José Carlos MariáteguiVíctor Raúl Haya de la Torre

REPERTORIO AMERICANO CANTO DE AMOR EN LA NOCHE (En el Rep. Amer. Envío del autor, en México, 1947)
El Amigo era como una sombra que me odiaba dulcemente, ocultaba las madres tranquilas de la noche, cada vez más cerca, de la ceniza y me escuchaba: y del bronce. Oyes los remos. En su cuerpo inocente un ancla vivía sus recuerdos polares, Yo la miraba. Sus cabellos parecían una encendida tempestad de hormigas.
Su cuerpo. Yo la miraba, perdido, absorto en mí y en ella.
Como un mapa de lirios era su piel.
Un nido abierto sufría en su mano derecha y con la otra sostenía la madeja del alba.
Sus brazos colgaban como ramas nevadas.
Dentro de su cuello había un nudo tibio de mármol.
Era como la enorme flor de la tierra invencible, mordida de soles, invadida de vientos, lámparas agonizantes, líquenes y mares.
Su vientre era un lago con doce nubes dormidas y una estrella vacía.
Cicatrices con abismos que escuchaban el cielo eran sus ojos abiertos.
Su cuerpo. Era tan vasta que no tenía nombre. Lilas, rosas y miedos golpeaban mi corazón.
Sólo nos separaba el cansancio de un gesto que había huído por los obscuros árboles del crepúsculo.
Yo. Tú. Te daba un amor de coronas eternas y relámpago sumiso.
Mi pasado era un lento naufragio entre muros grises, un mito perdido dentro del primer beso que me diste en la frente.
Verte fué olvidar los pájaros de los telares, sentir las cabelleras dormidas del fuego, cubrir con nuevas hoces la espalda del suburbio, poner un grito lacustre en la boca del gas.
En todas las ventanas nacían manos felices.
El recuerdo de una espiga volaba por el silencio suplicante de la tierra, ponía un lazo de rocío en las cinturas temblorosas de las noches sin luna.
Tocarte fué como si. Oyes los remos. Oyes. todos los árboles del mundo, ya sin pájaros y hojas, invadieran mi alma como un viento formidable.
Los pozos subían lunas a las fieras de los bosques, la aurora de labios azules proclamaba el eclipse de las palabras. Oyes la sangre. Un huracán de anémonas gemía dentro de mí. No me oías cantar en la tarde desierta?
El otoño moría rodeado de pinos.
Separando hielos y lunas yo la buscaba.
Oh, yo la buscaba huyendo de las noches áridas, de las horas con ojos de campos obscurecidos, de los largos jinetes del humo, de los besos amarillos que esperan en las calles desiertas, de las mesas de pino con flores de aceite barato.
Yo la buscaba, cantando, solo, luminosamente solo, alado y secreto. Oh, huía y cantaba como un río que viaja con la muerte de una manzana!
Cantaba y lloraba aguas de destino incierto, mientras el río abrazaba tinieblas en cada astro rompía la obscuridad que esperaban las hojas.
La torre del reloj Ignoras mi voz, Amigo.
Déjame recordar todavía perfumes de violeta y de playa nocturna Déjame rasgar mis últimas velas.
Tú siempre deseas de mí que te confirme que la vida es una poesía de ángeles oscuros.
Agustí BARTRA.
EL ESTADO GONZÁLEZ PRADA Por Luis Alberto SANCHEZ.
gozamos del (En La Tribuna de Lima. Enero de 1948)
Tengo que decirlo sin ambages, en cum El Congreso Constituyente de 1931, aprobó plimiento de un estricto deber: el Estado ai otro proyecto, por unanimidad, si no me equihacer caso omiso de la gloria de un indiscuti voco. En 1946, se bosquejó un tercero. Este ble gran peruano, ha optado partido y no en mismo Gobierno puso el cúmplase, en 1947, la mejor línea. Por negligencia o lo que se a la ley que ordena expropiar la casa en que quiera, resulta respaldo de facción y qué vivió y trabajo y sufrió Prada, para converfacción, Dios santo y no de la nación, co tirla en Museo Social bajo la tutela de la Unimo corresponde.
versidad. San Marcos insistió ante el MinisNingún país culto soslaya jamás la efemé terio respectivo. El Ingeniero Losada y Purides centenaria de un insigne ciudadano. An ga, que era entonces Ministro, y que en 1918 te ello, desaparecen las pugnas y los celos. No pronunció un discurso de homenaje a Gonfaltan nunca, y eso está bien para corroborar zález Prada representando a los estudiantes el a la inteligencia frente a la estolidez, no fal dia del funeral, asintió al pedido de urgencia.
tan nunca algunas erratas literarias que se des Pero, todo quedó en palabras y proyectos, cogañitan, con propósitos publicitarios, preten mo tantas veces. Y, claro, después, en diciemdiendo negar la luz del sol a base de sus opa bre todo era tardío para enero, aunque no lo cas pantallitas; pero los hombres de Estado es habría sido si se empieza a tiempo y con real tán en la obligación de distinguir entre el sol propósito de rendir un homenaje impostery la pantallita, entre el cohete y el cañonazo, gable.
entre la improvisación y la perseverancia, en Nadie podrá negar los méritos de Gonzátre el ingenio y el talento, entre el oportu lez Prada. El que no esté enterado, sepa que nismo y la buena fe.
Miguel de Unamuno, Pedro y Max Henríquez El Centenario de González Prada no co Ureña, Andrés González Blanco, Alfonso Rege a nadie de improviso. En 1918, a raíz de yes, Rufino Blanco Fombona, Alvaro Melián la muerte del Maestro, se presentó el primer Lafinur, Isaac Goldberg, Alfred Coester, proyecto de monumento y obras completas. Crawford, Georges Umphrey, Carlos García Prada, Ricardo Rojas, Alfredo Palacios, John Mackay, por citar unos cuantos autores extranjeros; y Riva Agüero, los García Calderón, Iberico, Ureta, Valdelomar, Vallejo, Eguren, Bustamante y Ballivián, Hidalgo, Zulen, Rodríguez, Guillén. Mariátegui y Haya de la Torre, por citar unos cuantos nacionales, no han titubeado jamás en reconocer las excelencias de un peruano, por quien y aquí el tes timonio de Federico de Onisderecho de participar en la gesta del modernismo en América. La coincidencia entre el pensamiento de González Prada y el del Aprismo, como, entre algún aspecto de su literatura, y la de Eguren, nada resta sino al con trario a unos y otros. Mucho menos justifica que por tal razón, los facciosos adversarios del Apra desnuden su inferioridad descargando su impotente cainismo contra un hombre que nos honra, y que trabajó por hacernos mejores. Lo lamentable del caso es que el espíritu de facción o capilla, si espíritu es el tal, invada esferas en donde debe reinar la objetividad. Yo no entenderé jamás la división del mundo en sí y no. nunca me someteré al canibalesco sistema del blanco o negro, forma estólida e infecunda de considerar la vida. Por eso, siendo un ferviente admirador de González Prada, jamás vacilé en escribir todo un libro en homenaje a Ricardo Palma, sin plegarme a la ab Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica