AntifascismLeninismMarx

REPERTORIO AMERICANO 99 en AHORRAR es condición sine qua non de una vida disciplinada DISCIPLINA es la más firme base del buen éxito LA SECCION DE AHORROS del BANCO ANGLO COSTARRICENSE ese (el más antiguo del país)
está a la orden para que usted realice este sano propósito AHORRAR servidumbre gangrenada no puede hacer otra cosa el gobernante antichileno. Cuando una voz hay la sustancia que aquí se revela, cuando en tal medida se recoge y proyecta la dura verdad de esta hora decisiva del mundo, un foragido con mando no puede hacer sino lo que hace González Videla: lanzar sus mesnadas a destruir la garganta milagrosa y fiel. través de este duro y heroico proceso del pueblo chileno ha recordado mucho un hecho que me dejó honda impresión. Hace algunos años Gabriel González Videla estuvo unos días entre nosotros. Creyéndolo sincero en su postura antifascista, lo invité una tarde a un acto que, por la República Española, se efectuaba en La Popular. la vuelta del mitin, lo conducía yo a su hotel habanero y, ante el pasmo de nuestros acompañantes me preguntó. quién es José Martí que citó usted en su discurso. Repuesto a medias del asombro, le expliqué como pude la significación cardinal de nuestro grande hombre. Nunca había oído hablar de él. En lo adelante, el suceso casi enverosímil me vino mucho a la cabeza y se unía indefectiblemente a la impresión de señorito de la política el peor de los señoritismos que el viajero chileno me había dejado.
La gestión gobernante de González Videla prueba hasta lo excesivo que un día, al menos un día, no más de un día, fué sincero y que me dedicó a mí el raro instante: innegable que no conoce a José Martí, al guiador que fué claro impulso liberador e igualitario, hombre de justicia y de amor. Martí fué, centralmente, inquietud generosa por el destino de los pueblos hispánicos de América y el perseguidor de Pablo Neruda es complice de mucha cuantía en el intento de esclavizarlos. Martí le hubiera dado lugar relevante en su terrible procesión de culpables. cuando el pueblo de Higgins y Recabarren alce la cabeza marcada de coraje justiciero y levante sobre su cabeza al poeta grande y suyo, cuando en Chile dejen de encarcelar mineros y los soldados dejen de mandar a los jueces. en la condenación al verdugo y a sus socios restallará la palabra de fuego de José Martí. González Videla conocerá a nuestro libertador un poco tarde, pero lo conocerá al fin.
Los grandes poetas son para las grandes ocasiones. no la ha habido más trágica y más hermosa y más preñada de gérmenes libertadores que esta ocasión de ahora, la que sirve de fondo animador y de asunto magno al verso actual de Neruda. Así como una articulación da un organismo y una piedra fundamental revela una ciudad, estos versos que hoy saludamos y festejamos nos comunican la magnitud de la gran pelea en que todos somos actores y testigos. Estos versos son, como la vida, intimos y ajenos, familiares y elocuentes, directos y errabundos, pero son, también, como la vida, una pugna de todas las horas contra el mal y contra la muerte. Se toca en ellos, garantía de su virtud, el jadeo de los tercos arrastres, la comunicación transformadora de la masa en acción y del hombre esperanzado; el ruido de los grandes derrumbes la música, aun no bien aprendida, de los himnos nuevos.
Pablo Neruda pone su poema bajo la luz estricta y benévola del gran leñador justiciero, de Abraham Lincoln, amigo de Carlos Marx y de los hombres. Bajo el recuerdo paternal y activo del gran Presidente, como bajo la sombra de las encinas propicias de su aldea, el poeta de Chile habla al pueblo de los Estados Unidos, a la gran masa que todavía se frota los ojos frente a los grandes incendios del mundo. Sólo una voz como la de Pablo puede encontrar el tono propio para llegar al corazón de los hombres todavía ganados por sus enemigos. Sólo una sensibilidad política como la de Pablo puede descubrir en los atléticos muchachos de Wisconsin y de Arizona, en los guardadores de los grandes ríos, en los angustiados de las ciudades enormes, la porción humana más fácil a la captación de los hacedores de monopolios y de guerras; el grupo más necesitado de claridad y sacudimiento.
