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122 REPERTORIO AMERICANO norteamericana.
Los Poemas del Mar La democracia, decíamos, no considera que una doctrina es justa sólo porque cuenta con Por el poeta ecuatoriano César ANDRADE y CORDERO la adhesión de la juventud, y debemos convenir en que la democracia francesa mentiría gravemente si tal cosa di jese. En Francia, la juSEÑAS DE ANNABELLE WALKER ventud, o al menos buena parte de ella, siente muy poca simpatía por la democracia. Ello se Annabelle Walker, pálida inglesita ¿Habrá un hueco tibio como el de mi pecho, debe a varias razones, muchas puramente li Que vas acodada sobre el barandal, una gran locura que entienda tu afán?
terarias, pero también precisamente, a que la que a bordo tienes como las gaviotas Truncado de pronto nuestro vaudeville democracia no se ocupa especialmente de los De lento dibujo ojos de ultramar.
Fugaste como una libélula al sol.
jóvenes, no tiene en cuenta esencialmente, en Tendida a la costa, con hondo desmayo, Yo te hice un corpiño de nubes rosadas, su política interior o exterior, sus ideas o an No sé qué contempla tu mirada igual, te di mi vida como un caracol.
helos.
Mientras desde el muelle se alzan los adioses Los pinos oscuros que guardan canciones Debo confesar que las democracias merecen besan tus crenchas las brisas del mar. Esperan tus pasos por parque inglés; mi estima precisamente porque, en las conside Annabelle Walker, con tu neurastenia, La lluvia te pide que vuelvas, los prados, raciones que dictan su conducta, se niegan a Sólo traes brumas en el corazón.
Los cerros azules que amaste una vez.
practicar la efebocracia. En verdad, me parece Quiero darte flores, alcanzarte estrellas: Yo estoy evocando tu boca fragante pasmosa aquella proposición de que una docTú, en cambio, apagarme quieres la canción. Junto a los esbeltos ciruelos en flor, trina es justa cuando cuenta con el apoyo de Viajera brumosa, mujer que me amabas. Mientras en la queja de un piano distante la juventud que, en cuanto una doctrina es de ¡Se queda tan lejos tu voz de cristal!
Franz Liszt languidece su Sueño de Amor.
pura afirmación, de puro dinamismo. y proAzul humareda, tus bellas palabras fesa como modo de discusión el uso de la poAnnabelle Walker, pasarán los días, Son hoy las virutas de un viejo metal.
ria, tiene consigo inmediatamente y como neLlegará la muerte y no me verás: cesariamente a todo un sector de la juventud.
Annabelle Walker. dónde va tu pena, Que donde hagas puerto te esperen mis versos, Entiéndase que protesto contra el prejuicio qué puerto nuevo tu dolor se irá?
Annabelle Walker ¡No deseo más!
senil según el cual un hombre merece ser escuchado por el sólo hecho de estar cargado de RECADO PARA CHARLES WOODWARD años por cuanto el vivir largo da experiencia. Como si la mayor parte de la gente que fué estúpida a los veinte años no lo fuese otro tanto a los sesenta, con la testarudez de los Charles Woodward marinero; Charles Woodward, mascas chicle, viejos, por añadidura. Un verso inmortal de Racine asegura que La valeur attend pas ojos de gin, pipa ventruda, hablas en español, ncmbre des années. sería más exacto decir ostra o cetáceo desde el muelle tienen las palabras en tu boca que, generalmente, el valor es independiente del Miras los paquebotes sobre el mar.
Ruedas dentadas y timón.
número de los años, ya sea éste pequeño o 5 grande. Bonaparte salvó a Francia a los veintiocho años, Clemenceau a los setenta y siete; Keats y Shelley escribieron sus obras maestras Charles Woodward, de regreso, Charles Woodward, marinero, a los veinte; Verdi y Wagner las suyas a los bordo, entre tus máquinas, te espera Tu paquebote está en el mar.
Una sirena de alquitrán.
Como tú, las palmeras dan espaldas Mi hostilidad al prejuicio pro juvenil no Al recio viento impar.
obedece en absoluto al hecho de ser yo viejo, pues lo tenía ya a la edad de dieciocho años. 6 Cuando en el patio del liceo Charlemagne, mis camaradas clamaban su hastío de las viejas Charles Woodward, maquinista, Márchate al paquebote, Charles Woodward, barbas (quo eran Renan, Taine, Michelet, contra las olas de cobalto Masca chicle y envuélvete en carbón.
Victor Hugo. y que ya verían lo que ellos Tu blusa es como un croquis al carbón, Pero óyeme al oído, Charles Woodward: hicieran, yo me decía que bien pudiera ser que ¡No hables en español!
no viésemos nada (véase mi obra Jeunesse un Clerc. El grito de todas las generaciones: Cuenca, 1949. Aquí estamos, la historia empieza. me ha parecido siempre extremadamente necio. Admito que, no habiéndolo proferido nunca, sin duRASTRO DEL PESCADOR da alguna nunca fuí joven.
Los jóvenes me replican: Nosotros somos Soledad insepulta, echada al mar. Absortas los que sufrieron las consecuencias de la poliGoletas en la noche y al fondo el viento Sur.
tica de hoy; por lo tanto, a nosotros nos corresponde dirigirla. Es como si yo declarase Era yo, y era cerca, y era también la noche, a un cirujano: El que se somete a la operaY un loco me habitaba atado al viento Sur.
ción soy yo: por lo tanto a mí me corresponde decidir si es o no adecuada. este paso, Un loco dando vueltas en un pilar de sombras, Ceñido a una golpeada columna de pavor.
no veo por qué razón no serían consultados los niños de tres años.
Mas, junto a las arenas surcadas, sacudidas Apunté que todo partido que pregona la Era en la arena virgen el pie del pescador.
violencia pura tiene consigo inmediatamente a una parte de la juventud. Lo más curioso es Era yo, y era cerca, y era también la noche.
que, en Francia, uno de estos partidos (La AcSin ruido, con destino perfecto, rectilineo, tion Francaise) se decía heredero de la antigua Flor escurrida y frágil, el pie del pescador.
monarquía. Como si Richelieu o Luis XIV se hubiesen preocupado de la opinión de la juventud. Es cierto que ellos no pensaban en poseer Con sosiego se ahuyenta su rastro duplicado, la calle, ni en tener a su lado a los que tienen Dedos de ancho relieve y hueco corazón.
fuertes puños y buenos pulmones.
El culto de la juventud, en materia polítiLa sal y sus caballos, el desvelo y sus páginas, El párpado de la ola, un goterón de luna, ca, es un aspecto de la religión de la fuerza.
Honor a los Estados que no la practican. hacia el límite, firmes, los pies del pescador.
Julien BENDA Sucede el mar y lejos su sierpe el rastro alarga.
setenta. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica