concebir estos planos en sentido metafísico, sino que basta con la comprobación inmediata de que la naturaleza funciona en su conjunto y cierra sus circulos según leyes permanentes e invariables y que el animal está sumergido en ese curso inflexible del acontecer natural. Cree Sombart que entre cuantos, tras largo eclipse, han logrado nuevas claridades sobre la esencia de lo humano, es ya general esta idea de la oposición entre el hombre como ser ajeno a lo natural y el animal en cuanto ser atado a la naturaleza mediante un vínculo férreo. La capacidad del animal se agota en los actos impulsivos del instinto, los cuales, contemplados desde el punto de mira de las conveniencias vitales, son inteligentes de la manera más cumplida. El hombre se pone fines a su arbitrio y también a su arbitrio elige los caminos para llegar a ellos. Con todo esto se plantea la debatida cuestión de la libertad, oscurecida bajo un fárrago de disquisiciones filosóficas; pero la oscuridad depende en buena parte de la confusión de dos planos: el empírico cientifico, único que aquí interesa, y el metafísico. Desde el punto de vista científico o empírico, el acto libre o voluntario es el que se dirige a algo por medio de la motivación. No es indispensable que (1) Vom Menschen. Versuch einer geistwissenschaftlichen Anthropologie.
ANTONIO URBANO EL GREMIO TELEFONO 2157 APARTADO 480 Almacén de Abarrotes al por mayor San José Costa Rica Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica