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131 Varick Street New York 13, cido ámbito de este país, sino en la vasta extensión de la América Latina, pueden ufanarse, con legítimo orgullo, de presentar más sobresaliente, tenaz y abnegado, en la lucha por el triunfo de los más luminosos y trascendentes ideales de mejoramiento público.
Su actuación intelectual, en el periodismo viril y edificante en primer término, es aquí la de más amplio y significativo relieve. Basta recorrer la copiosa selección de El Mensajero para encontrarse cada paso con apreciaciones de nobles advertencies y de sinceras admoniciones de vivo y desinteresado civismo. En las páginas de esa siempre bien recordada revista vibra de continuo, con resplandores de anhelos de verdadera médula patriótica, una alma generosa, plena de ardiente amor al terruño, sin la más leve partícula de agresividades malsanas, generadas siempre por refinado egoísmo o mezquindades de carácter muy personal e intimo.
El alma de Federico Henríquez y Carvajal, expresiva y diáfana, se descubre casi siempre a flor de mirada. No hay en ella, como en tantas otras, rincones de oscuridad difícilmente explorables. Hay en el cierto género de heroísmo, a lo Carlyle, que, en ocasiones, simboliza, en diversos aspectos, lo más expresivamente excelso que puede dar de sí la flaca y contingente naturaleza humana. Su labor de maestro, de maestro en la más completa acepción de la palabra, la de forjador de conciencias para realizar finalidades de benéfica trascendencia individual y colectiva, es aquí, después de la de Hostos, la que se me figura más digna y merecedora de encendidos encomios.
La personalidad intelectual del ilustre autor de tantas bellas y jugosas páginas de arte y de ciencia, es proteica, se ha desenvuelto siempre con ritmos de acentuada expresión, en aspectos muy diversos de la actividad mental: maestro, jurisconsulto, orador, periodista, dramaturgo, poeta, conteur. crítico, ha espigado con innegable éxito en todos esos campos mereciendo con frecuencia el aplauso de la gente capaz de discernirlo con positivo conocimiento de causa. Naturalmente, en producciones de tan multiforme carácter, no todo ha podido ser oro de buena ley, de subidos quilates; pero, así y todo, en el conjunto de esa vasta obra, las excelencias son infinitamente superiores a las escasas deficiencias que, aquí y allí, distancialmente podría señalar una atenta observación crítica.
Claro está que en este opúsculo no ha podido figurar sino una parte muy pequeña de esa labor intelectual. En otros sucesivos se procurará colmar ese vacío. Pero con lo que ahora se publica hay la materia suficiente para que los catadores del buen vino literario puedan paladear las cosas altas y bellas de pensamiento y de estilo que esmaltan las páginas de este interesante librito. por dichosa coincidencia, se publica justamente en los instantes en que la intelectualidad de la República, rindiendo merecido homenaje al Maestro, se apresta a celebrar, con significativos actos de cultura, la fecha en que se cumple media centuria del ingreso de él en la vida periodística. Todo eso y mucho más merece este eximio luchador cuya vida puede presentarse como elocuente e insuperable modelo. Más que por su talento, con ser tan vasto y comprensivo, descuella por sus relevantes dotes de carácter, por su corazón de oro, rebosante de sentimientos altruistas, que lo han impulsado siempre a defender, con su palabra elocuente y con su pluma inspirada, todos los derechos conculcados y todas las más puras y nobles reivindicaciones sociales.
Fed. GARCIA GODOY.
La Vega. 1918. Sigue en la entrega próxima. STECHERT HAFNER, Inc.
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New Ruskin House, 28 30 Little Rusell Street, C1 London, England aun Omnipresencia del Estado (En el Rep. Amer. Se confronta nuevamente el asunto sem Con Edwards, con Jefferson, con el penpiterno de la posición del hombre ante la so samiento político del siglo de las luces, la idea ciedad que lo incluye y sustenta. Esta vez, de propiedad se vincula, hasta el grado de condesde un punto de vista jeffersoniano, en una fundirse, con la idea de libertad. Hombre litesis de los intereses creados y la pleamar de bre quiere decir hombre con bienes raíces. No lo gubernamental. tesis de un economista del fué sino hasta 1852 que el estado de Rhode Sur de California, señalado por lo agudo de Island derogó el requisito de propiedad para su visión panorámica del momento político, votar en las elecciones. La Constitución misma no sólo de su tierra estadunidense pero tam de Estados Unidos, que se mantiene aún cobién del mundo entero. Nos referimos al libro mo cuerpo y símbolo de libertad política, al de Robert Edwards, Vested Interests and the ser ratificada por los trece estados originales, Rising Tide of Government (Times Mirror lo fué solamente por un cuatro por ciento de Printing and Binding House, Los Angeles, Ca la población de los mismos debido a que el lifornia. 1947. número de votantes calificados en esa época no Quien dice Jefferson significa democracia pasaba de tal proporción. El factor humano integral al modo de 1800. El pensamiento del se condiciona así por lo que el hombre es cagran redactor de la declaración de independen paz de arrancarle al medio ambiente natural.
cia de Filadelfia, empero, rezuma enciclope Montesquieu, en su Espíritu de las leyes (citadia; hay quien vaya a extremo de decir, exa do por Edwards) nos da la tónica de la filogeradamente, que no hay un solo pensamien sofía propietario libertaria: Los países que se to de Jefferson que no enraíce en la tierra ven bien cultivados, se ven así no por fértiles, conceptual del jardín de Juan Jacobo. Ello es sino por libres. Vale decir que solamente los que la tesis de la democracia burguesa contem pueblos libres son capaces de convertir los deporánea reside en unos supuestos de propiedad siertos en emporios de riqueza.
privada: de una propiedad que se considera La tesis de este libro adquiere a menudo derecho natural e inalienable; propiedad que es aspectos de homilía. El autor mismo nos dirá fruto del esfuerzo individual del propietario que escribe contra los intereses creados en que la elabora con el sudor de su frente, sabe cuanto éstos sean perjudiciales al bienestar púdor de que nadie se la va a expropiar, por blico. El punto de vista es el de la democraque en los tiempos de La riqueza de las nacio cia capitalista, o bien del capitalismo demones, de Adán Smith, los gobiernos no expro crático. Edwards parte del principio de que piaban todavía en la forma moderna y cienti todavía hay un campo abierto donde la iniciafica que lo hacen en nuestros días.
tiva privada puede desarrollar sus actividades legítimas con miras de ganancia bien justificada por el esfuerzo constructivo de los empresarios. la luz de los resultados negativos de otras filosofías económicas puestas a prueba en esta generación, el sistema capitalista descontándole sus fallas y sus yerros resulta ser el menos nocivo a la dignidad y demás valías humanas que se incorporan como eternas en la ética cristiana de Occidente. En el espí.
ritu de Jefferson, la libertad es para alcanzar la felicidad, es decir, para trabajar y sacarle al medio ambiente bienes materiales que al hombre le haga la vida llevadera. En realidad de verdad, los Estados Unidos de América nacieron, que nos dirá el autor, y se desarrollaron y han llegado a la plenitud vigoroso de su vida, en un campo filosófico de esa naturaleza espiritual: campo de la declaración de independencia y la carta de derechos y la constitución federal de 1789. Esa filosofia jeffersoniana se exprime en sentencias del mismo Jefferson: el Gobierno es un mal necesario; hay que pasarla con la menor dosis posible de gobierno, para no perder la libertad individual. Estos principios han privado, según Edwards, más o menos hasta el año de 1932, que marca la insurgencia de una onda multiforme de tendencias opuestas al concepto americano tradicional de la libertad individual y la propiedad privada. La referencia directa y explícita es al establecimiento del Rooseveltismo, o sea el con sabido New Deal.
En Vested Interests. se reconoce la legitimidad de ciertos intereses creados, como la propiedad privada bien adquirida, como las formas de gobierno prescritas en la Carta Fundamental; y también, en el plano del espíritu, se reconoce la valía de intereses creados imponderables, como las iglesias y las religiones, y las instituciones educativas, etc. Pero, durante los años del New Deal. la cosa pública se ha visto inundada por una pleamar de nuevos intereses aparecidos a la sombra de un Gobier Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica