Violence

138 REPERTORIO AMERICANO señanza: la de que en su tan conocido, tan generoso y tan útil Repertorio Americano ba reproducido ciento cincuenta y cinco artículos de esa pluma. Luis Emilio Soto, que apunta como varios enemigos del imperialismo y de la opresión, al encanecer se envilecieron y se alquilaron, destaca a Sanín Cano, de pie sobre su roca, como un hombre a quien no alcanzó a salpicar el oleaje de la concupiscencia, ni manchó la deslealtad, ni hizo vacilar el miedo, para continuar en el periodismo como en una cá tedra, difundiendo con autoridad y con gracia su enseñanza.
Por eso Marinello lo ve, desde la isla de la cstrella solitaria, como el gran definidor, sin más pasión que la verdad, con una rara capa cidad de ordenación y síntesis, de varia cultura y de cernida erudición, cuyo mayor servicio ha sido el de decir a nuestras gentes, durante medio siglo, como son los movimientos sociales, las conmociones espirituales, los cambios de estilo, el sentido de las doctrinas las guerras.
Jorge Manach, también en Cuba, lo llama hermosamente Ministro de Comunicaciones Espirituales. maestro de tolerancia, doliéndose de que en sus escritos sea tan impersonal, pues un hombre de su calidad sería deseable que se dejara conocer mejor, que fuera menos avaro de sus emociones, menos pudoroso, menos intimo, una vez que es uno de los grandes ejemplos de comprensión y de serenidad que tiene el continente.
Max Henríquez Ureña lo considera en su artículo, como el maestro del ensayo breve.
José Ma Chacón y Calvo penetra en la selva de los recuerdos y de las anécdotas, para decir como Sanín Cano se daba por su propia cuenta al estudio de las lenguas nórdicas, sin otro propósito y sin otro interés que el de leer en su iidoma, original a Goethe y a Ibsen y a Brandes, con una tenacidad que bien se advierte en su fuerte mandíbula. Así como se puede estar seguro de que nada entrará en su boca que no muela y triture, también se puede estarlo de que nada agarrará su mente que no haga definitivamente suyo. Pudo sonreír de la broma y de la burla de quienes afirmaban que múltiples autores por él citados eran invenciones de su fantasía, porque los que hasta el podían elevarse sin desvanecerse, como José Asunción Silva y Guilermo Valencia, iban enterándose cada día, gracias a él, de que había nuevas maneras de decir y nuevas maneras de sentir nuevas maneras de pensar, al margen de todos los credos consagrados.
Es curioso que tanto Portuondo como el inexicano Andrés Iduarte se hayan aficionado a Sanín Cano a través de Fray Candil. el simpatiquísimo, pero ya tan olvidado cubano de las Fiebres y de los Capotazos y de la entrañable amistad con Jorge Pombo y Soto Borda.
que dejó a nuestra ciudad un poema del que es inolvidable el ¡Bogotá melancólica. Cómo llegas al alma. Pero es lo cierto que Iduarte y Portuondo empezaron a saber de las letras del continente por los artículos de Bobadilla y que ambos resolvieron aplicarle a Sanín Cano la frase con que éste lo despidió para lo eterno: Un hado benigno le había condenado a morir joven después de los sesenta años. Sanín Cano, dicen ellos, y decimos todos, el hado benigno lo ha condenado a vivir joven después de los ochenta años. Mayor gracia!
Don Marcos Morinigo lo estudia, en la Universidad de California del Sur, en su capacidad de filólogo, para hacer notar cómo, velando por la pureza del idioma y siendo como ninguno castizo, Sanín Cano considera que no hay por qué temerle al habla popular, que es la que enriquece el caudal, como cosa viva y chispeante que es, imagen del pueblo o su reflejo, de donde van saliendo expresiones y giros de mucha sustancia. Sanín Cano, frente a la puerta del idioma, no es un cancerbero sino un guía, que va mostrando y calificando acertadamente lo esencial, quitando el polvo de los cuadros, evocando el pasado, pero de jando también pasar las corrientes de aire que de fuera soplan. Nada de hortus conclusus sino de heredad abierta, para que todo se renueve y se preñe. Del contacto con otros idiomas y con otros fenómenos, conceptos y vocablos pueden formarse que, adaptándose al genio de la lengua, la enriquezcan y hagan más flexible.
Así, como un orientador, como un animador, como un modelo, ve la América nuestra a Sanín Cano. Germán Arciniegas, en hermoso artículo hace notar cómo la enseñanza mayor del maestro está en su capacidad de estudio, en el ejemplo que da, más que en lo que dice, en su lealtad a la tierra, de la que no ha perdido ni el acento, pero en su necesidad, su afán a veces, de peregrinaje. habla de su malicia, de una cara seria con un juego guardado de sonrisas y de la más hermosa cabeza que gire sobre hombros latinoamericanos. Ya lo había observado Stephan Zweig en Buenos Aires, cuando se reunió la conferencia internacional del Pen Club y lo supieron aprovechar, según cuenta Arciniegas, los fotógrafos argentinos. Por último last, but not the least cierra el homenaje una preciosa estampa del maestro azorinesca, dicen los directores. escrita por Hernando Téllez. Recuerda la maravillosa descripción que hizo Faguet del momiento en que Rabelais, terminada la labor del día, salta a la cama.
Lo que sí quiero aclararle a Germán Arciniegas, al margen de su admirable artículo, porque sirve para muchos escritores igualmente equivocados al respecto, es que la manera de ganarse la vida de Sanín Cano, a fines del pasado siglo y comienzos del actual, en una empresa de tranvías, nada tenía ni tuvo que ver con el diario despacho de los carros, ni con el trato de los conductores, ni con el problema de alimentar y curarles sus mataduras a las mulas. Tranvía de mulas sí, pero más conocidas por los parroquianos y por los pasajeros que por el maestro, que permanecía todo el tiempo encerrado en las oficinas de la gerencia, haciendo cuentas y cálculos. aquí termina lo que dice la revista. Es éste el homenaje de todos los países de habla española a Sanín Cano. Veinte, cuarenta números iguales, pudieron sin esfuer zo consagrársele. Así lo sienten e insinúan Jiménez Rueda y Monterde. El actual es apenas una muestra. Como es una insinuación, la repetición de una insinuación, para que Colombia reúna la obra dispersa del maestro, y edite una serie de volúmenes que vayan, como regalo del país, a las principales bibliotecas del inundo. Así se extendería la influencia benéfica de este predicador de verdades plácidas y de verdades amargas, de este hombre recto y recatado, que ha servido a la cultura con ejemplar constancia y que en el atardecer de una vida, como pocas meritoria, sigue viendo que en el crepúsculo se extienden y titilan, siempre amigas, las luces de la inteligencia.
no desdeñó bajar de su torre, que bien pudo ser marfil, por acerca a los mansos de corazón, enfrentarse con las ideas vitales de su tiempo y armonizar el sentimiento de lo artístico puro con la realidad ecuménica de lo humano. Desde la oscura indígena americana, en el fragoroso incendio de la Conquista, sin pasar por alto el consejo o el arrojo, tantas veces decisivo, de la matrona colonial, hasta la intervención saludable de las amantes de Bolívar, ya en los albores de la República, todas aparecen apasionadamente exaltadas por Teresa, con proyecciones al porvenir de las sociedades humanas, en su ensayo histórico. son esas las armas que la escritora y la mujer ponen al servicio de su propia causa y de su propia superación Rebelarse contra el prejuicio infecundo, romper sus lanzas contra los molinos y los cabreros de un ayer tedioso e insípido, que no amainaba en despedirse frente a la realidad universal del presente, fué su tragedia y fué su gloria. Se reveló sin violencia y sin acritud, pero con enérgica autonomía, como hacen los espíritus elegidos.
Es reconfortante para los obreros del pensamiento este homenaje. Habla muy alto de quienes imparten la justicia y reconocen los méritos eminentes. También de cuantos han acudido a recibir a la impenitente viajera, a ritualizar el nuevo encuentro de su vuelta a Caracas. Mas, no se crea que vamos a enterrarla ni que se ha muerto para siempre. Ella irá a incorporarse al Olimpo de los que aún viven, piensan y hablan entre nosotros, a reintagrar.
se a las fuerzas elementales de nuestro suelo.
Vengan las neblinas del Avila, vengan las auroras del monte, sonrientes como el estilo de Teresa, a repartir las excelencias de su espíritu por los mil rumbos de la patria. que sobre la tierra que haya de guardar sus cenizas, rota prisión de quien fué libre y anda libre, por milagro telórico de nuestros dioses, como en el verso del poeta, no se derrame el llanto.
En el Salón Elíptico. diciembre, 1947.
Gallegos en casa de Steinbeck (En La Tribuna de Lima del 11 de julio de 1948. Signo de los tiempos: Rómulo Gallegos, do invitar a un Presidente que es huésped de Presidente de Venezuela, cenará el último día honor de su gobierno. La iniciativa era osada, de su visita a los Estados Unidos en casa de pero más lo ha sido la respuesta. Rómulo GaJohn Steinbeck. Escritor de raza, el padre de llegos aparta compromisos diplomáticos y preDoña Bárbara le hurta el cuerpo a la rigidez fiere cenar en casa de Steinbeck. de ese moalmidonada de los protocolos y acepta el con do se produce una espectacular conjunción de dumio fraternal de su colega. Un nuevo pre astros en las órbitas celestes de la literatura cedente ha roto el monótono convencionalismo continental. Doña Bárbara cena en casa de Vique entreteje solemnes tedios en la fronda de ñas de Ira: Cantaclaro se junta a Camino de una retórica bilingüe. Un escritor, un hombre tabaco. La novela del norte con la novela del sin cargo ni representación oficial, ha decidi sur. Steinbeck y Gallegos, que es como decir Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica