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242 REPERTORIO AMERICANO del coloniaje. Comparte Montalvo la suerte de los mexicanos que defienden su patrimonio contra los invasores europeos, con la misma ardentía que le despiertan las bregas de atenienses y espartanos contra los persas. Estallante de saber, buzo en los estilos seculares, rómpese de continuo en discolería contra la estolidez, crueldad y fatuo engreimiento de sus coterráneos. Flor de aticismo en que trasciende la crudeza del terruño americano, lo define Rodo; quien lo exalta en suprema aptitud y religiosidad literaria sobre la antitesis de Sarmiento y Bello. Montalvo, sin libros de consulta, fiado en su minerva prodigiosa; sin con quién cambiar ideas, ermitaño en traspuesta aldehuela de los Andes, escribe los Siete Tratados. Sin libros. Si tenéis entrañas, llorad! comenta él mismo. Por ello, su ministerio idealista lo enristra en apóstrofe para increpar a un tal que le proponía ganarse la limosna y el favor de los potentados con su talento: Fulano, etc. Mi pluma no es cuchara. Su hombría titánica, quiebra al fin una época siniestra de nuestra América y de su país, y exulta al saber el a justiciamiento popular del déspota García Moreno: Mi pluma lo mató. ese Gabriel García Moreno, precursor del fachismo que actualmente pretende señorear de nuevo al mundo? Lo conocemos, sublimado literariamente por su ajusticiador; y también lo encontramos, disecado en obras de estrictez científica, viviseccionado, como esquizofrénico, por el psiquiatra cubano doctor Agramonte. La hispanidad felipista y fernandoseptimista, que ahora ha exurgido a plena desnudez con el franquismo, ya la conocía la América: la impuso García Moreno como goUna suscrición al Rep. Americano la consigue Ud. con Matilde Martínez Márquez LIBROS REVISTAS Avenida Los Aliados Nº 60 Apartado Nº 2007 Teléfono FO 2539 La Habana, Cuba Responso a Carmen Lyra (En el Rep. Amer. No.
Que no descanse en paz.
Que no descanse en paz su cuerpo, ya mineral feraz, flor de la tierra.
Que no descanse en paz su voz, ahora inefable, aquella exuberante voz de mariposa que libaba mieles y dolores y sonaba tan como suena la verdad, tan como saben la vida, las auroras, las corrientes del agua.
Que no descanse en paz su eterno, suave grito, su cariñoso, humano, entero corazón que no descanse en paz.
Que descanse en nosotros.
Los que llevamos su santo fuego entre las manos.
Los que del inclemente viento somos agitados y de aquel mismo viento poderoso que ella respiraba respiramos.
Los que inmutables hemos conocido las heridas que manan claridades idénticas, hermanas a las que de sus dedos fértiles manaban.
En nosotros, que no descanse sino entre nosotros.
Para que cuando alguien nos diga buenos días, compañero. allí esté ella, y esté cuando nos detengamos con la frente anhelosa a contemplar la claridad inmensa de una gota de agua o a saborear un caluroso sorbo de pétalos de rosa. al pensar en la tenaz impavidez hermosa de los lirios y en la viril dureza del granito recordemos sonriendo su gigantesca pequeñez de cuerpo retando siempre al vendaval, llamando a las estrellas, y aquella frente suya como una catarata de luceros, como un peñasco enormemente florecido de violetas, pensando, maternal, en cómo repartir la hogaza, el vino, el sol y la esperanza.
Dejad, dejad ya que la paz y los silencios sirvan para abonar los huesos de los que nada comprendieron. ella, la fatiga estelar, la oceánica inquietud con que se muere cuando ya es imposible no continuar permaneciendo intacto y vivo.
bierno tiránico en el Ecuador hace tres cuartos de siglo.
Montalvo combatió implacablemente aquel nuevo orden de cadalsos, procesiones, obscurantismo, flagelaciones y desastre, que pretendía substituir y en efecto, durante varios lustros substituyó en una parte de América a los ideales de independencia, libertad, justicia.
iluminación y cultura, con un retroceso medioeval al coloniaje: el terror del flagelo y de la horca, la inquisición imperando sobre las ideas.
Fué García Moreno gobernante con quema de libros, como el nazismo: degenerado de crímenes de alcoba, que veía conspiraciones hasta entre sus deudos: fanático, sujeto a potestades ocultas que recuerdan el drama de Schiller; y hombre tan fuera de la verdad de Indoiberia, tan obeso de su ultramundo, que no temía ni traicionar a su pueblo ni el ridículo en las perspectivas mundiales, como lo probó al amenazar con declarar la guerra a los unificadores de Italia. Realizó García Moreno, como el doctor Francia, o como Juan Vicente Gómez, el secuestro total de su país a la marcha cultural de su tiempo. Pero el continente duplice irguió, frente a García Moreno, el esplendor ideológico y la silueta al porvenir, de Montalvo.
Ya en aquel tiempo se libró batalla decisiva entre pasado y porvenir en América Latina. Ya en aquel tiempo, la hispanidad preterizante fué vencida. Las siniestras fuerzas regresivas contra las que lucharon Juárez, Sarmiento, Montalvo, se han vuelto a reagrupar ahora al amparo de la magna confusión de la última guerra, para reconquistar a Indoiberia.
Las coaligadas oligarquías, vendepatrias y las finanzas imperialistas, han aceptado en su comandita aquel ideal garcía morenista de absolutismo teocrático.
Oscar Efrén Reyes ha biografiado al gran ecuatoriano, y su Epistolario está publicado por Isaac Barrera. Rodó, Zaldu mbide, Calle, narran su ardimiento de amador; el señorío con que silenció ante el dolor físico, y ante las calumnias de sus contemporáneos; y gesto final de Montalvo, al invertir en clavel para su solapa, el último franco que le quedaba en París, ante la intemperie del invierno y la muerte. Montalvo fué uno de los grandes estoicos de que puede gloriarse nuestra cultura. En Ambato, su urbe natal ecuatoriana, hay una Casa de Montalvo. que como San Pedro Alejandrino, como San Miguel Allende, es una meca de peregrinación para los espíritu libres. La juventud indoibera tiene su trinchera en la obra, y su inspiración en la vida simbólica de Juan Montalvo, el mejor hablista, por ser el claro y bello lenguaje en psicobiología, timbre de alteza y claridad interna. En Montalvo, eficaz fulminador de despotismos, el más andino en viril y estoica belleza, de los caracteres continentales.
un No. Que no descanse en paz.
Que su reposo esté en los callos de las manos de aquellos que estrecharon de corazón las suyas dadivosas, en los hombros dolidos por los que sus afiladas velas desplegábanse embistiendo borrascas, en los rojos pulmones donde se forja el grito que ella también clamaba y en los oscuros ceños en que va escrita y nadie borrar podría la verdad que la hermana Carvajal también llevaba impresa en la maravillosa cascada de su frente.
Sí.
Que descanse en nosotros.
Porque su cariñoso, humano, entero corazón nos pertenece.
Fabián DOBLES.
Costa Rica. Junio de 1949.
11 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica