Hitler

REPERTORIO AMERICANO 333 La aliyá de HERZL Por Benno WEISER (En Jadla. New York, En estos días llegó a Israel un inmigrante que no aumentará las dificultades del Gobierro de alojar a sus nuevos ciudadanos. Vino con casa prefabricada, un ataúd verde. No fué necesario siquierda asignarle una extensión de terreno. La tierra se abrió para recibir al hombrc que tanto la había amado. Teodoro Herzl, cl visionario del Estado Judío, había llegado a casa. BAIXENCE ciable fortuna. ahí estuvo, finalmente, la tumba de Herzl a la que año tras año salíamos en solemne peregrinación. Situada en Doebling, en una de las suaves colinas de los Bosques de Viena, tenía algo inolvidablemente idílico. En el aniversario de su muerte, mi les y miles acudían a la cita con los restos del líder. Los viejos y los adultos en grupos, los estudiantes en couleur y la juventud en los uniformes de las asociaciones juveniles y en formaciones de marcha. Ante la tumba, estudiantes con la espada erguida y jalutzim hacían, de pie, rígida guarda de honor.
Lejos del cementerio se hallaba la Facultad de Agricultura y frecuentemente tenían lugar choques con el estudiantado nazista que trataba de provocar. Sin embargo, cerca de la tumba, se disipaba ese ambiente de tierra extraña y de odiosa dispersión. Los comandos hebreos de los líderes juveniles, las marchas que entonaban, las formaciones en camino hacia el cementerio y la intensa leyenda herzliana que cada cual sentía, convertía ese trozo de paisaje típicamente vienés en un rincón de Altneuland. que Herzl no había concebido como un país oriental, sino como Europa, trasplantada al Oriente.
Recuerdo que regresaba muy impresionado y altamente estimulado de estas peregrinaciores. Más tarde, no esperaba la fecha tradicioral, sino que entraba, siempre que estaba relativamente cerca, al cementerio, sentándome al borde de la tumba, en silenciosa meditación y mudo diálogo. Cuando la Viena de los valses se convirtió en la de las marchas militares prusianas, la única visita de despedida que hiNo me es posible competir con los veteranos del movimiento que al hablar de Herzl o Nordau lo hacen en forma de memorias persanales. Cuando nací, Herzl había muerto hacía una década. Pero las grandes personalidades siguen presentes, aunque físicamente hayan desaparecido. Para un joven judío educado en Viena, Herzl parecía omnipresente. HaLiendo devorado en tierna edad los tres voluminosos tomos de sus diarios, sentí como si la ciudad estuviera pavimentada con sus recuerdos. pocas cuadras de mi casa estaba el edificio en que había editado el primer órgano oficial del sionismo, Die Welt.
Todavía mucho antes de convertirme en universitario, subí hacia la Rede und Leseballe Juedischer Hochschueler. donde se había dirigido a los estudiantes. Cuando, en mis primeros ensayos periodísticos, un artículo mío fué aceptado por el Neue Freie Presse y fui recibido por el director de la sección literaria, me excitó mucho menos que el pensamiento de que se me habían abierto las puertas de uno de los rotativos más prestigiosos del mundo, la asociación de que en aquel sillón y tras aquel escritorio desde el cual me hablaba un hombre cuyo apellido ni siquiera traté de retener, una vez había estado sentado el maestio del feuilleton, el arte específicamente vie1 és de comentar de una manera agradable has ta el tema más desagradable, el Dr. Herzl, que, siempre con la más irreprochable pulcritud, prefirió arriesgar su puesto en una empresa cuyos propietarios eran judíos ultraasimilacionistas, antes que aceptar un centavo del movimiento al que además de su cerebro y corazón había entregado también su no despreTeodoro Herzl ce, fué a la tumba de Herzl. me dolía el Fensamiento de que se quedaría a merced de Hitler.
En otras circunstancias, el traslado de los restos de Herzl desde la diáspora hacia Israel, desde un idílico lugar en los Bosques de Vie1:2 hacia una no menos romántica altura de Jerusalén, desde la cual se apercibe en el horizonte el Mediterráneo de un lado y el Mar Muerto del otro, se habría prestado a un comentario netamente emotivo. Hasta el año pasado, la figura del líder estaba fuera de toda discusión. Había sido, por última vez, objeto de disputa en los días cuando estaba dispuesto a aceptar Uganda, en Africa, como transición o Nachtquartier en la fórmula de MANIFIESTO DE LA ORGANIZACION SIONISTA CON MOTIVO DEL CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE MAX NORDAU Jerusalén, Julio 24. Jadla. El Comité Ejecutivo de la Organización Sionista emitió hoy el siguiente manifiesto con motivo de cumplirse el primer centenario del nacimiento de Max Nordau, una de las figuras más relevantes del movimiento sionista: El 10 de av de 5709 (5 de agosto de 1949) señalará el centenario del nacimiento de Max Nordau. Este aniversario brinda la oportunidad a todas las secciones del movimiento sionista, para recordar la memoria del gran líder con un sentimiento de gratitud y aprecio.
Max Nordau, el amigo devoto de Teodoro Herzl, y su principal colaborador en el período en que se establecieron los cimientos del movimiento del sionismo político, fué uno de los más grandes pioneros del movimiento sionista en sus etapas iniciales. Cuando aceptó el llamado de Herzl para unirse al movimiento, Nordau era una de las más grandes figuras de la literatura europea. Su adhesión a la bandera sionista y su participación en las conferencias públicas sionistas añadieron prestigio al joven movimiento, a los ojos del mundo judío y no judío.
Debido a sus conmovedores discursos desde la tribuna de los Congresos, la influencia de Nordau en el movimiento sionista y en el judaísmo mundial, fué incluso mayor que la influencia que ejerció sobre el mundo exterior. Sus famosos discursos en los Congresos, en los cuales examinó cada fase del problema judio y analizó profundamente sus raíces, vinculó estrechamente el sionismo a los corazones del público judío en general. Sus discursos revelaron al judaísmo mundial, en los umbrales del siglo XX, una profundidad sin precedentes de pensamiento y de valor político, reminiscencias del espíritu de nuestros profetas de la antigüedad.
Max Nordau, critico denodado de su tiempo, que había conquistado un nombre entre los grandes escritores de sus dias, se convirtió en uno de los modeladores de la moderna era de nuestro pueblo y en uno de los creadores de esa perspectiva sionista, que cimentó el camino pata el estado judío.
El pueblo judío, que ahora presencia la realización del sueño de las generaciones, no olvidará el papel desempeñado por este gran hijo de la nación, que iluminó el camino para su nueva vida en la antigua madre patria. Max Nordau ocupará un lugar de honor permanente en la historia del movimiento sionista y del renacimiento de nuestra nación.
Brixsxel Max Nordau Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica