REPERTORIO AMERICANO CUADERNOS DE CULTURA HISPANICA Tomo XLIV San José, Costa Rica 1948 Jueves 30 de Diciembre No. 18 Año XXIX No. 1069 Ofrenda Por RIVERO GIL. En El Nacional de México, Octubre de 1947)
RE (A la memoria de Miguel de Cervantes Saavedra, gloria inmarcesible de las letras españolas)
las razones de fuero interno que han podido llevarle a su oficio iluso de escudero. le hace el ingenioso interrogatorio que lo enreda y al fin lo pone en la obligación moral de ofrecer su renuncia a la gobernación de la insula.
Ha pedido la duquesa a Sancho que luego de comer viniese a pasar la tarde con ella y con sus doncellas. Cuando él acude lo hace sentar a su lado. Que se sentase, le dice, como Gobernador, y hablase como escudero, puesto que por entrambas cosas merece el mismo escaño del Cid Ruy Díaz Campeador.
Con esta fina adulación le ablanda el ánimo, ya dispuesto a rendirse por la vida tan regalada y a su gusto que lleva en el castillo.
Pero el comienzo del interrogatorio asusta un poco a Sancho. No le conviene remover el peligroso asunto que toca la duquesa con esta perentoria demanda: aora que estamos solos, y que aquí no nos oye nadie, querría yo que el señor Gouernador me asoluiesse ciertas dudas que tengo, nacidas de la historia que del gran don Quixote anda ya impressa, vna de las quales dudas es, que pues el buen Sancho nun ca vio a Dulcinea, digo a la señora Dulcinea del Toboso, ni le lleuó la carta del señor don Quixote, porque se quedó en el libro de memoria en Sierra Morena, como se atreuio a fingir la respuesta, y aquello de que la halló aechando trigo, siendo todo burla mentira.
Aunque no era verdad que estuviesen solos, Sancho Panza, confuso en aquel aprieto, se levanta, y según las palabras del pasaje que tiene, hasta el fin, un realismo sorprendente, sin responder cosa alguna y con pasos quedos, el cuerpo agouiado, y el dedo puesto sobre los labios anduuo por toda la sala leuantando los doseles y luego esto hecho se boluio assentar. hace a la duquesa una confesión tan cándida como prolija y como instructiva para el lector. No hay en todo el libro un lugar de tanta transparencia para contemplar el alma de Sancho Panza. Allí se ve al desnudo lo que piensa de su señor. al cabo de otras preguntas de la duquesa uno sabe hasta lo que el mismo Sancho no sabe de sí mismo, de su situación equivoca, de las razones sutiles que lo mueven y que lo ligan indisolublemente al destino del caballero andante. Uno conoce, allí, los secretos motivos de la contradicción que parecen hacer, a lo largo del relato, su credulidad pasmosa y su sentido común. Contradicción que no lo es. uno finalmente entiende, si allí reflexiona a trasmano de la vieja interpretación romántica del Quijote, que el engaño vital de Sancho es representativo, como el de su amo, pues por diversos modos las apariencias, sensibles y las propias ficciones íntimas envuelven a todas las humanas criaturas.
Pero aquí sólo quiero encarar aquello que atañe a la renuncia política de Sancho. Para lo cual ha de recordarse con exactitud lo que él responde a la antedicha inquietante pregunta de la duquesa. Dice que se atrevió a fingir su famosa burla y a mentirle a su señor Don Quijote, y a inventarle que halló a Dulcinea, ya urdirle una disparatada respuesta al amoroso mensaje, porque lo tenía por loco rematado. aunque a veces hablaba cosas tan disDos renuncias políticas Por Carlos Alberto LEUMANN (En La Prensa de Bs. Aires.
Setiembre 12 de 1948)
Desde que No sería propio decir que Sancho Panza renunció a su gobierno cuando, después de los nocturnos pavores y ruidos de una burlesca invasión enemiga a la insula. enalbarda melancólicamente su asno para volver a la compañía de Don Quijote en el castillo ducal. Aquello no fué renuncia, sino simple abandono, por decepción, de su gobierno equívoco (Como son equivocos, en la filosofía implícita del Quijote y en la explícita de La vida es sueño, todos los humanos gobiernos. Pero dos renuncias pueden llamarse de veras las que él hizo, muy formales, con dignidad desde lo más íntimo de su alma (como pocas veces ocurre con las renuncias políticas. antes de ir finalmente a ejercer su cargo.
Una de las dos la declaró a la duquesa, y la otra al caballero andante, su señor. en ambas renuncias pone claramente sus motivos, y, en uno y otro caso sólo se aviene luego a gobernar porque la duquesa y Don Quijote le dan satisfacciones que anunlan dichos motivos.
Aquí nos damos con un pasaje, y un aspecto de la novela, que interesan radicalmente al propósito de penetrar su interior filosofía, las ideas profundas que sospechaba Enrique Heine bajo el juego de los episodios humorísticos. es gobernador electo (términos de la duquesa parecidos a lenguaje de hoy. Sancho toma importancia suma en los planos filosóficos de la obra, y transitoriamente supera la importancia de su señor. Mientras Alonso Quijano no desface entuertos, ni venció gigantes, ni su profesión de caballero andante salió nunca de lo imaginado ideal, Sancho Panza resulta ahora gobernador efectivo.
En su destino las promesas ilusorias de su amo se cumplen, y lo soñado y lo vivido se identifican. Forman una realidad sola, como en la metafísica de Calderón.
Esta realidad de lo ilusorio es, precisamente, lo que derrota al cura y a Sanson Carrasco, cuando un pa je llevó a la aldea las cartas y noticias increíbles y los ricos presentes ducales.
El destino equívoco de Sancho, que muy evidentemente no está loco, y con ello su sentido común perfecto, intrigan a la duquesa y excitan su curiosidad. Por eso decide averiguar Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica