Violence

REPERTORIO AMERICANO 201 Una carta de Unamuno Por Max GRILLO (Es un recorte de El Tiempo de Bogotá.
Envío del autor. Amena y de sugerencias especialmente inteen Colombia. En una de sus entrevistas con resantes sobre la vida intima de don Miguel de Unamuno, el maestro le mostró el gamón. Unamuno fué la conferencia dictada en el Tea asfodelos ramosus. planta medicinal. En tro de Colón por el ilustre profesor don Feplanta medicinal vino a parar el asfodelo, conderico de Onís.
sagrado por los poetas helénicos a los muertos.
Ninguno de los discípulos o amigos del Unamuno decía gamón, y yo seguí escriinsigne rector de la Universidad de Salamanca biendo asfodelo, porque la palabra es bella.
tiene mayor autoridad para hablar del maestro Cuando regresé a Bogotá me topé un día con que el señor Onís, pues desde niño conoció y unas cuantas matas de asfodelo en un parque.
trató, ya en la vida familiar, ya en las aulas Me voy convenciendo. dice Unamuno al original y aun extraordinario pensador y de que no estoy tan solo en sentir ciertas poeta, que personificó lo más amplio y hermopreocupaciones e inquietudes y que hasta en esa so de la cultura española en el fin de un siglo América hispánica, que estimo uno de los paíy en el comienzo de otro.
ses de menos espiritualidad y más materializaEmbelesados mantuvo a sus oyentes el prodo queda aún el viejo depósito de los anhelos fesor Onís al recordar los hábitos y señeras cosultraterrenos de la raza, algo de nuestra vieja tumbres de aquel dechado de sinceridad humatradición mística, que es muy otra cosa que la na, del cual puede decirse, sintetizando su gazmoñería clerical. Temía la desastrosa acpreclara vida, que defendió con ahinco y noción de los jesuítas en esas tierras.
bleza admirable la personalidad propia y en El tema aquí tocado por Unamuno es bien ella la de los demás hombres y que buscó a interesante. No cabe duda de que lo observaDios en la paz y en la guerra del mundo, ando por él hace treinta y cinco años como ciersioso de obtener una palabra de revelación dito, lo es ahora evidente. Nuestra espiritualidad vina, capaz de colmar su anhelo de inmortaKorsun?
y nuestro fervor religioso son, más espectaculidad.
lares que reales. El tema no puede tratarse a En esta búsqueda de Dios al través de toMiguel de Unamuno fondo en países como Colombia, porque el error das las cosas, desde las más humildes hasta las y la violencia oscurecen el ambiente.
más altas y lejanas, desde las más evidentes hasDibujo de Flouquet. El final de la conferencia del profesor Onís ta las más profundas y misteriosas, Unamuno tuvo extraordinario interés para quienes admilibró un combate con Dios, como él lo refiere ramos la obra de Unamuno. Esas páginas del varias veces al autor de estas líneas en la codiario de don Miguel (el segundo Miguel de rrespondencia que mantuvieron durante varios sostener que la inmortalidad, en otra vida, no las Españas) escritas en verso, síntesis de estuaños, para honra de quien se complace en re era para todas las almas. Pero se excluía a las penda poesía, contienen pensamientos, imágecordar que su ensayo publicado en revista pamás humildes. Entre labriegos, le gustaba esnes y sueños maravillosos.
risiense, y en Trofeos, bogotana, si la memoria tar. Con ellos salía por los campos, aprendienEl diario contiene mil setecientas poesías.
no lo traiciona, fué de lo primero que en la La familia de Unamuno lo ha confiado al seAmérica hispana se escribiera acerca del sucedo de su lengua los nombres de las florecillas y de las plantas que crecen a orillas de los cañor Onís, quien escribirá (es algo que exigen sor de fray Luis de León en la cátedra salmanminos. El humanista, conocedor de muchos potencias espirituales) una vida no novelada tina.
idiomas, el profesor de griego, lengua que ensino real de su insigne maestro.
En la carta hasta hoy inédita que publica señaba por los métodos aceptados cincuenta Por lo que pude captar de la lectura del en esta edición el gran diario bogotano, Unaaños más tarde en Estados Unidos, como lo diario de Unamuno, este es el mayor poeta de muno toca, en síntesis, dos temas que le preoanotó el señor Onís, el insigne Unamuno se España en el presente siglo.
cupaban entonces, íntimo uno, su Combate compalcía en ver a unos pequeñuelos que al gi Cuando se nombra a Unamuno vienen a la con Dios. Al referirse a Salamanca escribe: rar alrededor de un caballo gritaban Caba memoria por asociación gloriosa los nombres Algo de conventual tiene también esta vieja ciudad universitaria de Salamanca aunllo! porque parecia que estaban creando la de Angel Ganivet, espíritu superior a su papalabra. cuando paseaba un día, en un jar tria, y el de Navarro Ledezma. Si de Inglaterra que es alegre y abierta pero aquí cultivo mi dín, acompañado de un poeta suramericano, y base dicho que produce hombres superiores a tragedia y mi combate con Dios y a la busca éste le preguntara cuál era el nombre de una del alma de mi casta y y de mi tierra, y del ella, de España se dirá lo mismo. De Navarro de las plantas de aquel jardín, mirto. le res Ledezma, el hondo y delicioso comentador del consuelo que hay para los espíritus fuertes en pondió Unamuno, la planta que usted nombra el escollo mismo de la desesperación y el desQuijote y de su genial autor; de Ganivet y de tantas veces en sus versos, sin que se haya pro Unamuno tendrá mucho qué decir España consuelo.
bablemente tomado el trabajo de conocerla. cuando sea libre.
Su fe, como alguna vez escribió, se com El que esto escribe había usado en sus versos ponía de dudas. Cuando se imaginaba que iba la palabra asfodelo. pensando en que era un Max GRILLO.
a tocar lo inasible, una nueva duda surgía en nombre bellísimo de virgen, griego o latino, y lugar de su fe. Pero no se desalentaba. Llegó a correspondiente a una planta que no existiría Bogotá.
ellos destacábase su rúbrica. Manuel González de Prada y Ulloa. No! Había reducido su aristocrático apellido. Manuel Prada se leía.
Su patronímico había desaparecido y aquella insolente y atrevida partícula de fué enteprada para siempre por don Manuel, Alguien le pidió unos versos para su antología. Prada, como se le llamaría en adelante, apareció en ella. Comenzaba a destacar. Definíase ya como poeta delicado y musical. Amaría la parquedad. Delineábase también como anticlerical y apolítico. Lanzaba diatribas contra la religión. Negábase rotundamente a toda solicitud para actuar en la vida pública.
Era González Prada hombre de elevada estatura, de ojos azules y tez rosada. Robusto, arrogante, esbelto, gallardo. Su porte era varonil. Concitaba ya la atención de sus contemporáneos. Aumentaban sus enemigos. Crecían sus admiradores. don Manuel se afianzaba en sus convicciones: antipolítico, anticlerical, enemigo del servilismo incondicional a la antigua metrópoli, impugnador del conservadorismo, amigo del pueblo y de los humildes, odiaba la aristocracia embebida en la contemplación de sus blasones, acartonada, poco dúctil y comprensiva, orgullosa y despreciativa, anclada al pasado llegó el funesto año del 1879. El Perú vióse envuelto en una guerra que provocaba el espíritu imperialista de una nación vecina y hermana. Hasta aquí podríamos señalar una primera etapa en la vida del maestro. Desde la guerra del Pacífico cambiaría, aunque involuntariamente, su actitud. Se lanzaría, requerido por las circunstancias, a la política, a la vida pública. Pero no sería nunca un político. Jamás ocuparía un puesto en la Administración Pública. Seguiría siendo lo que fué: un intelectual, un artista, un maestro.
Abandonó el reposo campesino al son de los tambores y sentó plaza de soldado Brindó. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica