CapitalismDemocracyMarxMarxismSocialismWorking Class

REPERTORIO AMERICANO CUADERNOS DE CULTURA HISPANICA Tomo XLV San José, Costa Rica 1949 Jueves 10 de Marzo No. Año XXIX No. 1076 UTOPIA PROFECIA Brixench Daumier: El motin 1848 En los días de la Primavera de la Libertad Por Guillermo KORN (Envío de Korn, en Bs. Aires.
Diciembre de 1948. Don Quijote, sentado a la sombra de un roble copudo tomó en sus manos un puñado de bellotas. Mientras las dejaba deslizar a tierra por entre los dedos, pronunció ante los cabreros absortos, su famoso discurso sobre la Edad de Oro. En la Edad de Oro no había egoísmo ni odio, ni ricos y pobres. El trabajo no era una maldición ni la ociosidad una ofensa. De Platón a Marx, nuestro Alejandro Castibeiras. se olvidó de la utopía de Cervantes, acaso cifra y compendio de todas las del Renacimiento, explayada por la boca elocuente del Caballero de la Triste Figura.
Hasta que el socialismo y su filosofía hicieron de la acción la síntesis ética de la duda de la criatura humana hostigada por el hambre metafísica, la utopía de la Edad de Oro fué añoranza adánica del paraíso perdido o promesa ultraterrena del paraíso celestial. Al socialismo de Saint Simón y de sus discípulos y a los ecos que la escuela francesa suscita en Inglaterra y América, debemos la incorporación de un sentimiento decisivo en la cultura contemporánea: el de la Edad de Oro como aventura terrenal a cumplirse en un futuro inmediato.
La ingenua jactancia positivista que soño reducir la historia al rigor determinista de una física social, indujo al socialismo marxista a denominarse científico y a calificar, despectivamente, de utópico al que lo precedía. En rigor, al socialismo anterior a la Primera Internacional deberíamos llamarlo profético, ya que anuncia el advenimiento de la justicia como una peripecia triunfal de la superación moral del hombre en la perspectiva seductora de un pasado mañana filantrópico y solidario. Como merecería llamarse socialismo ético, mejor que científico, el verbo del Manifiesto que truena en el ápice del siglo XIX señalando la hora en que la profecía encarna y la revelación se cumple en la revolución social.
Fué, ciertamente, asombroso el progreso del maquinismo hacia la mitad del siglo pasado.
La revolución mecánica y la consiguiente revolución industrial hicieron más odiosa, por más patente, la esclavitud de los trabajadores. La evidencia del contrate entre el progreso y la miseria favoreció la creencia de que el capitalismo ya había dado todo de sí y que, agotado, franqueaba el paso a la sociedad sin clases. En verdad, estaba apenas naciente. Aún había de alcanzar nuevos avatares monstruosos en la expansión, la concentración financiera y el totalitarismo estatal, en una medida imprevisible para la ilusión impaciente de los soñadores del determinismo histórico.
La revolución de 1848 en París no partea, ni con mucho, la Edad de Oro. La Segunda República apenas si acepta a regañadientes en el seno del gobierno provisional al socialista Luis Blanc. La impaciencia roja de los descami men punible, fueron enfáticamente proclamasados hambrientos desencadena la represión san dos por ella. Aquell días, bien nombrados cogrienta de junio, prepara el fracaso de la Re no la primavera de la libertad de los pueblos, pública y anticipa el 18 brumario de Luis se identifican con la vivencia odierna, trascenNapoleón.
didos del lugar y del tiempo, consubstanciados Con todo, en febrero de 1848 ballamos las con lo eterno vivo de los derechos del hombre.
raíces de nuestro tiempo. Su optimismo ecuménico desata las fuerzas contenidas de la JoII ven Europa. El despertar de las nacionalidades a la independencia y la unidad, encuadra las INTERMEDIO AMERICANO luchas sociales por la emancipación del proletariado en el ámbito indispensable para que la Al filo de la revolución de 1848, los emiPrimera Internacional pueda abrir el camino al giados argentinos habían depurado sus ideas en socialismo contemporáneo. El 48 anuncia que sorprendente simultaneidad con la conmoción el milagro de la nueva edad dorada la lucha enropea. Echeverría publica en 1846 su Mafinal es posible y despierta en el hombre de nual de enseñanza moral para las escuelas prioccidente el sentimiento heroico de la vida co marias, encargado por el ministro Lamas mienmo hazaña de la libertad.
tias tronaban los cañones en los baluartes de Los obreros batiéndose codo a codo con la Nueva Troya. Menos por exigencia de la los burgueses progresistas, arrebatados por la didáctica que por la decantación de los princimisma emoción romántica, bajo la triple con pios del Dogma operada en la madurez de su signa y los tres colores de la gran Revolución pensamiento, el manual exhibe una flúida transFrancesa, iluminan las tinieblas del régimen so parencia. Aligeradas de artificios, las palabras cial. Contribuyen a la experiencia práctica del simbólicas, anticipando las consignas parisienhumanitarismo de Saint Simón y de Goethe, ses de febrero, se reducen a las tres inmortales consagran los derechos del trabajo, la asisten de la Revolución Francesa: libertad, igualdad cia social y la abolición de la servidumbre. Así y fraternidad en el progreso y la democracia.
lo comprendió la Primera Internacional que Alli reaparece el socialismo saintsimoniano en acoge a Garibaldi e incita a Abraham Lincoln los mismos términos en que lo enunció el a mantener los fines morales de la campaña maestro y lo divulgó la escuela: a cada uno contra los esclavistas del Sur.
según su capacidad y a cada capacidad según La Revolución del 48 perdura en las emsus obras.
presas más idealistas del presente: los Estados En la introducción del manual Echeverría Unidos de Europa y del mundo la provo reproduce su discurso conmemorativo del 25 cación de la guerra considerada como un cri de Mayo. Prevé la caída de la tiranía y las ace. Alejandro Castiñeiras: Soñadores y realistas: de Platón a Marx. Buenos Aires, 1928. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica