Guerrilleros

REPERTORIO AMERICANO 315 El alma de nuestro idioma (En el Rep. Amer. Dr. García Carrillo Corazón y Vasos CITAS EN EL TEL. 4328.
negro fieltro Electrocardiografía Metabolismo Basal Radioscopía No voy a hablar de la historia de nuestro idioma. Textos eruditos lo han hecho ya saLiamente. Lo que a mí me interesa es la metafísica del español, el sentido, el alma profunda de nuestra lengua. Pienso que la densidad material de las palabras no es más que el sostén del espíritu que las anima. La palabra, podríamos decir, es la forma del alma. Hablar, pues, del alma de nuestro idioma, es hablar del alma de España, país que ha sabido crearlo como herencia universal.
El alma de España ya sea literatura o pintura recorre el curso ardiente de su Historia, agitada siempre por una ansia febril de expresión, y, a veces, casi llega a volatilizar su materia, convirtiéndose en música Falla y cn poesía. Federico García Lorca. Muchos genios gobiernan el ritmo e intensidad de esta alma. En pintura, el Greco, Velázquez, Goya.
En poesía, Juan de la Cruz, Lope de Vega, Unamuno. sólo cito a unos pocos espíritus gigantes. Es el mismo Unamuno quien sorprendió el valor discursivo de las manos del Entetramiento del Conde de Orgaz. su Cristo de Velázquez, torrencial poema de fragoso aliento ascético y aspereza mística, invita a encontrarse con la sobriedad de la meseta de Castilla y a exclamar con El Expectador de Ortega y Gasset: Señor, en Castilla no hay curvas!
Pero el extranjero que va a España se siente perplejo, desconcertado, porque se halla ante un país de belleza contradictoria. Lo ideal y lo real se unen siempre en el paisaje, en la lengua, en el arte y en todo fenómeno social y estético español. es, justamente, el choque de ambos elementos, o su contacto desconcertante, lo que produce esa maravillosa chispa española, única en el mundo. En pocos países de la tierra hallan las esencias humanas una tan acusada intensidad.
No es mucho, pues, que se halle en España el exceso en el defecto y el defecto en el exceso. Así es España: paradójica. sólo por esto es grande, única y eterna. La realidad crudamente objetiva se depura en función espiritual y casi lustral. La aridez absolutista de la meseta de Castilla se dispersa, vertical, a los cielos, por las elevadas torres de sus catedrales o por el alma de sus poetas y místicos.
La aridez es sólo un estímulo para la sed de Espíritu, para la sed de Libertad, para la sed de Dios. Pero nada hay absolutamente implacable. En el mismo Greco no todo es desnudez mística, pues hay color, música, ropajes, carne, íntimo arrebato de las formas. en Fray Luis de León y Santa Teresa, la ternura es sangre flúida. La tierra de Guadalajara y Soria es pobre, pobrísima. pero ha producido un poema único. el Mio Cid! Como un alto chopo inmarchitable, crecido en tierra yerma. Ah, en Castilla, los árboles sobresaltan, porque cada color y cada forma han sido llevados a la última potencia de sí mismos. El panorama hostil quiere transfigurarse en divina impasibilidad o en gracia de canción: en la Noche Serena del poeta belmonteño o en esas serranillas y villancicos que entonan los huinildes pastores castellanos, olorosos a cantueso y a retama.
El español es una lengua suave, porque el alma de España y de Castilla, principalmente, está llenas de gravedad, de seriedad, de profundidad: el las blancas pecheras campesinas triunfan sobre la cálida pasión chaira de Béjar y Lagartera, y una nostalgia mozárabe llena de meditación los naranjales levantinos. Toledo, símbolo de ciudad castel ana, continúa siendo todavía una ciudad sacerdotal (y lo sería, aunque sus canónigos no existiesen. El castellano es lengua de místicos, de guerrilleros y de hombres habituados a la pobreza y a una vida dura. Miguel de Unamuno calificó al portugués como lengua esencialmente femenina; mas dijo que el castelano era lengua rotunda y viril. Lengua que acaso sea algo seca lengua con huesos y consistencia de eternidad, pero sin dureza: áspero es, a veces, el amor.
Las gentes frívolas no comprenden el aluna de España, porque piensan que el progreso humano consiste en un aumento cuantitativo de las cosas e ideas. Sin embargo, yo digo a esas gentes frívolas que están equivocadas: el progreso verdadero es la creciente intensidad con que percibimos media docena de misterios cardinales que, en la penumbra de la Historia, laten convulsos como perennes cora nes.
El idioma de España se ha esforzado siempre por captar e interpretar esos misterios, eterno norte del hombre que piensa y que indaga su principio y su fin, el signo de su cultura, el sentido de su vida. Ganivet, Unamuno, Ortega y Gasset y tantos otros se han preocupado de descubrir esas intuiciones. Alma metafísica, más que teológica, es la de España y su idioma: alma idealista que arde siempre.
Así, las posadas se convierten en castillos y las mozas de pueblo en nobles doncellas, no sólo para Don Quijote. España crea al héroe máximo: al Caballero de la Triste Figura. Pero crea también a un héroe de signo opuesto, de cualidades negativas: el anti héroe, el pícaro. lo crea, justamente, porque quiere elevar a su pobre criatura humana hasta el reino de Dios. toda la pintura de Velázquez también idioma esencial de España es una purificación austerísima de la realidad. Velázquez diviniza la carne y miseria de los seres que pinta. su Cristo es el milagro del Verbo hecho carne, de la luz infundida en el cuerpo.
Goya también remonta lo episódico para hallar un supremo fermento de vida intensa y ultima. Algo de esto hay en Solana y en Valle Inclán, como en Quevedo y en Baroja. Es la tradición del Libro del Buen Amor y de La Celestina. Qué grita Goya, con su idioma pictórico y su corazón de español arrebatado. Ser libre y después morir. Esto mismo está gritando todavía el pueblo de España.
Mas parece que nadie lo sabe en el mundo. Toda humanidad verdadera aparenta haber desaparecido del arte de Goya: el hombre queda reducido a estado de criatura carnal. Pero, en el Greco, el cuerpo no existe sino en función de su fin, Para Goya, no es más que un poco de polvo teñido. La pintura y el alma de España han realizado una especie de revolución perfecta. Goya es el trágico de la pintura, un aima encarnizada y en pleno delirio. Quevedo lo es de la literatura. Pero también Unamuno, que indaga El sentimiento trágico de la vida y concibe La agonía del Cristianismo, libros ambos desesperados y alucinados. Tragedia humana y éxtasis místico! Velázquez suspendió la vida en un instante y la escribió en la eternidad. Santificó la existencia humana, elevándola más allá de la pintura, del mismo mo.
lo que San Juan de la Cruz se elevó por encima de la misma poesía, alcanzando una cima que reposa en Dios: en lo inefable. Místicos puros son estos dos genios. No hay deleite de los sentidos ni del espíritu. España es ascética y reduce sus necesidades al mínimo: es austera, es humilde y, sólo por esto, es grande, altamente lírica. Dominio del espíritu sobre las cosas! Castilla es sol petrificado, incandescencia del alma, luz purísima.
La naturaleza es, para los españoles, sólo un adorno de lo humano. Todo lo conciben en función del espíritu, de la excelsitud. España, en el máximo desenvolvimiento de su carácter, ofrece opuestos ejemplos de la vida más perfecta en Dios y del más cabal dominio de las fuerzas físicas. El místico y el torero! España fluctúa entre estos dos caminos de expresión vital. Salvando extremos, la oposición que hay entre una Santa Teresa y un diestro famoso, tiene un punto de equivalencia: la expresión integra de un alma, austera, bajo la cual se dobla el universo, como el toro antes de morir sobre la arena. todo esto no es más que una forma del Amor: los españoles se arrancan el amor desde el fondo del alma, de las entrañas mismas, y se juegan enteros en él, en un combate de vida y muerte, de cara y cruz.
Como en un espejo hemos entrevisto el alma de España, el alma y los ojos de su idioma, culminando en las obras de sus mejores poetas y artistas, hechos ellos alma nacional, voz del pueblo español. Los genios que hemos citado, no son individuos aislados. aunque pueden parecerlo sino la representación máxima de una colectividad anónima, formada por los sentimientos de todos los hombres que han nacido en un mismo solar patrio bajo un mismo cielo. El verdadero artista, el verdadero intérprete del alma nacional, es aquel que nace dotado de un fino instinto para sondear en el alma del paisaje vernáculo, en el alma de las muchedumbres y en la suya propia, como tipo en que se reflejan todas las demás. Por eso su obra aspira siempre a lo permanente, a lo esencial, a lo señero, a lo eterno. así obró Cervantes, Calderón, Quevedo, Galdós, Bécquer, Antonio Machado.
y, en muchas ocasiones también, criticará al Caín que, nacido de una misma sangre, mata.
a su hermano más joven, más puro y más débil.
El arte auténtico no es sectario, ni es político, ni de criterio estrecho, ni sigue una moda, ni el mezquino procedimiento de una escuela. Sólo así es natural y original, verdadero y claro, in marchitable y profundo, esencial y auténtico. Porque así son y deben ser las almas grandes, y así son los grandes idiomas vivos.
Meeting of the Illinois Modern Language Teachers Association October 30, 1948. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica