REPERTORIO AMERICANO CUADERNOS DE CULTURA HISPANICA Tomo XLIV San José, Costa Rica 1948 Domingo 10 de Octubre No. 10 Año XXIX No. 1061 Eduardo Wilde y las leyes laicas argentinas Por Juan Antonio SOLARI (En La Prensa de Buenos Aires, 23 de noviembre de 1947. BRIKENCE En la llamada generación del 80 de nuestro pais, Eduardo Wilde figura como una de las más brillantes y originales personalidades ofrecidas por ella a la obra de organización, unidad nacional y fecundas realizaciones, como gobernantes, intelectuales y propagandistas de ideas de progreso y afianzamiento constitucional.
La múltiple y con frecuencia agitada labor pública de Wilde abarca casi cuatro décadas, desde los puestos más modestos de sus días de estudiante hasta los cargos más importantes en la administración pública. No es nuestro intento entrar a su examen, pero sefalamos por anticipado que los eriores y las fallas que el funcionario seguramente cometió y que él mismo exageraba deliberadamente dando alas a referencias o anécdotas que circulaban y circulan aún, no impiden la comprobación de una labor intensa eficiente, cuyos frutos, especialmente en cuanto se refiere a la legislación laica, lo contaron como uno de los abanderados más decididos y talentosos. Conviene asimismo no olvidar en la valoración actual de su acción pública, como advierte Rojas, que rutinas por él combatidas, fanatismos religiosos combatidos por intereses heridos en una época de fundamentales reformas, sin excluir errores que acaso cometió en el vértigo del progreso o en la embriaguez del poder todo ello junto desencadenó contra el hombre de acción el odio de las sectas y los partidos. advertencia que corrobora Martiniano Leguizamón al afirmar que si bien sus triunfos liberales le conquistaron la cálida simpatía de la juventud universitaria, atrajeron sobre su nombre la resistencia de la masa creyente enardecida por la pasión de sus enemigos políticos, de que él no se defendió, dándole pábulo por el contrario con un despreocupado escepticismo que parecía desdeñar lo más selecto de su esfuerzo, sin reclamar un poco de indulgencia para algunas de sus fuertes iniciativas de hombre de gobierno, como si quisiera dejar librado al porvenir el juicio sobre las obras dignas de perdurar.
Porque hay que decirlo en el temperamento de Wilde chocaban tendencias y fuerzas antagónicas; sentíase con empuje suficiente para afrontar, muchas veces dejándose llevar por una natural vocación de bien públiEduardo Wilde en febrero de 1882, Ministro entonces, de Justicia, Culto e Instrucción Pública co, las más arduas empresas, superando todos los peligros y los dardos dirigidos contra él, hasta conseguir el triunfo de la causa que defendía, pero el fondo de idealismo incrédulo y fatalista de que hablara influía sobre él, sin duda convencido de sus altos méritos, para proseguir su marcha sin recoger las piedras arrojadas a su paso o alentando con sus originalidades, que podían entrañar desprecio, a sus enemigos acuciados y exaltados, así, por la indeferencia del hombre. Mas esta disposición espiritual no invalidaba, llegado el caso, al combatiente en función de gobernante o propagandista, y tal vez porque en todo humorista hay tristeza, profundidad y pasión según él mismo lo dijera sabía poner en juego armonioso todas las fuerzas de su inteligencia cuando de sostener sus ideas y propósitos se trataba. Podía subsistir, como aliada inseparable, la tristeza recondita y disimulada, pero la profundidad y la pasión de su prédica transformaban al hombre en un adversario temible, no en lo que le fuera individual o le afectara personalmente, sino para probar la verdad de su tesis, la razón de sus ideas, el sentido permanente y general de los propósitos que lo animaban. Yo sé el poder que tengo escribiendo decía en carta desde Cannes en 1904. no contesto los ataques ni escribo contra determinados agresores, por desdén, no por miedo; déme un antagonista que me valga y ya verá con qué gallardía lo revuelco, cualquiera que sea la fuerza de algunos de los posibles, entre los que conozco. Dispenseme la afirmación que seria vanidad si no se fundara en hechos estereotipados, publicados, reconocidos. La ventaja de los anónimos agregaba de los desacreditados, de los ambiciosos sin méritos, está precisamente en esto: no son antagonistas acep.
tables. Usted me dice: tendrá sus razones para ser tímido. Sí, las tengo; son mis idiosincrasias que no se despiertan sino cuando deben. 1Ninguna otra razón! Jamás he cometido acto indigno alguno. pero, me olvido de algo: he cometido actos no indignos, estúpidos; he hecho muchos servicios públicos y privados y soy todavía capaz de hacerlos.
Estas líneas encierran una definición de su carácter y explican su extraña psicología, su manera de ser, permitiendo explicar al mismo tiempo los juicios encontrados que suscitaran el hombre y el gobernante. Pero Wilde era Wilde, y ya anciano, lejos del país, insistía, si no como defensa, que nunca ensayo contra acusaciones y diatribas, como síntesis de su personalidad: Está en mi temperamento y está en mi estirpe, ser fiel a mí mismo. esto, si se tiene talento y se ocupa puesto de vanguardia en la columna de los reformadores, se paga siempre a muy subido precio Por ello sin duda Avellaneda le expresó al publicarse el difundido cuento de Wilde La Lluvia: No sé si felicitarlo, carísimo doctor.
Tener talento tan extraordinario es pasar desconocido en las tres cuartas partes de la tierra. Una cuarta parte le bastaria para ser más leído y más aplaudido, arrojando sus palabras a la corriente general. Podrá así usted reservarse casi el todo de su talento para su uso privado y vivir próspero y feliz. Pero sería un suicidio, y no se lo aconsejo. para, en otra carta de marzo del 82, trazar esta hermosa y sentida semblanza: Usted es la elaboración de tres siglos. La vieja villa de Tupiza (donde naciera Wilde el 15 de junio de 1844. tan antigua como Potosí, no había producido basta hoy un hombre tan notable; y ese rayo de luz que viene extraviando tres generaciones de Wildes y que a uno les cae en la nariz como a su padre para hacerle vivir entre visiones falsas, o en la nuca como a su tío (José Antonio Wilde, autor del libro Buenos Aires 70 años atrás. para que mire hacia atrás, ese Al cumplir el Dr. Roy Temple House 70 años y 21 la revista Books Abroad, fundada y dirigida por él, la Universidad de Oklahoma le ha dedicado un homenaje. En este acto hablaron el Rector de la Universidad y el Decano Dr. Meacham entre otras personas y se leyeron algunas de las numerosas cartas recibidas de admiradores del Dr. House en los EE. UU. y otros países (una del Lic. Alfonso Reyes. Unos y otros elogiaron su labor en la enseñanza como profesor de universidad y como Jefe del Departamento de lenguas modernas de la Universidad de Oklahoma (desde 1918 a 1942) y como alma de la revista Books Abroad, con su conocimiento de varias lenguas, su gran cultura y la amplitud y la tolerancia de su espíritu. Como ha dicho, su colaborador el Dr. Willibrand, el Dr. House es un humanista moderno que respeta todas las religiones, todas las doctrinas sociales y todas las tendencias literarias que contribuyan al conjunto de la civilización. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica