40 REPERTORIO AMERICANO Si vale algo y dice algo. dijo el maestro con una modestia tan insigne como todas sus virtudes. Si vale algo y dice algo. dijo de este libro óptimo, uno de los más importantes en el largo católogo de las ciencias sociales. Hostos encarnaba su Moral Social. La vivía, la respiraba, la calentaba en su corazón, la hacía peregrinar por el mundo con sus pies cansados de eterno caminante, de apóstol del bien. Hay un paralelismo estrecho entre la obra y el hombre. Hostos es la ilustración, el ejemplo vivo de su obra. El personalmente es la aplicación concreta y práctica de su moral in dividual y social.
Tanto es su afán de concretar la moral social en la vida cotidiana que, teniinados sus tratados de Moral Individual y Moral Social, no se contenta con ello, sino que prosigue su trabajo y escribe la Moral Social Objetiva. La Moral Social Objetiva presenta las pruebas experimentales de la verdad reducida antes a doctrina. como él mismo dice.
Y, consecuente con su doctrina de que el hombre verdaderamente grande no es el hombre extraordinario sino el que cumple con su deber; no el genio sino el hombre de virtud, incluye entre los nombres verdaderamente famosos algunos más modestos. Dice: Eso procuran las ilustraciones de deberes bien cumplidos que presenta este libro. No se ocupa él del hombre ilustrado por actos extraordinarios, sino del deber que ha ilustrado al hombre capaz de cumplirlo a pesar de los obstáculos. Presenta, no al hombre extraordinario que hacen las circunstancias, los medios y los hombres, sino al hombre ordinario que hace la simple inclinación a cumplir con el deber: lo que quita de hojas, lo pone de savia. Hace como el agricultor que conoce la razón de los cultivos: modera fuerzas inútiles, que además son perniciosas y las dirige ordenadamente al fin para que la Naturaleza las dispuso. Disminuye lo bello, pero aumenta lo bueno. No disminuye nada: el campo cultivado es tan bueno como bello.
Nótese la síntesis acendrada de austeridad, sencillez y verdad que era la personalidad de Eugenio María de Hostos. Si Hostos, en vez de vivir en época agudamente racionalista y positivista. filosóficamente hablando. hubiera vivido en época de profunda fe religiosa, no hubiera sido el santo laico de que habla Camila Henríquez Ureña: hubiera sido acaso un santo religioso. Las calidades de su espíritu permiten suponer tal cosa. Fué un sacerdote del deber, un sacerdote de la verdad y de la virtud. Su vida toda fué un sacerdocio. Llevó su sacerdocio a la vida pública, a la escuela, al hogar. Del Hostos del hogar, del Hostos intimo, que es un aspecto bellísimo de su personalidad, hemos hablado en diversas ocasiones. Predicaba que la política y el periodismo deben ser secerdocios. Su austeridad, su sencillez, su ascetismo, su fervor, su pobreza voluntaria y querida, posiblemente hubieran hecho de él el franciscano ideal. Verdadero franciscano fué con traje civil. Su religiosidad penetra su vida toda. Escribió hermosas páginas sobre el deber de acatamiento, gratitud y adoración al Ser de los Seres.
Para ser socráticamente grande no le faltó ni aún la copa de cicuta, el cáliz del dolor, que apuró hasta su última gota.
OSTOS PBHIXENCE Escultura de Victorio Macho.
Nació en Mayagüez, Puerto Rico, el 11 de enero de 1839.
Murió en Santo Domingo, Rep. Dom. el 11 de agosto de 1903.
11 de Enero FUGENIO MARÍA DE HOSTOS (En el Rep. Amer. La primera y segunda edición de la Moral Social de Eugenio María de Hostos tiene como prólogo un diálogo entre el maestro y sus discípulos. Ese diálogo tiene toda la grandeza de un diálogo socrático. Esto no puede extrañar a quienes hayan advertido que en Hostos se reunían todas aquellas virtudes que hicieron de Sócrates la figura legendaria que es: amor a la verdad, amor a la razón, valentía, sencillez, austeridad y espíritu horoico hasta la muerte. Al revés de lo que pasa con muchos hombres que realizan obra insigne, pero que personalmente valen muy poco, en Hostos se da el caso singular de que si su obra es hermosa y trascendental, él, personalmente, vale más que su obra, Hostos es como esas obras del ingenio que mientras más detenidamente se las estudia más perfecciones se encuentra en ellas. Así ahora nosotros, al repasar de nuevo, con motivo del aniversario de su natalicio, el prólogo de la Moral Social, encontramos al final del mismo un rasgo de modestia que es como una gema más de aquella personalidad egregia. Sus discípulos querían que se publicara la Moral Social. El maestro se resistía. Por fin el maestro cede y dice: por eso, después de mucho urgirme y no poco contrariarme, consiguieron los jóvenes, a quienes se deberá, si vale algo y dice algo, que yo consintiera en la publicación de la Moral Social.
Luis VILLARONGA, San Juan, Puerto Rico. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica