REPERTORIO AMERICANO 173 Ercilla, ed. monumental del Centenario, Vols. fol. Santiago 1910 17; Jean Ducamin, Araucana, Paris, 1900. 4) Merecieron sus romances, cincuenta de ellos, muy buenos. la atención de don Agustín Durán. Van recopilados en el Romancero General, en Vol.
10, Madrid, 1854; vol. 16, Madrid, 1851. 12) Véase, Rossell, Op. cit. Vol. 17, VII. 5) Véase, Cayetano Alberto de la Barrera, Op. Cit. 218. Aquí figura Lobo, por ende, en calidad de novelista. 13) Véase, Antonio Portnoy, Ariosto y su Influencia en la Literatura Española (Ariosto y la poesía épica española, pp.
35 111. Buenos Aires, 1932. 6) En conformidad con la tragedia de Lasso: La Honra de Dido Restaurada, procedió Ercilla en la elaboración de los Caps.
32 y 33 de su Araucana. Apuntólo Toribio Medina en su estudio monumental de la obra. 14) Véase, Gabriel Lobo Lasso de la Vega, Cortés Valeroso, Madrid, 1588, Canto IO, Est. 15) Véase, Lasso de la Vega, Ibid, Est. 7) Véase, Cayetano Rossell, Poemas Epicos, en vol. 17, Madrid, 1851; Vol. 29, Madrid, 1854. 16) Véase, Francisco López de Gómara, La Conquista de México, ed. de Joaquín Ramírez Cabañas, Editorial Ro.
bredo, I, México, 1943. 8) Véase, Menéndez y Pelayo, Estudios de Crítica Literaria, 3a ed. Vol. 1, Madrid, 1927, 242. 17) Véase, Lobo Lasso de la Vega, Mexicana, Madrid, 1594. 9) Véase, Manuel Quintana, Sobre la poesía épica castellana, en Vol.
19, Madrid, 1852, pp. 158 173. 18) Véase, Cortés Valeroso, cua en los anales históricos. Manifestó también firmeza de intención y constancia de haber querido expresar predispuestamente una materia que sirviera a determinados intereses: 19, el complacer a sus Mecenas; 2o, inspirar sentimientos elevados hacia un héroe muy céntrico en un grande período; héroe, encarnación de una colectividad, circunstancia que le relaciona imperecederamente con la historia patria. Otros dos motivos, parécenos, guiaron a Lasso en su tentativa: el entusiasmo que él mismo experimentaba por Cortés, y la confianza, a pesar de aquella advertencia suya. si algo mis versos en un tiempo fueren. de que las generaciones sucesivas le relegarían a distinguido asiento en el Parnaso. Muy justa pretensión. Estacio, autor de la Tebaida; Lucano, creador de la Farsalia, expresaron sentimientos de idéntico tenor. Si como indicamos, la historia minimizó la importancia de originalidad en Lobo, puesto que el fondo esencial había sido combinado y desarrollado por el mismo Cortés, Gómara y otros, es decir, que los elementos de la Mexicana fueron expresamente seleccionados y juxtapuestos, Lasso debió haber recargado más lo imaginativo, las formas expresivas, mucho más atento a las innúmeras exigencias que éstas acarrean. claridad, corrección, naturalidad, riqueza rítmica, medida impecable, y además, hasta agotar su estro en conseguir para su obra un valor estético incontrovertible a diferencia del que ahora posee. Ya que el fondo es un solo momento en la creación artística, cúpole haber esperado que el asunto le escogiera de portavoz, como fué el caso de Homero, de Camoens, y aunque no épicos, el de Shakespeare y el de Goethe. He aquí precisamente donde entra la condición que muchos niegan a Lobo y demás poetas que ensayaron la épica artística: carencia de aptitud, de potencia máxima creadora; falta de especial disposición innata capaz de inducción súbita para expresar fácil y grandilocuentemente lo que se concebía.
Finalicemos: Poseyó Lasso un entendimiento y calibre artístico que bien podría clasificarse de aurea mediocritas, característica que por sí sola le divorcia de los mejores ingenios de la centuria dieciséis, pero que le distingue de entre la caterva artística menos buena del mismo siglo. Fué flexible y ameno; de inferioridad relativa, y le aceptamos, con salvedades: sus defectos nacieron de cierta pobreza y no de exuberancia de cualidades brillantes.
Luis AVILES, Ph.
New Mexico Highlands University.
Las Vegas, New Mexico. 10 49. 19) Hacemos referencia a Urrea, 1549; Alcócer, 1550, y a Vázquez Contreras, 1585. 10) Véase, John Van Horne, El Bernardo de Balbuena, en University of Illinois Studies in Languages and Literature, Vol. XII, Urbana, 1927. 20) Véase, Mexicana, Prólogo. 11) Véase, Medina, La Araucana de (21) Véase, Mexicana (adenda. ANILLOS IV El mar y relojes de sol Por Eduardo JENKINS DOBLES (En el Rep. Amer. 1) Señaladamente, pero circunscritos a categoría de escolios, no más: indicamos: Nicolás Antonio, Biblioteca Hispano Nova, Madrid, 1788, pp. 506 507; Cayetano Alberto de la Barrera, Catálogo Bibliográfico del Teatro Antiguo Español, Madrid, 1860, pp. 217 218: José Toribio Medina, Viaje del Parnaso, Santiago de Chile, 1925, vol. I, 215; Idem, La Araucuna, Ilustraciones, Santiago de Chile, 1918. 2) Véase, Lasso de la Vega, Mexicana, Madrid, 1599, Canto 9, Est. 13. 3) Juzgamos por las síntesis y extractos de documentos que suministra Pérez Pastor en Bibliografia Madrileña, pt. 3, Madrid, 1907, pp. 403 407; Memorias de la Real Academia Española, 10, Madrid, 1910.
La noche es larga, angosta, quieta como un penetrante brazo de mar. Ya pronto ama.
nece, sin embargo.
Aquí, en este retiro, que nada y nadie viola, yo, capitán de lo remoto, te he explorado.
Desde lo físico a lo abstracto, de barlovento a sotavento, amada, te he explorado. he descubierto grandes maravillas, mus! os salinos.
brújulas, farallones, voces que cambian de co.
lou como las aguas: azul, púrpura, gris; muo.
lles desde donde las gaviotas vuelan en busca de peces y sabiduría y donde descansan, cuando la fatiga arrecia, de frente al viento.
Te he recorrido, a lo largo de cota noche y este brazo de mar, bajo las estrellas del silencio, graves y desnudas. ahora me perteneces. Ahora te conozco, de ribera a ribera. No es necesario consumir una nueva hora, preparándose.
Todo grita y nos empuja a la aventura: la música que súbitamente acribilla los litorales; el viento, a punto de darle vuelta al mundo nuevamente; la nube se remonta, el al batros se cierne, el pez se aleja! Porque llega el instante de partir, es necesario hacerse a la mar abierta y afrontar la tormenta, el hielo y las espadas, la sed y los negreros; es nece.
sario visitar amantes de otras tierras y celebrar con ellos la victoria de lo dulce, lo abundante, lo heroico; es necesario conocer la arquitectura de otros puertos, la fuerza de otras olas, la limpieza y frescura de otros aires, el diseño de otros firmamentos, la riqueza de otras sangres. Ah, la vida se prepara cuando se busca el compañero y el viaje se prepara; la vida empieza cuando el viaje empieza.
Tú y yo, separados del ancho mundo, somos materia inerte, inexistencia. Amada, tú y yo, tan cgulloso el uno del otro, tan ávidos de inmensidad, si no escapamos de este fiord ir violado, si nuestros brazos no se agitan y nuestra voz no comunica lo que sabe y no pregunta lo que ignora, tú y yo, amada, no seríamos electos ángeles cuando la muerte nos reclame. Angeles, marineros en el recuerdo, que los amantes de mañana han de evocar.
Angeles, fantasmas legendarios que azuzan nue VOS corazones.
Oh, quizás no lejos de la costa la muerte espera. En el mar, la muerte siempre es dulce y nunca mata, no importa donde o cuando ocurra. Lo importante es soñar y levar anclas.
Soñar, por ejemplo, que en algún paraje, cuan do la tempostad ruja, has de desnudarte, amada, y las olas violentas han de apaciguarse en la rompiente de tus pechos. tal vez escribir un libro que los pescadores veneren, el peñasco escarpado do un poema y un archipiélago de acuarelas. Lo importante es soñar y enarbolar las velas.
Mas apresúrate. Ya la luz pone en movimiento los relojes de sol. La vida da vueltas y se gasta como el tiempo en los relojes de sol que la madrugada hace marchar. la flota de buques que espera a los amantes, siete mil amantes como tú y yo, sacude con sus sirenas la arena soñolienta e inaugura la vida, la travesía, disparando la salva de la madrugada, que estalla sobre el horizonte!
Univ. of. Fla. 1948. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica