266 REPERTORIO AMERICANO suenen férreas las aldabas; el reflector del fortín enciende su luz amarga.
Dr. García Carrillo Corazón y Vasos Si afuera marchan fusiles y negativas espadas en la celda el preso tiene su frente en la luz sin mancha.
La tarde, limpia, en azul, prende, al preso, estrella clara en decoración austera a sus no vertidas lágrimas. gris, con niebla de tul le recoge, madre blanda, la tristeza en el suspiro por su niño y por su casa.
Toca, el corneta, la queda; El preso mira la sombra y al relámpago que abrasa ve surgir de la tiniebla toda la enorme montaña.
CITAS EN EL TEL. 4328. se vuelve a su rincón en la celda que lo aguarda a forjar con pensamiento el relámpago de su alma.
Electrocardiografía Metabolismo Basal Radioscopía IX 948.
QUÉ HORA ES. Lecturas para maestros: Nuevos hechos, nuevas ideas, sugestiones, incitaciones, perspectivas y rumbos, noticias, revisiones, antipedagogia.
ON111 Congreso mundial de Universidades (Es un editorial de La Prensa de Bs. Aires.
Agosto de 1948. Mario Sancho (Envío del autor)
La lengua castellana, ninfa la más pura en las aguas del alma española, recoge en esta hora su manto salpicado de angustia y de gloria. Su cultivador devoto en el ámbito de la Patria, cuya fué la pluma siempre húmeda de torrentes de casticidad y de vida y de pensamiento y de elegancia fértiles para el vástago auténtico, y vigorosos, de continuo vigorosos, ante la realidad del arte y del ambiente nacional, ha trocado el ministerio sin claudicaciones de creador de ideas y de formas, por la investidura austera e infalible de la muerte.
Muerte que es, tanto como su vida, en las márgenes de su personalidad singular, una ratificación de su trayectoria y de su destino: el signo postrero de aquella indomeñable rebeldía que fué árbol en la heredad de convicciones infrangibles, donde savias de fe y de nobleza, como ríos de ímpetu, determinaron los rumbos de aquel que tuvo, en la hora del tránsito, una actitud de hidalguía castellana en la sonrisa definitiva de sus labios. Ciertamente fué suyo el privilegio de morir como había vivido: el signo de esa sonrisa, evocación, en la mañana del sepelio, de las visiones de El Greco tal el decir de quienes la contemplaron es cristal donde se simboliza la propia alma que la hiciera florecer y donde las nieblas del olvido y de la muerte pasarán apenas, como ondas lánguidas, con el gesto de reverencia que tardíamente ofrecen los hombres a los espíritus superiores.
Aspereza en el ambiente del país, oscuridad de boscajes indómitos. Qué lejanos los soleados y ubérrimos solares donde posó la planta un día! Todas esas visiones desvanecidas debieron de conmoverle el alma de Castilla que lo impulsó a cultivar, castellanamente en donosura y pulcritud, el idioma que escribieron Cervantes y Calderones. Siendo, él mismo, su propio Quijote, pudo, como el ingenio español, patentizar en el huerto de su obra la inspiración de artista de fondo y de forma, la nobleza castellanamente caballeresca, la asperidad creadora y la ardorosa rebeldía.
Si por falta de sindéresis los pueblos olvidan o son tardíos en el justiciero veredicto, el alma colectiva, que les atribuyen los sociólogos, es infalible en la dimensión del tiempo.
No es de piedra la boca de las colectividades que condenan o desconocen a sus hombres superiores. Y, en el signo de una sonrisa sin crepúsculo, estos varones que, con ignorancia de las muchedumbres, están vinculados a la entraña y al destino de la Patria, vislumbran con deleitoso orgullo que el pergamino de la gloria les llega humedecido de las montañas de la muerte.
Héctor MARIN TORRES.
San José, 31 de octubre de 1948, En la histórica ciudad holandesa de Utrecht, destruída casi totalmente por los ejércitos que lucharon en la última guerra, se abrirán hoy las sesiones del congreso mundial de las universidades, al que asistirán, según las últimas noticias en nuestro poder, unos trescientos delegados que representan a la mayor parte de las naciones.
La reunión de una asamblea internacional de hombres dedicados exclusivamente a la enseñanza técnica, a la investigación científica, al estudio del derecho, las artes, las letras y las humanidades, es decir, a las disciplinas intelectuales de las cuales se sirve el ser humano para mejorar el mundo en que vive, reviste en estos momentos una importancia excepcional. La cultura, de la cual las universidades son fundamento sólido, no es considerada unanimemente como un elemento de civilización.
En estos difíciles momentos, todavía hay quienes sólo aspiran a obtener de las universidades los elementos indispensables para impulsar los progresos técnicos, para acrecentar el poderío industrial y económico de las naciones, para obtener las más mortíferas armas de combate, pero rechazan la idea de que los centros de enseñanza superior sirvan para alentar el progreso moral de la humanidad y la libera ción espiritual de los hombres. Son los que han comprendido que la cultura universitaria de tipo integral es la más grande enemiga de los absolutismos; los que advierten que las mentes ilustradas por la ciencia, la filosofía y las humanidades son bastante poderosas para mantener sentimientos e ideas de libertad y de progreso, al mismo tiempo que de oposición a la arbitrariedad y a todo lo que signifique un retorno al pasado ya superado. Son los que saben que la luz mata a las tinieblas y como tampoco ignoran que la cultura es luz, porque aclara, ilumina y esclarece las mentes y enciende la llama de la fe en los corazones, en tanto que los despotismos son las tinieblas que causan el temor en no pocos y la prevención en muchos, luchan desesperadamente para que en la tierra reine la oscuridad.
Por eso, la historia contemporánea registra ya tantos casos de regímenes absolutos caracterizados por las hogueras de libros, los incendios de bibliotecas, la clausura violenta de escuelas, colegios, universidades e institutos, la expulsión, detención y aun el asesinato de profesores, escritores, sabios y artistas. Los regimenes a que nos referimos persiguen también a la cultura por medios menos violentos que los señalados y más sutiles, tales como la censura sobre las actividades intelectuales, para suprimir las que se consideran peligrosas o hirientes, en tanto que, so pretexto de cultura física, incitan a las masas a retornar a cierto primitivismo pagano, caracterizado por el imperio de los instintos, a los que, según los teorizadores de tales sistemas políticos, hay que aligerar de la influencia negativa de la inteligencia y de la razón y de las ataduras de la moral.
Frente a cuadros tan desoladores, que el mundo observa desde hace algunas décadas, sin que el término de la guerra última haya significado, en muchos casos, el fin de esa situación, las universidades de todos los continentes, reunidas en magna asamblea, han de reafirmar los derechos de la cultura, aspecto de la vida humana que no puede desarrollarse sin libertad, y de la cual ellas son, como dijimos, el fundamento más sólido. Por la libertad del espíritu humano se llega al conocimiento, a la creación artística, al invento o descubrimiento científicos, a la concepción filosófica, a la meditación moral, a la sabiduría, en fin, pues todas las manifestaciones del pensamiento, fruto de las mencionadas actividades intelectuales, sólo son posibles donde el hombre no experimenta la opresión de los que imponen a todos las opiniones y las verdades que ellos han hecho elaborar o se limitan a dictar. Por eso, las universidades tienen el deber de defenderse y defender a la cultura. Esa es su obligación, porque si en todos los seres humanos, desde el más humilde hasta el más encumbrado, vibra permanentemente el anhelo de la libertad, nadie está más obligado a velar por ella que el universitario, desde que se encuentra en condiciones de comprender razo Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica