REPERTORIO AMERICANO 345 Atómica flor Por el poeta colombiano Germán PARDO GARCIA. En el Rep. Amer. Es honroso para nosotros recibir y publicar, este poema, el primero que en el mundo se escribe sobre la atómica en flor, el terrible instrumento creado por la ciencia sin amancia del hombre. Un día en que los hombres sintiéronse cansados de la invencible sombra de Dios, y del mar y la tierra; de las constelaciones conquistadas y del enigma de los minerales; del sonido menos veloz que los aviones taumaturgos; cansados de explorar los mapamundis con sus colores de jardín naciente; sin una soledad auténtica ni un esquivo sendero para salir a contemplar la tarde; cansados de sí mismos; dominadores y absolutos, quisieron crear una flor cataclísmica y ardua, con un sol fulminante en cada pétalo; dramáticas raíces, y una corona inmensa que avanzara violando las atmósferas, aturdiendo los ámbitos, hasta incendiar los cósmicos trigos y exterminar estrellas pastoras, que en el espacio original conducen rebaños de silencio y armonía.
PB DIZENS Germán Pardo García (1948) así, con los resúmenes abstractos y las furias positivas, detuvieron por un instante la rotación y el movimiento; represaron las lágrimas que habían fluído libres desde antes de los tiempos, y amasaron la vida con levaduras de la sangre, para dar a esa flor único ser.
Quisieron crear una flor sin la seda de las tibias corolas, que en los esteros viven como ánades, soñando siempre sueños acuáticos y azules.
Una flor sin la vegetal lujuria amazónica.
o los pantanos de color caribe.
Amedrentar la selva de agobiadores pumas, con el peso inaudito de un girasol inhumano.
Imponerle al peligro del caimán y la hormiga; de las arenas tembladoras y el árbol constrictor, un terrible mandato.
Crear una flor de tal modo extranjera en el monte y el llano, la vereda y el río, que al sentirla crecer todo quedara inmóvil: estrangulados los pulmones verdes por donde el tierno vegetal respira; cegados los orígenes del agua; extenuada la sed; el viento paralítico, y una desolación desconocida lloviendo sobre todo lo creado. un día de albas torpes y alaridos y estruendos y asaltos; un día paupérrimo y gemebundo; mientras el hombre cotidiano hacía ladrillo y cal para su breve casa; cuando los labradores en los surcos daban el heno a los capaces toros; cuando se columpiaba la oropéndola sobre el clemente valle americano, allá donde el cerezo con la nieve celebra al sol elementales nupcias, se alzó súbitamente como abortada por el infierno; danzando en los declives de las tormentas y catástrofes; como un levantamiento de esmeraldas bélicas, satánicos diamantes, coléricos topacios y bárbaros zafiros, la atómica flor. aglomeraron entonces los más sepultos zumos de la discordia; la fuerza total de los átomos y el impulso de la venganza, que se mueve con una suave ondulación de ofidio.
Pidieron a las piedras adjotivas to más compacto de su dura entraña; a los sonidos la gran detonación que contenían; a los venenos su demente cáliz: la noche sus negros centauros, y su delirio aritmético a los distantes números y esforas, Atemorizadas las criaturas humillaron la frente y hubo estupor en el activo mundo.
Los ángeles doblaron las alas victoriosas, como al pie de los monumentos funerales; los velos del altar se apresuraron a defender la luz de las custodias; la soledad cayó despedazada bajo la esclavitud de los tumultos; la noche tuvo luz como el más poderoso de los días; cesó la brisa de existir como antes; los insepultos cuerpos desfilaron con ritmo de brumosos batallones; fraternizaron las amargas fieras, y el león anunció con un rugido el fin de su imperio.
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