Aquí, en este poema de niveles incontables, está la realidad y el sueño. Obediente al consejo leninista, el derecho al sueño es aquí un deber hijo de la realidad profunda. Aquí está hirviendo la pelea final entre los privilegiados y los pueblos. Aquí el dibujo monstruoso en que pasan los imperialistas y los vio. entos, los negociantes y los ambiciosos, los lacayos y los traidores. Aquí también el sol de Stalingrado, las estrellas crecientes de las democracias populares, la honda decisión y el grito incambiable de las tierras coloniales; la tormenta de la guerra y el muro de la paz, De lo más apretado y válido del poema sube una afirmación primordial. Si los esclavizadores arman a sus servidores y van hacia la guerra, los pueblos sabrán ganar la última guerra y la primera paz. Si las masas se sacuden las brumas engañosas e impiden el choque sangriento, también la paz descenderá sobre la tierra. Sorprendente calidad sintética, sólo posible para la gran poesía. Es que en estos versos está la fundamental afirmación de la vida como ocasión lírica, como carrera de triunfo y de belleza. Aquí está la dulzura sin orillas del campo maternal, el amor sin endijas, la hombría gozosa, el noble escalofrío del hallazgo, la libertad sin asechanzas.
Pero así como los poetas impotentes renuncian al amor pleno por no pelear para merecerlo, el poeta poderoso el poeta, diríamos mejor no acepta el goce vergonzante en cuyo fondo apunta siempre la gota de sangre victimada. Para el poeta verdadero la vida no puede aceptarse manchada y deshonrada. Para el hombre digno de la vida hay más placer en pelear por la vida digna que en sustraerle, como un ladrón en la sombra, los jugos enturbiados. Por ello, Pablo Neruda tiene fuerza para llegar a nosotros esta noche. Su poder creador nos pertenece, pertenece a nuestros pueblos, a todos los pueblos, porque su canto de poeta entero se ha empapado del dolor de todos y habla por la libertad de todos.
Por sorprendente, pero muy significativa paradoja, el poeta libertador está en prisión.
Sabemos que sus carceleros tienen los días contados. Pero la pronta liberación del poeta, lograda por los pueblos, sería hecho de muy larga trascendencia. Claro que al reunirnos esta noche todos juntamos nuestra voluntad para lograrlo; pero que la voluntad sea incansable y el propósito persistente. Que Cuba, presencia deslumbrante y ansiosa de los versos de Neruda, trabaje gallardamente por su libertad, como él ha trabajado por la nuestra.
En algún lugar de América. donde remansas ahora tu ansiedad esperanzada, donde cristalizas luminosamente la sangre activa de los pueblos, donde imaginas una isla nuestra fiesta de los ojos y de la justicia, hasta tu soledad trabajadora, llega ahora nuestra mano agradecida de amigos y de hermanos. Como tú, queremos trabajar contra la barbarie organizada de la guerra, contra la invasión imperialista que quiere nuestra miseria y nuestra sangre; como tú, queremos el goce de un mundo limpio de envilecimientos y mentiras.
Esta noche los negociantes y sus gabrieles hacen planes y preparan miedos. En su gesto de delincuentes descubiertos está la señal de los nuevos días. Nosotros, Pablo Neruda, cantamos sin dejar las armas, como tú nos has enseñado. Sabemos, como ha dicho un firme guiador de hombres que sólo aquellos cuyas plantas se apoyan firmemente en la tierra pueden orientarse en el reino de las estrellas y que como podemos erguirnos con firmeza no caen a tierra ni se hunden en la niebla nuestros corazones ni nuestros cerebros; por eso somos libres para dar el salto desde el reino de la necesidad al de la libertad.
Tu poema es, en lo más hondo, un gran combate por la paz. Tú dices: paz para todo el trigo que debe nacer para todo el amor que buscará follaje, paz para todos los que viven; paz para todas las tierras y las aguas.
Contigo queremos ese mundo con todo el trigo, con todo el amor, con todo el canto. Tu poema es un gran combate, decimos.
Pero no se gana una guerra justa con un combate solo. Que tu prisión y tu libertad sean fecundas; que tus días sean largos, que cada amanecer sientas junto a la pluma incansable el rumor creciente de tus pueblos fieles; que los nuevos leñadores te consuelen la vigilia y te enriquezcan la esperanza. Que cuando te demos el abrazo cercano hayan caído los árboles implacables que cierran el paso a los retoños lucientes; que sobre el campo inmenso que señorea tu poema veamos crecer las nuevas siembras libertadas. Que el pan sea dulce entonces, y alegre el canto. Para entonces, Pablo, tu verso más hermoso.
Ojalá lo oigamos pronto de tus labios sobre nuestra tierra ya libertada y nuestro mar ya libertador. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica