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42 REPERTORIO AMERICANO cuartelazo que se proyectaba contra el presi bernada por juntas militares. Lo que ha ocudente González Videla ha fijado la participa rrido hoy en Venezuela y en el Perú, pasará ción de la embajada argentina y el gobierno mañana en Chile, en Guatemala, en Bolivia, ha tenido que proceder cuando menos contra en el Paraguay y de ahí a la caída total no uno de sus miembros, entregándole los pasa hay sino contados pasos.
portes.
Lo que esto significa no se estima hoy en Lo cierto es que los militares que en cada su exacta gravedad. Por primera vez en la país tratan de derrocar a los gobiernos legíti historia de nuestra vida independiente, estamos cuentan con la natural simpatía del eje mos colocados ante una fuerza de tipo interMadrid Buenos Aires. Es una tesis política. nacional, organizada a través de grupos de ofiEl hecho de que se hayan estabilizado defini ciales en donde ha venido a reventar la semilla tivamente, y parece que para muchos años, en mal extirpada del nazismo en América. los España y la Argentina las dos naciones más cien millones de habitantes que en este hemissalientes del mundo hispano gobiernos que ferio no hablan inglés pueden quedar entonhan salido del cuartel con el ostensible pro ces bajo un comando militar único, con el pósito de darle una batida al pensamiento li cual tendrá que entenderse en lo futuro el beral, ha llevado oportunas reflexiones al es mundo cuando nuestra América venga a jupíritu de militares que se formaron al amor gar el papel que más lejos estuvo de soñarse de principios contrarios a la democracia. en la vida internacional. a dónde nos llevaEn esta forma, a la vuelta de pocos meses rán esos militares es cosa que sólo el diablo y si se mantiene el actual ritmo de los golpes puede responder.
militares, nuestra América puede quedar goPero ahora se ha inventado que haya otro ejército. Nace en una mesa del casino de oficiales, donde dialogan cuatro tenientes de la acción intrépida. Ellos resuelven robarse la tropa y con armas poderosas van directamente a dar la única batalla de su vida. Una batalla en que no debe haber sino un muerto: el presidente de la república. Es el combate menos valeroso, el más desigual que pueda imaginarse.
De paso quedan en escombros el voto popular, la ley civil, los trabajos de la inteligencia.
Lo que se podría gastar en educar al pueblo, en hacer caminos, en tender el puente, pasa a alimentar la inmensa máquina de guerra que se multiplica para defender ahora a una sola persona: al general que agarró la presidencia.
Así ha pasado en España. La nación hubiera podido rehacerse de la guerra civil. La favorecía el haberse salvado de la guerra mundial. Todo se lo lleva el estado mayor. Se ha armado un ejército de setecientos mil hombres para proteger al general. ahora el general propone que para reconstruir las industrias, irrigar campos y mejorar los puertos como las rentas internas están comprometidas para el ejército que los Estados Unidos le ayuden con doscientos millones de dólares, Las campañas del ejército en el poder dan pena: reducir a las universidades; mantener lejos a los que hablan; cerrar, atemorizar o comprar a los diarios. Para eso se aprietan las clavijas al contribuyente. El general Trujillo decía hace poco en Santo Domingo cuando se anunció que en Guatemala existía la legión internacional de ciento cincuenta voluntarios que pensaba en derrocarle que tenía para su protección un ejército de ochenta mil hombres. Se dice que exagera, que sólo son veinte mil. Que el pobre Santo Domingo pague un ejército de veinte o de ochenta mil hombres para proteger a un general, es cosa que parte el alma.
Nueva York. 1948.
Los dos ejércitos En este momento hay en la América Latina dos ejércitos. Uno, el de la república.
Otro, el que se quiere tragar a la república.
El ejército de la república, lo mismo en Colombia que en Venezuela, en la Argentina, el Paraguay o Chile, en Perú o en Bolivia, lo formaron en noches de ilusión y generoso afán hombres que se llamaron libertadores.
Ellos fueron a las gentes humildes predicándoles cosas que dieron color a las banderas.
Quienes dicen que la guerra sólo la hicieron blancos criollos, hacen una falsificación mezquina de la historia. La tropa tenía, al lado de los jóvenes blancos que amaban la independencia, gentes de todos los colores oscuros.
Hay en Bogotá una modestísima columna de piedra que recuerda a los héroes anónimos. Esa columna vale más que todos los bronces. los de abajo, abajo, no les ciñeron de laurel la frente y ahora, en los libros, les vuelven las espaldas. ellos fueron aún más héroes. Comenzaron antes que los de arriba. Estaban más lejos que nadie de toda esperanza. No cruzaron a caballo los páramos, sino con la pata al suelo, como dicen los peones. En Pisba, la muerte los detuvo con dedos de hielo. Vinieron otros. Detrás de cada muerto había un oscuro campesino para llenar el hueco en la fila y seguir a los Bolívares, enamorado de la confusa estampa de la república. En el retablo de nuestra navidad, si hubo tres reyes mágicos, también hubo apretada tropa de pastores.
Como nació ese ejército ha seguido formándose desde entonces. Con cínica frase siempre lo hemos dicho: el soldado es carne de cañón. baqueta les recibimos en el cuartel, y luego les damos las alpargatas, la fatiga y el mal rancho. Pero ellos acaban por ser los héroes anónimos. El héroe que se siente de pronto requetebién pagado porque desde su humildísimo puesto raso ve una tarde que la imagen de la libertad y la de la república se funden en su propia bandera. Es una pena que no todas las gentes de arriba se hayan dado cuenta de que el más sencillo y vulgar hombre de nuestra tierra estima la libertad, la lleva en el alma, y confía en que algún día reine en nuestras tierras sin que nadie la mengüe ni amenace. la cabeza de ese ejército, que es el de la república, están los oficiales que sirven lealmente a su destino. Ellos saben que lo que se les ha entregado es un capital de hombres ingenuos, que las armas no son sino del pueblo y que en fideicomiso las tienen bajo su custodia, y que cada estrella de las que adornan sus presillas es una estrella de esperanza en su lealtad. Ellos conocen el alma ilusionada de campesino que vino a la ciudad atortolado por el reclutamiento. Al lado de él, cuando llega el momento, se juegan la vida. Con él comparten largos meses de tedio, los instantes fugitivos de gloria. No hay nada más virilmente reconfortante que estrechar la mano de estos hombres fuertes que de la palabra servicio sólo conocen la substancia de noble obediencia que le da su dimensión de grandeza. Ante esos oficiales, hay que inclinar la cabeza con respeto.
El general Eissenhower, retirándose del ejército para entrar a la universidad, dió un ejemplo que ha asombrado al mundo. Pues bien: nosotros tenemos en la historia de Colombia otro que le hace par: el de Santander.
El fué a un mismo tiempo el padre de nuestro ejército y el de nuestra independencia civil.
Se le llama fundador de la república porque colocó sobre el altar de los juramentos su espada victoriosa de la guerra de independencia, y dijo: De aquí en adelante este acero no tiene nada qué ordenar, sino la ley ante la cual humilde me inclino. como lo dijo, así, en plena juventud, lo cumplió hasta el último día de su vida.
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