REPERTORIO AMERICANO 343 Equinoccio del sueño de Humberto Mata En las ondas del río con trigales de espumas, en el camino pródigo devanando horizontes y en la palabra de eco que torna a mis oídos, ahí yo te sé mía.
Es admirable la versatilidad de este gran poeta del Ande ecuatoriano: la multiplicidad de su obra literaria abarca desde la recia no vela social (Sumag Allpa, Sanaguin. al ro.
mance histórico (Cusinga: Capuli en lis. desde la biografía histórica polémica (El Doctor Espejo) hasta la poesía pura (Galope de Volcones. desde el poema épico (Manuelita y Bolivar, Meridiano Leal a la España Miliciura) hasta la poesía de tono intimo y amoroso, como su tomo Dos Corazones atravesados de Distancia y como este pequeño volumen, tan primorosamente editado por Casa de la Cultura Ecuatoriana: Equinoccio del Sueño. La imagen de una mujer llena todas estas estrofas de un amplio ritmo de abrazos y confesiones a media voz: La masculinidad es la nota característica de toda la creación literaria de Humberto Mata, un tono de voz viril que no se amedrenta en la literatura ante el empleo de nuevas formas en sus vastas empresas y que no se arredra tampoco en la vida frente a ningún obstáculo por alto e impresionante que él parezca.
Dos de sus obras (Chorro Cañamazo y Tumulto de Horizontes, 1935 y 1936, respectivamente. fueron confiscadas por las autoridades de su país: tal era el tono violento y apasionado de su contenido. Su reciente Biografía del Dr. Espejo es obra también de aguda textura polémica. Su bolivarismo encendido quedará vertido en el gran poema épico que en estos momentos prepara (en cuatro tomos)
al Libertador y a Manuelita Sáenz. Hace unos años, en el Prólogo de su novela social Sumag Allpa, señalamos a Mata un lugar de primera fila entre los novelistas de América; hoy su Equinoccio del Sueño nos permite ubicarlo entre los mejores y más depurados poetas del continente.
No más que una palabra yo quiero que la instales a bordo de ese mundo mayor de tu regazo.
En seis poemas, románticos pero con un romanticismo de tono mayor, el poeta canta y loa a la mujer amada, poseído de un sentido pánico de la Naturaleza que lo lleva a identificarla con todos los más bellos jocundos aspectos de la creación: GMA Humberto Mata Juan MARIN.
En el viento que llega en la proa de los pájaros, ahí yo te sé mía. Visto por New Delhi, agosto de 1949.
Mi morlaquia (En el Rep. Amer. Ciudad trinando sus pechos sobre paisajes de miel, las nervaturas del río irrigan de sangre el cielo.
y el alma de mote blanco hace su total sustento.
Cuenca. mi cuna de alma, si todo yo me disuelvo en tus arterias del campo!
Si todo yo te palpito en los brazos de tus calles!
Si soy más morlaco, en todo, que el plenipotenciario mote!
Verde líquido en maíz esmeralda vegetal del manchón de capulíes, más el rojo del chirote, con el blanco de la paja, son los colores tan lares. Que a mí se me dan un pito los rojigualdas de escudos. que los chazos, puro brutos, para más su beneficio, los llaman de Panamá. Cuenca, que en tu costado derecho te pesa Dios, y en tu ventrículo izquierdo haces latir al Demonio, que bien te presentarías ante el mundo si educases a tus cholos, impulsándolos a que te den el progreso, a que te lean y aprendan, que más que en libros, ni nada, se cultiva en tu cariño, cyendo lo que tú dices desde tu matriz de sabia.
Crepúsculos diluídos con todo el malva y el lila (Mujercita: a qué su recuerdo viene a tremolar su color en mi emoción adormida. crepúsculos destilados, en donde la urbe semeja verter la luz de su entraña para enluzar los cela jes.
Madrugada linda y limpia, donde la luz no atesora con su bruñir nuestras cosas, sino sólo, solamente, les va dando sus relieves que prestigian a la aurora a que su luz no sea tonta.
Mediodía, ancho y blancuzco, regando sol y más sol, sombrero toquilla puesto a la corona de la urbe!
Cuenca, ciudad azuaya, gran diamante azucarado al dedo anular del Ande, te gastas cosas tan tuyas.
hasta el río que te ovilla de murmurios iriscentes, de jabón de lavandera, y del fregar permanente del toquilla para hormarlo.
digo que hasta a tu río, que te moja las enaguas que las tiendes al Egido, le has puesto nombre cristiano a que remanse sus aguas ese bribón de Julián. el bergante Mataderol a que no haga torerías en sus márgenes incautas que huyen jugar con arena a puente, castillo o choza.
Ah, Cuenca, si tú supieras.
con qué vigor impetuoso yo habría de haberte amado si hubieses sido mujer! el piropo más fluído hubiera estallado flor. Te quiero. te quiero, tanto.
Primero Dios, después Vos! si este decir ardiente te hubiera sido chiquito, entonce si te soltaba. Primero Vos, luego. nadie!
De gana persiste, tierra taber nacido mujer!
Cuenca, con tu gran pulso, con tu chorro poderoso de tus arterias intactas, bien puedes ser el mañana corazón en ecuador.
Cuenca, morlaca y motera, Cuenca que te je sombrero Humberto MATA, Cuenca, ciudad morlaca, que habla cantando en sus voces Octubre 13 de 1937. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica